Con ironía y chantaje emocional, el texto muestra a un adolescente muy actual en el Egipto del siglo II o III de nuestra era
Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
El sarcasmo adolescente es cualquier cosa menos una novedad. Por lo menos es lo que indica esta carta encontrada en Egipto y escrita en el siglo II o III de nuestra era, cuando el país estaba bajo control romano. El destinatario es un hombre llamado Theon, y quien le escribe es su hijo, un adolescente que tiene el mismo nombre que su padre, pero que también responde al apellido Theonas.
El papiro fue descubierto a principios del siglo XX en Oxirrinco(Oxyrhynchos), localidad a orillas del Nilo, cerca de 160 km al sudoeste de la actual ciudad del Cairo. La carta forma parte de la colección de la Biblioteca Bodleian, de la Universidad de Oxford, y, traducida, manda al papá Theon el siguiente recado de su hijo indignado:
Theon para su padre, Theon, saludos.
Fue muy amable por tu parte no llevarme contigo a la ciudad. Si te niegas a llevarme contigo a Alejandría, no te voy a escribir ninguna carta, ni a hablar contigo, ni a desearte buena salud. Entonces, si vas a Alejandría, ya no te daré la mano ni te saludaré más. Si te niegas a llevarme, eso es lo que va a suceder. Y mi madre le dijo a Arquelao que él me está molestando, ¡mándelo también! Fuiste muy amable al enviarme estos grandes regalos, pura basura. Me distrajeron el día 12, cuando zarpaste. Pero, bueno, mándame a buscar, por favor. Si no lo haces, me quedo sin comer ni beber. Rezo por tu salud.
Día 18 del mes Tobi.
Enviado a Theon por su hijo Theonas.
Adolescentes siendo adolescentes hace por lo menos 1.700 años. Como bien declara el libro del Eclesiastés en su primer e inmortal capítulo,
Una generación se va y la otra viene, (…) El sol se levanta, el sol se pone (…) Lo que fue, eso mismo será;
lo que se hizo, eso mismo se hará: ¡no hay nada nuevo bajo el sol! Si hay algo de lo que dicen:
“Mira, esto sí que es algo nuevo”, en realidad, eso mismo ya existió muchísimo antes que nosotros (cf. Eclesiastes, 1).