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Loving Pablo: De vacaciones en la miseria de los demás

LOVING PABLO
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Hilario J. Rodríguez - publicado el 12/03/18
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Consiste básicamente en Javier Bardem haciendo lo que Wagner Moura hizo de manera más convincente en la serie Narcos

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El ruido de fondo se ha vuelto uno de los paradigmas del cine comercial desde que las series comenzaron a echarle un pulso con personajes más complejos y situaciones más abigarradas. Ahora en muchas películas todo el mundo quiere hablar, justificar su presencia en el encuadre dando la explicaciones que las imágenes no saben proporcionarnos, mudas visualmente como momias del antiguo Egipto pero sonoras como discos rayados.

Los espectadores ya no vemos, somos guiados por lazarillos verbales, la mayoría de las veces rumbo a ninguna parte, con la sensación de estar siendo explotados por la misma maquinaria que produce secuelas, precuelas, remakes, novenas temporadas y un fondo de armario argumental muy homogéneo en cinematografías distantes entre sí, que a veces ni siquiera aportan una pequeña dosis de exotismo para entretener a nuestros ojos. Todo son explicaciones, opiniones, confesiones… Y la cosa sólo se anima cuando hay persecuciones o agresiones.

Loving Pablo consiste básicamente en Javier Bardem haciendo lo que Wagner Moura hizo de manera más convincente en la serie Narcos. Habla en inglés casi todo el rato aunque en la mayoría de las ocasiones lo haga con otros personajes colombianos, y sólo utiliza el castellano al dirigirse a extras en papeles de pobres o analfabetos.

Además habla demasiado aprisa, casi tanto como Penélope Cruz, para proporcionar verosimilitud a una película vendida de antemano al mercado anglosajón, aprovechando el tirón de sus actores principales y el revival de Pablo Escobar, uno de los iconos de los años ochenta, cuando el gobierno de Estados Unidos participó en el tráfico ilegal de armas y drogas porque con las ganancias podía financiar guerras sucias en Centroamérica u Oriente Medio sin necesidad de presentar presupuestos ni ante el congreso ni ante el senado.

Nada de esto cuenta en la película, más fascinada con Escobar y sus supuestas contradicciones (casado y adúltero, Robin Hood y asesino indiscriminado, dictador a su manera y congresista en un gobierno democrático) que dispuesta a explorar al doctor Frankenstein que le dio vida y le proporcionó impunidad durante tanto tiempo (la inmoralidad de Reagan y Bush, la eterna corrupción de los gobiernos latinoamericanos, la fascinación criolla por el dinero a cualquier precio, el servilismo de capas sociales incapaces de diferenciar el bien del mal, el triunfo del populismo en sociedades sin sentido autocrítico y donde siglos después -en algún caso- la colonización sigue teniendo la culpa de sus desgracias, el carácter viral e icónico del crimen entre las generaciones más jóvenes, el deslenguado e incontrolable poder de los millonarios, o el sensacionalismo en medios de comunicación cuyo único fin son los grandes titulares y las ganancias).

Amando a Pablo, odiando a Escobar es el best séller en que se basó mayormente Fernando León de Aranoa para escribir el guión de Loving Pablo. Según él, le interesaba el punto de vista femenino de la periodista Virginia Vallejo. Ese punto de vista en la película y en el libro comienza cuando ella vuela hacia Miami en 2006, protegida por la DEA. Pablo Escobar lleva muerto trece años, ella dejó de ser su amante en 1987, y estos saltos temporales, sin apenas explicaciones, apenas cuentan.

De la misma forma que el gobierno estadounidense le proporcionó asilo porque así se aseguraba de que ella no contase ciertas cosas, León de Aranoa le proporcionó su redundante narración en voice over a la película porque así daba voz a “una mujer” a quien el cineasta considera “valiente y decidida”. Virginia Vallejo, para quien no lo sepa, era la reportera televisiva de moda en Colombia a principios de los ochenta.

Como dice en Loving Pablo, “la gente quería verme, no tanto escucharme”. Le gustaban los modelitos y las joyas, alternaba con las élites y se acostaba con militares, políticos, presidentes de gobierno y narcotraficantes. A Pablo Escobar le deja bien claro que “no me importa ni lo que haces ni cómo consigues el dinero”, mientras me pueda beneficiar, claro.

Tiene un poco de Uno de los nuestros (1990, Martin Scorsese), sin humor o con un sentido del humor todavía indescifrable para mis entendederas. Ahora mismo, si le diese por ahí, podría denunciar al mundo entero por haberla obligado a comportarse como lo hizo, sólo por querer ser rica y famosa, amante hoy de Escobar y mañana de sus enemigos, intentando en el fondo salir adelante en un mundo de hombres.

Y hasta aquí puedo (y quiero) decir sobre esta heroína moderna, a quien Penélope Cruz confunde con una de esas madres coraje que tanto le han dado a lo largo de su carrera, siempre al borde de un ataque de nervios: gritonas, enfáticas, gesticulantes, atrevidas, desvergonzadas y casi tan reales como las habitantes del extrarradio que ha interpretado más de una vez y que -como suele decirse y se dice muy bien, por cierto- hacen de su capa un sayo.

Con unos mimbres así, sin una mínima lógica, donde vale cualquier cosa si yo lo digo, se pueden hacer películas de ciencia ficción o películas de Fernando León de Aranoa. Al sentido crítico o autocrítico lo sustituyen la poesía, y el buen rollo propone la exclusión de imágenes problematizadoras, porque nadie es enteramente bueno ni malo, nada es enteramente feo o bonito, hay belleza por todas partes, y el mundo puede irse a la cama tranquilo después de ver esta película.

Nada duele siempre que mastiques bien antes de tragar. No leas, no veas, no pienses, no escuches, no temas, estás en buenas manos. No es español, es cine. Y hoy, por si fuera poco, dormirás como un lechón y mañana será otro día.

Ficha Técnica

Título original: Loving Pablo (2017).
País: España.
Director: Fernando León de Aranoa.
Guión: Fernando León de Aranoa (a partir del libro Amando a Pablo, odiando a Escobar de Virginia Vallejo).
Reparto: Javier Bardem, Penélope Cruz, Peter Sarsgaard, Julieth Restrepo, Óscar Jaenada, David Ojalvo, David Valencia, Lillian Blankenship, Giselle Da Silva, Nathan Cooper, Pedro Calvo, Manuel José Chavez, Joavany Alvarez, Mark Basnight, Diego Landaeta, Mihail Stoyanov.

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