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Los peligros de compensar la distancia con regalos a los hijos

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Ana Sofía Ibarra Castro - publicado el 29/01/18
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Padres y madres migrantes: ¿Cómo manejar el riesgo de “inundar” de bienes materiales a los hijos?

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El deseo de dar a los hijos una mejor calidad de vida es una motivación frecuente que empuja a tantos padres y madres de familia a migrar.

Además, quien ha sufrido el hambre, la pobreza o la falta de instrucción, hace lo posible por evitar que los suyos pasen por lo mismo.

En algunas ocasiones la búsqueda de una mejoría económica se traduce en mudarse a vivir a otro país, corriendo el riesgo de “inundar” de bienes materiales a los hijos cuando se está lejos.

La separación de la familia es siempre dolorosa, a pesar de que sus miembros sepan el motivo de la migración y acepten el sacrificio de la distancia con la esperanza de un futuro mejor.

Uno de los sentimientos que suele acompañar a las madres y padres migrantes es la culpa por sentir que de alguna manera han abandonado a sus hijos porque la presencia no puede suplirse con nada.

Un abrazo, una caricia o un beso no pueden sustituirse ni siquiera con el uso de las nuevas tecnologías y de las redes sociales, a pesar de que a veces nos hagan sentir “como si” estuviéramos allí.

La culpa es un sentimiento difícil y desagradable, que manejada en modo sano puede ayudarnos a crecer y a “enderezar” el rumbo de la relación con los demás y con nosotros mismos.

La culpa puede sentirse de forma moderada, grande, abrumadora o incluso inmensa. De tal manera que si no logramos manejarla solemos hacer muchas cosas para tratar de callarla:

  • la negamos y nos comportamos como si no la sintiéramos;
  • podemos también echársela a otras personas o a cualquier situación que esté mas allá de nuestras manos;
  • podemos tratar de esconderla y soportarla en soledad, hasta que en algún momento nos hace explotar.
FAREWELL

Shutterstock-fizkes

Los sentimientos de culpa que viven muchas madres y padres migrantes pueden ser difíciles de manejar y en algunas ocasiones pueden llevar a “inundar” de bienes materiales a los hijos.

Además, los bienes materiales pueden convertirse en un intento de compensar el dolor que sufren todos los miembros de la familia con la separación y la distancia y de apaciguar los sentimientos desagradables como la rabia, la frustración, la soledad o la desolación.

Por otra parte, el deseo de evitar que los hijos sufran las penas y dificultades que hemos vivido como padres, también puede llevarnos a dar la prioridad a los bienes materiales, corriendo el riesgo de desarrollar relaciones superficiales y deteriorando los vínculos afectivos entre los miembros de la familia.

Asimismo, pueden perderse valores fundamentales como la gratitud, el respeto por el trabajo y la responsabilidad.

¿Qué hacer?

¿Qué podemos hacer para manejar el riesgo de “inundar” de bienes materiales a los hijos, sobre todo cuando se está lejos?

Brindarnos un tiempo y un espacio para aprender a manejar los sentimientos difíciles, como la culpa, la frustración y la vergüenza; y también para elaborar la experiencia de la migración. Y si es necesario buscar ayuda profesional.

Brindar a los hijos la oportunidad de expresar sus ideas, emociones y sentimientos y también la ocasión de que puedan abordar los cambios en sus vidas y en sus relaciones familiares a partir de la migración.

Asimismo, es esencial no generar sentimientos de culpa a los propios hijos. Eviten pues frases del tipo: “Me estoy sacrificando sólo por ustedes”.

Poner atención cuando se tiene ese deseo tan común y humano de que “no les falte nada” porque a veces puede desorientarnos y terminamos tratando de que lo “tengan todo” perdiendo de vista cuáles son las prioridades para su educación y crecimiento.

Para ello, puede ser útil pensar en los valores que queremos inculcar a nuestros hijos a través de la educación. Por ejemplo, ¿qué valor tiene el dinero en nuestra familia? ¿Cómo lo utilizamos?

Por otra parte, es indispensable establecer una relación de confianza, respeto y colaboración con quien se hace cargo de la crianza de los hijos y establecer juntos, cuáles son las necesidades mas importantes y el modo de satisfacerlas. En otras palabras, es fundamental acordar en qué y cómo utilizar el dinero y los bienes materiales.

Otros valores muy importante a transmitir a los hijos desde pequeños son el  de la dignidad del trabajo y el de la gratitud. De acuerdo a su edad, con gestos cotidianos, pueden aprender también el valor de la responsabilidad y de la solidaridad hacia las personas más necesitadas.

Para concluir, una pregunta que puede ayudar a orientarnos en el difícil reto de las relaciones a distancia es: ¿Qué puedo hacer para que mis hijos sientan que estoy presente en sus vidas y para que puedan sentirse reconocidos, queridos y valorados, a pesar de que estemos lejos?

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