En su visita al Vaticano, los obispos pakistaníes tienen la intención de sensibilizar al pontífice sobre la situación tan difícil de los cristianos en este país.
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El jueves 15 de marzo, los obispos de Pakistán se han reunido con el papa Francisco en el Vaticano aprovechando su visita ad limina. Hasta aquí todo normal: todos los obispos del mundo se reúnen periódicamente ad limina apostolorum, es decir, para visitar las tumbas de los apóstoles. Y, por supuesto, esta visita incluye a los primeros de ellos en Roma, a saber, san Pedro y san Pablo, enterrados en sus respectivas basílicas. La visita concierne también, de forma concreta, a sus sucesores: el actual papa y sus colaboradores.
No obstante, según la sección italiana de la fundación de derecho pontifical Ayuda a la Iglesia Necesitada, estos obispos paquistaníes, liderados por monseñor Joseph Coutts, arzobispo de Karachi, tienen la firme intención de invitar al Sumo Pontífice a realizar una visita apostólica a su país.
Ciertamente no son los únicos en probar suerte pero, ¿abrigan la esperanza de que se les escuche? Para Joseph Coutts, la República Islámica posee muchas virtudes. En Pakistán, según afirma, todo el mundo, independientemente de su religión, aprecia al jefe de la Iglesia católica, y es considerado un “hombre de paz”. Lo que asombra a los musulmanes, subraya, son las relaciones que el Vaticano mantiene con el centro musulmán Al-Azhar, en Egipto.
Sin embargo, esta invitación, compartida con el actual gobierno del país, deberá confirmarse por los próximos responsables políticos de la República Islámica tras las elecciones del 15 de julio. No obstante, el prelado se manifiesta confiado en que la respuesta de tal petición sea positiva. Hay que considerar que esta visita guiaría al papa a la “periferia de la Iglesia”. Hace un mes, el obispo de Roma reafirmó su preocupación por la comunidad cristiana de Oriente, y ofreció una misa para este “pueblo crucificado como Jesús”.
Un clima político y social tenso
Antes de reunirse con el papa y proponerle dicho viaje, los obispos participarán en su misa en la Casa de Santa Marta. A continuación serán recibidos en audiencia en uno de los salones oficiales del Palacio Apostólico. Durante este intercambio, expondrán al sucesor de Pedro la situación en el país, caracterizada por múltiples tensiones sociales y religiosas.
Aunque este país cuenta con una inmensa mayoría de musulmanes (casi el 96% de la población), no son menos importantes los cerca de cuatro millones de pakistaníes cristianos. La mitad de ellos son católicos y la otra mitad protestantes. Sin embargo, esta comunidad sufre graves discriminaciones y violencia dentro de un clima político muy desfavorable.
Por desgracia, recuerda el arzobispo de Karachi, diversas iglesias han sido objetivo de ataques terroristas en estos últimos años. Es por esto que, según explica, la policía vigila los sitios de culto. El terrorismo islámico es un peligro constante: “no sabemos dónde ni cuándo golpearán de nuevo los terroristas”.
El último ataque azotó la iglesia metodista de Quetta, situada en el suroeste del país, el pasado 17 de diciembre. El día de Pascua de 2016, un atentado suicida ensangrentó un parque de la ciudad de Lahore: 78 personas fueron asesinadas ese día, y cerca de la mitad eran niños.
La ley contra la blasfemia: una espada de Damocles
Por otra parte, otra fuente de sufrimiento para los cristianos de la República Islámica de Pakistán radica en el abuso de la ley contra la blasfemia, que castiga con la muerte a aquellos que pronuncien palabras injuriosas respecto al Islam. A causa de esta ley, un chico cristiano de Lahore, Patras Masih, ha sido acusado recientemente de ofender al profeta Mahoma. También por culpa de esta misma ley, Asia Bibi está en prisión desde 2009. “Pienso a menudo en tu madre y rezo por ella”, reveló el papa Francisco a la hija de la “mártir” durante una audiencia con ella el pasado febrero en Roma.
Para Coutts, una vez más, una persona inocente es acusada sin pruebas y sin posibilidad de defenderse. “Tarde o temprano, todo el mundo será acusado”, explica. Independientemente de si es culpable o inocente. Por tanto, hace falta un verdadero cambio de mentalidad para impedir el abuso de esta norma, que es una espada de Damocles. Desgraciadamente, “el problema de la ley contra la blasfemia es inherente a nuestra sociedad”, declara el arzobispo.