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Todos creíamos que “en Parkland nunca pasa nada”, hasta ayer

PARKLAND
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María Verónica Degwitz - publicado el 15/02/18
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La tragedia de Parkland, la ciudad “más segura” del estado de la Florida

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“En este pueblo no pasa nunca nada”. Esas son las palabras que siempre repetía a las personas que nos visitan en Parkland, Florida.

Una pequeña ciudad que no está ni al este, ni al oeste, ni al norte, ni al sur: estamos como en el medio de todo, escondidos de la civilización.

El año pasado nuestra ciudad fue nombrada como la ciudad más segura del estado de la Florida.  Ayer todo cambió: Parkland es conocida a nivel mundial por un tiroteo ocurrido en una de las escuelas que dejó un saldo de 17 muertos e incontables personas heridas.


Parkland school shooting
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Los sucesos de la tarde de ayer son difíciles de revivir: eran las 2:30 pm cuando comenzaron a llegar los mensajes de texto que decían que había una alerta roja en el colegio.

Todos pensamos que sería una falsa alarma, en Parkland nunca pasa nada. Sin embargo, cuando poco a poco nos dimos cuenta que todos los colegios de la ciudad cerraron sus puertas obedeciendo a los procedimientos de emergencia, todo se volvió muy real.

Había muy poca información disponible, y como el colegio de educación media está al lado del colegio de educación superior, había más de 5 mil estudiantes encerrados y sus padres desesperados por saber lo que estaba pasando.

Mensajes iban y venían preguntando por nuestros conocidos, muchos en contacto con sus hijos a través de mensajes de texto, otros desesperados porque no sabían nada.

Fueron horas de angustia, de oraciones, de confusión: nuestro pequeño pueblo no estaba preparado para esto.

Poco a poco la información fue conociéndose en medio de nuestra incredulidad, algo que parecía una pesadilla se había convertido en realidad.

Era ya de noche cuando los padres comenzaron a reunirse con sus hijos y la magnitud de la tragedia se comprendió: 17 personas perdieron la vida en los pasillos del colegio. Algo que nunca debería pasar.

¿Cómo entender que en la mañana dejas a tus hijos en el colegio y no los vuelves a ver con vida?

No hay respuesta, pero si una profunda reflexión: el asesino era un joven huérfano que el sistema olvidó. Tenía problemas serios, pero nadie capaz de prestarle ayuda.

Más allá del problema de la pertenencia de armas, que debe ser abordado inmediatamente por las autoridades de este país, hay una realidad: la preservación de la familia es un antídoto contra estas tragedias.

En familias sanas, que se quieren y que se cuidan, hasta este tipo de enfermedades son contenidas porque le importas a alguien, porque no te van a abandonar.

Esta mañana Parkland amaneció triste. Aunque hubo actividades escolares, casi nadie decidió enviar a sus hijos a la escuela. Necesitamos tiempo para recuperarnos, para rezar, para estar con nuestros hijos. Necesitamos tiempo para consolar a nuestros amigos, para hacerle un plato de comida a aquellos padres que perdieron parte de su corazón el día de ayer.

Ojalá este tiempo que nos estamos tomando no sea tiempo perdido para las autoridades, y que se entienda que acciones concretas deben ser tomadas ahora. No podemos permitirnos perder más vidas, ni romper más familias.

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