Gracias por todo lo que me diste, yo me lo quedo. Tú puedes quedarte con lo que yo te di. De lo que hubo mal entre tú y yo, yo tomo mi responsabilidad y tú toma la tuya. Y ahora con amor te dejo ir.
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Sí, nos guste o no, algunas amistades tienen fecha de caducidad, o bien, se transforman, porque no necesariamente siempre se pierden o se deja de ser amigos.
Esto me costó mucho trabajo comprenderlo y, sobre todo, aceptarlo.
Viví lo que fue tener una BFF, Best Friend Forever, una mejor amiga para siempre, y también lo que fue que esa amistad se transformara hasta que dejó de ser lo que fue.
Duele y mucho porque nuestra naturaleza es ser personas de apegos.
Difícilmente nos gusta el cambio y mucho menos cuando se trata de amistades. Sobre todo cuando tienes una amiga –o amigo- con el que desde niña compartiste lágrimas, penas, alegrías, funerales, su boda, tu boda, hijos que se hicieron comadres o compadres…
La lista de experiencias compartidas es interminable por lo que resulta inimaginable que tanto pueda llegar a volverse nada, solo recuerdos.
Esta parte de mi historia con esa persona, que fue en su momento tan importante en mi vida, ahora, gracias al tiempo lo entiendo así: ¿Qué hace un maestro cuando termina de dar su lección? Se va. Y así fue.
Estoy convencida que de alguna forma todos somos maestros y alumnos, unos de otros. Nadie llega a nuestra vida por casualidad, sino por causalidad. Y, en un momento concreto, cuando debemos aprender para crecer, su misión está cumplida y toca a cada uno seguir con su camino.
¿Y por qué debe irse si le amamos tanto? Porque quizá ya no comparten los mismos valores; o porque ya no se identifican el uno con el otro; o porque tal vez dejaron de alimentar el vínculo que les unía.
Insisto. Duele y mucho pero creo que es más triste aferrarse a una amistad que ya no puede ser simplemente porque no conviene o porque no nos estamos haciendo bien.
Es cuestión de aceptar que tu tiempo en mi vida terminó y el mío en el tuyo.
¿Por qué se pierde a los amigos?
¿Cuál es el factor más significativo por lo que una amistad no puede ser para siempre?
Según el doctor Pedro Larrea, psicólogo clínico, “la razón más evidente es por una deslealtad. Pero lo que ocurre con más facilidad es la falta de contacto”. Es lo que antes mencioné, el vínculo que unía se dejó de alimentar lo que hizo que el lazo afectivo se desgaste.
“Compromiso es un acto, no una palabra”, explica Sartre.
La amistad es una relación difícil, porque es un fuerte sentimiento mutuo de fraternidad que exige vivir los valores de la empatía, lealtad, respeto, amor, sinceridad, compromiso y libertad.
Es un lazo de amor porque, en primer lugar, nos caímos bien, porque hubo afinidad. También encontramos cualidades que nos permitían completarnos.
Un amigo es el espejo donde nos reflejamos y nos podemos observar, ser nosotros mismos, pero cuando ya poco o nada de eso nos une…
Cuando ya no nos vemos reflejadas en los ojos de la amiga, cuando ya nada de estos amores existen es hora de decir adiós.
Aceptar que esa amistad terminó requiere de mucha valentía porque estás soltando una parte de tu corazón que jamás volverá.
El compromiso mutuo ha terminado. Incluso, cuando por cosas de la vida hay un reencuentro reafirmas que ya no podrá ser, que ya nada es igual.
Ni rastro de ese amor, de esa hermandad. Le soplas y le soplas para que prenda esa pequeñísima mechita de luz que se vislumbra, pero ya la flama de la amistad no arde. ¡Esto es bien triste!
Las amistades cambian a través del tiempo, se transforman y muchas veces, aunque sea con dolor, hay que dejarlas ir con una actitud de gratitud por todo lo compartido y las lecciones aprendidas. Lo mejor es quedarse con todos los recuerdos bonitos y aceptar que lo que fue, ya fue…
