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Mariachis y Música llanera, dos cantos patrimonio inmaterial de la humanidad

MARIACHI
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Macky Arenas - publicado el 27/02/18
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América Latina: Conozca expresiones autóctonas honradas por la Unesco

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México, Colombia y Venezuela han visto sus géneros musicales reconocidos por la prestigiosa institución que vela por la cultura y las tradiciones mundiales, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Unesco. El género de mariachis y la música llanera colombiana y venezolana son patrimonio inmaterial de la humanidad. Es una manera de preservar artes y oficios que, de otra forma, correrían el riesgo de desaparecer.

Los cantos de Los Llanos, propios de la actividad ganadera e interpretados a capella mientras se trabaja con los animales, están en declive en Colombia, según alertaron autoridades de ese país.

“Sobre la viabilidad de esta práctica cultural se ciernen numerosas amenazas, debido a la honda transformación socioeconómica y demográfica de la sociedad llanera”, se leía en un comunicado de la Unesco.

El mariachi, también en la lista, es una música tradicional y un elemento fundamental de la cultura del pueblo mexicano. Los mariachis tradicionales cuentan con dos o más músicos vestidos con indumentaria regional, inspirada en el traje de charro, que interpretan un amplio repertorio de canciones acompañándose con instrumentos de cuerda. Su repertorio es muy amplio y las orquestas que interpretan la música mariachi “moderna” cuentan con trompetas, violines, vihuelas y guitarrones, y suelen estar compuestas por cuatro o más músicos.

Si bien es cierto que el Llano venezolano es uno de los más vastos del continente, también lo es el que Colombia, en su geografía de llanada, cultiva un género musical igualmente rico y semejante. Son tierras anchas, abiertas y francas como el carácter y el corazón de sus habitantes.

Los Cantos de Ordeño se escuchan en las regiones del Llano, donde se vive de la ganadería y agricultura principalmente. Diferentes actividades identifican la región y las vivencias diarias del pueblo. El Llano es caliente y allí amanece temprano tras el aroma del café recién colado. Justo antes del amanecer comienza el trabajo y también el olor de la arepa (*1) en el budare (*2) que invade el ambiente.

El trabajador del Llano llama al ganado acompañado de cantos. El ordeño se hace al alba y a las vacas se les arrulla y se les canta para que den su mejor producto: la leche. “Mariposa”, “Nube de agua”, “Luna llena”, “Lucerito” se convierten en nombres de vacas a las cuales se le regalan coplas y cantos mientras se ordeñan amarradas a sus becerros. Estos cantos se identifican por ser repetitivos, nombran a la vaca incontables veces, se les colmas de bellas palabras y amorosas frases para que, en un mágico enlace entre la vaca, el becerro y el ordeñador, se obtenga la mejor leche del Llano, base para quesos, mantequillas y sueros.

También conocidos como cantos de faena representan una tradición que comenzó hace 400 años y que muestra cómo, a través del canto, el hombre de Llano -especialmente el becerrero- se comunica con las reses y vuelve más sencillas las tareas como el ordeño y el arreo.

Por un año entero se trabajaron los contenidos argumentales que figuran en el expediente binacional presentado a la Unesco y que convocó la unión y el trabajo de ambas naciones.

Esta manifestación compartida entre Colombia y Venezuela entra a la lista con medida de salvaguardia urgente, lo cual demuestra la preocupación que existe dentro de la Unesco por la posible desaparición de esta manifestación cultural autóctona de los Llanos Orientales -Colombia- y Centro Occidentales –Venezuela-, siendo la octava declaratoria colombiana y la sexta venezolana reconocidas por la Unesco.

En la Ciudad de Jeju, Corea del Sur, durante la decimosegunda sesión del Comité para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco en 2017, fue aprobada dicha inclusión, aclarando que se debe atender, de inmediato, los riesgos identificados en esta expresión cultural que evidencia las tradiciones compartidas entre Colombia y Venezuela.

Esta ha sido una gran noticia. Preservar este género musical es tarea urgente pues se trata de una expresión única, asociada a los oficios de los vaqueros, los arreadores de ganado y demás portadores de esta bella e inmensa zona geográfica. Es la gran expresión de la Orinoquia. “Esta decisión es un importante respaldo para seguir trabajando con la población llanera en acciones y estrategias de salvaguardia de esta expresión”, afirmó la ministra de Cultura de Colombia, Mariana Garcés Córdoba.

