Las medidas de carácter público, para ser eficaces, han de tener en cuenta también al hombre
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La mejora de la situación de la mujer en la sociedad para que pueda vivir como ciudadana de pleno derecho, necesita cambios importantes en las políticas públicas para acabar con la discriminación.
Consuelo León, coordinadora de la Childcare and Family Policies Chair (Fundación Joaquim Molins Figueras ) de Instituto de la Familia de UICBarcelona UICBarcelona, ha explicado a Aleteia que “no solo es positivo que las empresas se impliquen sino que también debe hacerlo el Estado con cambios de leyes“. Por esta razón, apunta cuáles son las tres medidas políticas imprescindibles:
1. Horarios
Desde varias entidades y en muchos países se está luchando en favor de unos horarios que favorezcan la atención familiar. En el caso de España, se pide que se adelante el almuerzo y la cena, como también que los medios de comunicación públicos muevan sus horarios: con un cambio de hora del telediario, por ejemplo.
“Lo importante es conseguir que las personas sean corresponsables y se acaben las largas jornadas laborales que no tienen por qué cundir más”. (España es uno de los países con jornadas de trabajo más largas y más improductivas)
León apunta que “habría que compactar el horario y hacerlo productivo, esto es, que el empresario dispusiera de herramientas y formación para poder comprobar que efectivamente un menor número de horas de trabajo hace igualmente efectivo el rendimiento laboral”.
“La finalidad última de mover los horarios es conseguir que el hombre y la mujer sean corresponsables en la familia“, apunta León, “y esto implica también un cambio de mentalidad, porque lo que nos encontramos actualmente es que es a mujer quien vuelve pronto a casa para hacer las tareas”.
2. Baja parental
En México es de 5 días, en Argentina 2 días. En España, un mes: los dos días siguientes al parto y otros 28 a decidir. “Es un avance que en algunos países se reconozca la baja de paternidad de forma independiente a la de la madre, pero queda mucho por lograr”, dice la experta. “Lo que está comprobado por la experiencia es que el padre no toma la baja completa“.
Esto, según ella, puede deberse a dos razones: “la primera es la falta de implicación del hombre, que no enlaza con su nueva situación de padre; la segunda, por miedo a que en su empresa consideren que no se implica lo suficiente y que se evade de sus deberes profesionales”.
“Lo importante -según Consuelo León- es que esa baja de paternidad esté bien integrada intrafamiliarmente“.
3. Formación: escuelas de padres
“Las escuelas de padres son necesarias. Es una demanda real que existe, porque los padres jóvenes (tanto él como ella) no han aprendido las habilidades para serlo. Se da el caso general de que son muy competentes en lo profesional pero, en cambio, les faltan las habilidades para ser unos buenos padres. Los jóvenes no dudan en solicitarlo”.
En este sentido el Instituto de Estudios Superiores de la Familia ha desarrollado diversos programas de orientación y acompañamiento familiar que cuentan ya con más de 500 antiguos alumnos en todo el mundo. Los temas en las escuelas de padres son de lo más variado: desde cómo ejercer la autoridad hasta cómo quitar el chupete. “Se nos está planteando esta carencia desde e plano personal hasta desde el tercer sector”, dice León.
Y de ahí se llega a la raíz del problema, que a juicio de León es “que la personalidad del niño no se forma bien“.
Formar al niño con las dos “r”
Para que un niño pueda formarse plenamente son necesarias dos “r”: referencia (que es el cariño) y “refuerzo (que es la autoridad)”.
“Cuando no hay autoridad, cualquier niño adopta el papel del “buen salvaje” de Rousseau“, dice León, “es un pequeño tirano. Los padres se tienen que empoderar, sin miedo, y aplicar la parte de autoridad que les corresponde“. En estos planteamientos influyen hechos como el de ser padres a una cierta edad, que solo tengan un hijo o que tengan miedo de que algo le arrebate la salud al pequeño”.
El secreto para las tres propuestas: trabajar en equipo
La clave, vistas las tres propuestas, es trabajar padre y madre al unísono, es decir, hacer frente unido, dialogar y conseguir que todas las medidas sean de común acuerdo.
Pero eso no será viable hasta que las políticas públicas no den la oportunidad de decidir tanto a hombres como mujeres qué camino pueden tomar. De ahí que sea importante que la política, si quiere mejorar realmente la situación de la mujer, tenga en cuenta también al hombre. Las medidas han de involucrar a los dos.
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