El reconocido compositor reveló su única decepción profesional, que tiene que ver con el Pontífice
Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
Ennio Morricone dijo haber cumplido todas sus expectativas profesionales. Sin embargo, reveló que la única decepción la tuvo cuando el papa Francisco no pudo asistir a su concierto Missa Papae Francisci en 2015. El compositor y director italiano que cumplirá 90 años fue entrevistado por Pier Luigi Vercesi periodista de Il Corriere della Sera.
“Un día, el productor Fernando Ghia me arrastró a Londres para asistir, junto con el director Roland Joffé, en la proyección de una película sin música”. Se traba de La Misión, la historia ambientada en lo que ahora es Paraguay. Los jesuitas en el siglo diecisiete convertían a los indios para sacarlos de la esclavitud.
Morricone cuenta que lloró como un niño en la última escena, cuando los protagonistas fueron asesinados. Pidió al director de la película que no pusiera música, que no era necesaria. Y cuenta como después de tanta insistencia aceptó el reto de su vida. “Jeremy Irons, padre Gabriel, toca el oboe, así que tuve que escribir una pieza para ese instrumento”.
El maestro aseguró que estudió la música sagrada de ese momento histórico, representativa en autores como Claudio Monteverdi y Pierluigi da Palestrina. Así, recordó que tuvo una intuición para la canción donde aparecen los indios por primera vez de frente a padre Gabriel. Era un simple tararear que se convirtió en una joya de la música prestada al cine.
Sucesivamente, contó como se editó la película con la banda sonora y está causó entusiasmo en Ghia y en el director Joffé, mientras que el productor británico estaba decepcionado. “Escuché que quería otro compositor. Yo sólo era el suplente porque el otro estaba ofreciendo otros conciertos”. Se trataba de “Bernstein”. “De haberlo sabido no hubiera aceptado”, sostuvo.
La historia con el Papa
Años después (2012 – cuenta en una entrevista anterior ), una mañana, mientras se encontraba comprando un periódico bajo su casa, en la Piazza del Gesù, un jesuita se le acercó y le pidió que escribiera una misa por el bicentenario de la reconstitución de la Compañía después de la supresión de 1773.
“Poco antes de la ejecución, el Papa vino a visitar la iglesia y me permitió conocerlo. A solas con él, María (su esposa) y yo rompimos a llorar; Francisco nos miró en silencio. Después de unos minutos logré hablar, le conté sobre “la Misión”, sobre la misa y le pedí que viniera a escucharla”.
El Papa les regaló dos rosarios. Pero él no se quedó para el concierto. Desde el Vaticano le confirmaron que el Sumo Pontífice tenía que recibir esa tarde a Putin.
“¿Y cuál fue el problema? Esperábamos. Quizás también traiga a Putin. La verdad es que Francisco nunca ha asistido a un concierto” abundó. Y la verdad es que el Papa no ha asistido ni siquiera a los conciertos de beneficencia en el Vaticano. Luego agregó: “No piensen, a pesar de esto, que soy un quejica: lloré solo aquellas dos veces allí, por “La Misión” y por conocer al Papa”.