Los cantos de trabajo –o cantos de faena- de Los Llanos representan un conjunto de expresiones inmateriales de la Orinoquía colombo-venezolana, asociado a las actividades de la ganadería.

Esta tradición de centurias tiene como principal acción cuatro variantes orales y sonoras: los cantos de ordeño, los cantos de cabrestero, los cantos de vela y los cantos de domesticación (silbos, gritos, llamados, japeos), todos interpretados a capella en las faenas de trabajo con el ganado tanto en las sabanas como en los corrales y, las fincas y los hatos.

En Venezuela, la instrumentación pasa por el arpa, el cuatro (*3) y las maracas. En un tiempo fue protagonista la guitarra instrumento que actualmente, para estos menesteres, se conserva mayormente en Colombia.

Los cantos de trabajo del Llano se practican y se escuchan en Colombia, en la región de los Llanos Orientales, que comprende los departamentos de Arauca, Casanare, Meta y Vichada y, en Venezuela, en los Llanos Centro Occidentales que abarcan los estados  Portuguesa, Cojedes, Barinas, Guárico y Apure.

 

 

La región binacional la constituyen algo más de 500.000 kilómetros cuadrados. En esta extensión se adaptaron vacunos y equinos, junto con otras especies de animales domésticos, llegados con la presencia europea a partir del siglo XVI y constituyeron la base de una economía pastoril acondicionada a las condiciones geomorfológicas y ambientales del lugar.

Estos cantos se encuentran a lo largo y ancho de nuestros países. Son profundos y conectan con lo más hondo de la identidad. Pueden ser muy melancólicos y generalmente llevan la cadencia de una dulce tonada. Cada actividad que realiza el llanero va acompañada de bellas letras y música suave que identifican al laborioso pueblo. Los cantos de faena nacen principalmente de los trabajos que realizaban los esclavos traídos con la conquista, la recolección de la siembra, cuyo mayor ejemplo son las mujeres que recolectan el cacao y el café, acompañando la labor de un hermoso canto que expresa sus sentires.

La importancia de esta decisión de la Unesco radica en la posibilidad de visibilizar y salvaguardar una expresión cultural que tanto en Colombia como en Venezuela se ha visto progresivamente afectada por procesos económicos y sociales en la región.

Son procesos que han generado cambios en la vocación pecuaria y en el uso de la tierra, al igual que han trastocado los patrones culturales básicos de la vida tradicional del Llano y, consecuentemente, han debilitado sensiblemente los Cantos de Trabajo de esas tierras al modificar el universo cultural llanero, dando lugar a un lento proceso de desmemoria y abandono.

Por pura coincidencia en estos días se recuerdan dos hechos que tienen que ver con dos extraordinarios creadores y representantes de la música llanera, quienes se consideran, además, innovadores de las coplas y los cantos llaneros al otorgarles una extraordinaria proyección urbana-continental.

El 19 de febrero se recordaron cuatro años del fallecimiento de Simón Díaz – el inolvidable “Tío Simón”-  reinventor el canto llanero en sus numerosas composiciones, entre ellas, “caballo viejo” con record de versiones –hasta en japonés- por los más reputados intérpretes del mundo.

El 20 de febrero, otro símbolo viviente de la cultura musical del llano, el maestro Juan Vicente Torrealba, llegó a la respetable edad de 101 años de vida.

Se espera que la exitosa propuesta binacional ponga en marcha medidas de protección que integren más a la comunidad de los dos países portadora de la manifestación.

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(*1) La arepa es un alimento de origen precolombino de Colombia y Venezuela, hecho a base de masa de maíz seco molido o de harina de maíz precocida, de forma circular y aplanada. Es consumido de manera tradicional en las gastronomías de Colombia y Venezuela.​​​

(*2) El budare es una plancha circular de hierro fundido o arcilla, usada para cocer o tostar alimentos como arepas, cachapas, cazabe, mañoco o granos como el café. Se usa frecuentemente en Venezuela y Colombia.

(*3 )El cuatro es un instrumento de la familia de la guitarra. Se utiliza en toda América Latina, pero adquiere un papel relevante en los conjuntos musicales de países como Puerto Rico, Colombia y Venezuela. Debe su nombre a que posee cuatro cuerdas.

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