Por qué las mujeres perdemos tanto tiempo en medirnos unas con otras en lugar de ser felices
No había pasado ni una semana del anuncio del compromiso de Meghan Markle con el príncipe Harry de Inglaterra y ya habían decenas de artículos comparando el estilo de vestir de ella y de Kate Middleton o analizando quién podría ser “mejor” para la corona británica.
Pongo este ejemplo porque se trata de dos mujeres famosas, pero lo cierto es que las mujeres nos las pasamos comparándonos entre nosotras y no es nada sano; de hecho, es hasta potencialmente peligroso.
¿Por qué? Si te comparas con un hombre, siempre vas a tener la desigualdad de género como justificación o excusa; pero cuando se trata de otra fémina, puedes llegar a la temida pregunta: ¿Qué tiene ella que no tengo yo? Y créeme, tu auto-saboteadora interior puede llegar con unas conclusiones o respuestas para nada ciertas o totalmente injustas que dañarán tu autoestima.
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Quizá tenga que ver con el hecho de que como ciertamente en muchos campos somos discriminadas por nuestro género o nos sentimos minoría, estamos en una constante competencia entre nosotras para salir victoriosas.
Pero si lo pensamos en frío, ¿de qué sirve comparar, por ejemplo, nuestro cuerpo con el de otra mujer en el gimnasio? Eso no nos va a hacer más delgadas ni estar en mejor forma física; al contrario, puede minarte el ánimo y alejarte de tu meta.
Sí, es cierto que para algunas sirve de motivación, pero entonces puedes caer en la trampa de no hacer las cosas por ti, sino simplemente por superar o ser mejor que alguien más.
Definitivamente, creo que las mujeres a veces perdemos demasiado tiempo comparándonos entre nosotras mismas en vez de aprovechar ese tiempo para hacer algo más productivo y enriquecedor con nuestras vidas y los que nos rodean.
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Además, a veces somos tan superficiales (porque me incluyo) que nos comparamos únicamente en cosas materiales. Contrastamos nuestras finanzas, atuendos, novios, cuerpos, etc. pero rara vez escuchas a una mujer comparando su amabilidad o su sentido de caridad con respecto a otra mujer.
Siempre va a existir alguien con un mejor cabello, más delgada, con pestañas más largas, más joven, con dientes más blancos, con más “me gusta” en Instagram (donde, por cierto, no debes creer todo lo que ves porque a veces son sólo espejismos), con más suerte, con una mejor piel y así puedo continuar una larga lista de nunca acabar… ¿pero te has puesto a pensar que también siempre hay alguien que está en una peor situación que la tuya?
¿No es mejor agradecer lo que tienes que vivir siempre con una sensación de insatisfacción? ¿Te has puesto a analizar objetivamente por qué esa persona tiene algo que tú no?
En el fondo se trata de agradecer, de disfrutar la vida y trabajar duro por aquello que queremos cambiar o mejorar.
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Compararnos es, en la mayoría de los casos, una pérdida de tiempo y de energía. Una telenovela que sólo ocurre en tu propia mente.
Cada una es única a su manera y siempre existirá una o varias cualidades que te harán especial, entonces, ¿para qué afincarte en lo te falta y auto-sabotearte la vida sin necesidad cuando ya es lo suficientemente complicada?
La belleza, el éxito, etcétera viene en distintas formas, así que no te presiones con una idea de perfección que probablemente tu solista te creaste.
No seas tan dura contigo misma ni con otras mujeres a las que podrías estar causando un gran daño al compararlas con otras.
Al final del día, todas contamos con algo grandioso y vamos a lograr más beneficios si, en vez de estar comparándonos, nos inspiramos entre nosotras para alcanzar la meta que todas tenemos en común: ser feliz.
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