Una visita al Templo Mayor
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“Todos nos quedamos asombrados y dijimos que esas torres, templos, lagos, se parecían a los encantamientos de que habla Amadís”. Así refiere el soldado cronista Bernal Díaz del Castillo (en su *Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España*) el primer contacto visual que el ejército del conquistador de México, Hernán Cortés, tuvo de Tenochtitlán, la capital del poderío de los aztecas.
El asombro de Bernal y de muchos otros cronistas que conocieron Tenochtitlán antes de su caída (y virtual destrucción) en 1521, coincide con la simetría, el tamaño, la organización y el modelo estructural de una gran ciudad, fundada cerca de 1325, sobre un lago (el lago de Texcoco) en un continente recién descubierto, en la cual, según el propio Cortés, uno de sus mercados (el mercado de Tlatelolco) era dos veces el tamaño de Sevilla (y cuenta fray Bernardino de Sahagún que en un día normal había 20,000 personas comprando o vendiendo en ese mercado, y en los días de fiesta, hasta 40,000 personas).
En sus canales navegaban 60,000 canoas en un día de actividad normal, yendo y viniendo desde el centro hasta las márgenes de los lagos y una ciudad con cerca de cincuenta grandes edificios que destacaban por encima de las casas que por lo general eran de un sólo piso. El que más destacaba era el Templo Mayor y todo su recinto ceremonial que, ahora, su excavaciones y vestigios constituyen uno de los principales atractivos de la vista a la Ciudad de México.
¿Qué es el Templo Mayor?
El Templo Mayor es la denominación en español de huey teocalli, el gran templo de los aztecas, que se auto denominaban mexicas. De hecho, la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México se encuentra a unos pasos de los vestigios del huey teocalli.
Algunos de los restos del Templo Mayor fueron descubiertos en excavaciones esporádicas desde fines del siglo XIX y principios del XX. En 1978, trabajadores de la construcción descubrieron por casualidad un gran relieve en piedra con la representación de la deidad azteca Coyolxauhqui, lo que fue una enorme sensación en todos los ámbitos de la arqueología mexicana e impulsó la excavación definitiva, para lo cual se tuvieron que demoler varios edificios que se encontraban alrededor de la zona.
El complejo que ocupaba el Templo Mayor tuvo siete etapas constructivas durante las cuales el edificio fue agrandado por sus cuatro lados, además de otras ampliaciones parciales. La última etapa constructiva tuvo hasta 82 metros por lado y alcanzó una altura aproximada de 45 metros. El edificio principal está orientado hacia el poniente y sobre una enorme plataforma, con sus cuatro cuerpos superpuestos y los dos adoratorios en la parte alta. Uno de ellos está dedicado a Huitzilopochtli, dios solar y de la guerra, y el otro a Tláloc, dios del agua, de la fertilidad.
Esta dualidad representa los dos aspectos en que se sustentaba la economía mexica: por un lado la guerra, como medio de hacerse de diversos productos tributados por las áreas conquistadas, y por el otro la producción agrícola, indispensables ambos para el sostenimiento de Tenochtitlán.
Un Museo en las entrañas
Según la revista mexicana Arqueología, el Museo instalado en las excavaciones del Templo Mayor recibe cada año alrededor de 700,000 personas, de las cuales 140,000 provienen del extranjero. Hasta ahora, es el quinto sitio arqueológico con mayor afluencia en el país detrás de Teotihuacán, Chichen-Itzá, Tulum y Cholula.
Por ello se ha inaugurado un nuevo acceso a la zona arqueológica y al Museo por la necesidad de construir un vestíbulo de acceso subterráneo a la altura del Templo Mayor mejorando así el servicio público. La nueva entrada será por la Plaza Manuel Gamio, al pie del Templo Mayor.
Este acceso permitirá conocer nuevos vestigios descubiertos en el espacio sagrado de la antigua Tenochtitlán y poseerá dos vitrinas con piezas arqueológicas, una dedicada a la dualidad que se representa en el Templo Mayor (Tláloc y Huitzilopochtli) y la otra con ofrendas esculturas de piedra, cerámicas aztecas lítica y del periodo virreinal.
Durante la excavación para construir esta nueva entrada se encontraron vestigios del antiguo Seminario Conciliar de México (1688 a 1933), de casas coloniales del siglo XVI y XVII, pisos de la plaza frontal correspondiente a las estepas constrictivas IV, V, VI y VII (1440-1519 d.C.) del Templo Mayor, ofrendas con objetos funerarios y huesos, piezas de deidades y objetos, restos cerámicos de la época colonial: mayólicas, loza fina y porcelana china, los cuales formarán parte de las vitrinas exhibidas.
También se hallaron desplantes de estructuras prehispánicas, como la sección de Cuauhxicalco, “lugar del recipiente de águila”, así como un encino considerado sagrado del periodo de 1440 a 1469 nombrado Xólotl, que comunicaba el plano terrestre con el inframundo (fechados durante el gobierno de Moctezuma Ilhuicamina).
Con información de la revista Arqueología