El cantautor cuenta haber respirado de sus papás, casados durante toda la vida, una actitud positiva y alegre ante la vida. “Eran felices de estar en el mundo”
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Luciano Ligabue es uno de los cantautores (también es escritor y director de cine) más internacionales de la música italiana actual. Un hombre rompedor y de gran personalidad. Y ha sorprendido a todos con unas declaraciones sobre la importancia de la familia unida para siempre en su vida – a pesar de él mismo está ya divorciado de un primer matrimonio.
En el pasaje de la entrevista de Rep.tv y llevada a cabo por Ernesto Assante y Gino Castaldo, cuenta sobre sus papás:
“Eran felices de estar en el mundo, de estar juntos, felices de vivir. Esto lo veía cada día. Por lo tanto, daba por sentado que fuera así, la institución de la familia. (…) Lo que siempre vi (…) y que no podía esconder era este tipo de actitud”.
Su mamá, que acaba de cumplir ochenta años, rebosa aún de este entusiasmo por la vida, por la belleza de las cosas, que ama a su hijos, que se puso elegante para ir a la premier de la película que él dirigió (Made in Italy, estrenada el 25 de enero de 2018)…
Su primera familia fracasó, se separó de su primera esposa, recuerda Luciano.
“Creo aún en la familia. Me he vuelto a casar. Y creo que es una institución que funciona, pero no creo que vale para todos. Creo que depende de las relaciones (…). Y creo que depende del hecho de no sentirse bichos raros dentro de una familia en relación a un mundo lleno de tentaciones y cambios”.
El interlocutor sugiere que esto se podría deber a la edad. A un desvanecimiento del deseo en sentido estricto.
La tentación de la que advertía Ligabue es la que que nos quiere hacer creer que la belleza, la energía, la aventura están allá afuera y la rutina gris aquí adentro, en la familia donde uno está, tibio y tranquilo, bebiéndose la vida.
No, quiere decir otra cosa.
Y de hecho el verbo que usa como anáfora de una poesía no en rima, sin menospreciarlo es precisamente “creo”.
No nombra nunca a Dios, en la entrevista (¿quizá debe aún encontrar “el momento”?). Proviene de un oasis de comunismo feliz, cuenta. Y, por lo tanto, no añadiremos ni forzaremos nada.
Pero, como sugieren al final los dos presentadores que lo despiden amablemente, ninguna canción suya es realmente dark. Siempre hay luz, algo positivo, una alegría, un positivismo de fondo.
“Es más fuerte que él, es más fuerte que él”.
Risas…
Sí, así parece: lo que ha respirado, comido con sus ojos durante años en su casa, degustando la belleza cotidiana de un matrimonio sólido y feliz entre sus papás (no siempre habrán reído, pero la nota constante, el acorde que acompañaba cada partitura, de la más eufórica a la más dramática o melancólica, era siempre la misma y era, probablemente, en mayor. Aquí, la belleza genial de la mono-tonía) está injertado en su naturaleza; y juega con su personalidad, con la libertad de joven músico, con los tiempos que le tocaron por suerte, se descodificó en la poética de su repertorio, en su manera de hacer rock de hombre con la cabeza bien puesta.
Lo dice él mismo: el rock es un lenguaje que le permite gritar sus sentimientos, de no ser púdico. No debe por fuerza traducirse en los clásicos “iconos del rock”. Que luego cuando mueren de sobredosis, mueren jóvenes verdaderos, no clichés, se tomaría en cuenta.
