La psicología nos permite tomar conciencia de nuestros mecanismos de defensa, esos muros que nos construimos a veces entre el mundo que nos rodea y nosotros. Según el padre Joël Pralong, una verdadera espiritualidad, iluminada por Dios y alimentada por los sacramentos, puede derribar estos muros, facilitar nuestras relaciones y ayudarnos a seguir siendo nosotros mismos.
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En su libro “Le courage d’être soi-même” (El valor de ser uno mismo) Joël Pralong identifica los mecanismos de defensa que actúan en lo más profundo de nuestro ser y que nos impiden ser plenamente nosotros cuando nos relacionamos.
En una entrevista con Aleteia, el autor nos da pistas para seguir siendo nosotros mismos, a pesar de los mecanismos que tenemos arraigados desde la infancia.
¿Cuáles son esos mecanismos de defensa de los que habla en su libro?
Los mecanismos de defensa que define la psicología son los comportamientos que adoptamos para protegernos. Son los muros que erigimos entre el mundo, a veces cruel, y nuestra sensibilidad vulnerable.
Los hemos ido construyendo desde nuestra primera infancia y normalmente los encontramos en todas las personas, en nuestras reacciones ante la adversidad.
Somos como un camaleón que niega sus propios pensamientos para conformarse con los de la persona que tiene enfrente: un pastor alemán que reacciona de forma agresiva.
Estos mecanismos revelan heridas y obstaculizan una comunicación auténtica. Nos impiden ser nosotros mismos, nos manipulan y pueden manipular a los otros.
Cuando resultan desproporcionados en comparación con la realidad pasan a ser verdaderos incapacitantes.
Si nos incapacitan en nuestras relaciones, ¿cómo podemos destruirlos?
No nos curamos de nuestras heridas. Y este es el objetivo de mi libro: podemos tomar conciencia, superarlas, tener aliados. No podemos pretender liberarnos de nuestros mecanismos de defensa, porque vivimos en un mundo en el que luchamos constantemente y del que hay que protegerse.
Y los mecanismos de defensa actúan como los anticuerpos en la sangre: no dependen de nosotros. Es necesario que estos anticuerpos existan para hacer frente a un virus. Nuestro cuerpo fabrica mecanismos de defensa para enfrentarnos a lo que nos ocurra.
El reto se encuentra en tomar conciencia de estos mecanismos cuando nos incapaciten, y será sobre todo gracias a las observaciones de terceras personas.
Es posible que nos digan: “Contigo no se puede hablar nunca en serio, todo te lo tomas a broma”, o “¿Por qué te pones a la defensiva como si yo te estuviera atacando?”. Estas son señales que deben alertarnos para empezar a trabajar en nosotros mismos.
¿Cómo llevar a cabo este objetivo y aprender a ser uno mismo?
La psicología puede designar y puede concienciar, pero no es suficiente para combatir. Es aquí donde la espiritualidad resulta interesante, ya que nos da pistas para purificarnos. La compañía espiritual no sustituye a la compañía psicológica, sino que son complementarias. Pero, a menudo, nos limitamos a la esfera psicológica y nos olvidamos de abrirnos a la ayuda de Dios.
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Aprender a ser uno mismo es tener el valor de escuchar lo que otros nos dicen, lo que sentimos, y de abrirse a Dios. Dejar que Dios nos ilumine y nos purifique requiere humildad. Aprender a ser uno mismo es una búsqueda de la verdad, un trabajo de toda una vida.
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Joël Pralong es superior del seminario de la diócesis de Sion en Suiza y antiguo enfermero de psiquiatría.