La señora Herzberg cruzó la calle en un lugar inadecuado
Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
La tecnología promete siempre demasiado. Y, a veces, cumple poco. O, al menos, no cumple totalmente con las expectativas levantadas en el mercado y entre los consumidores. Mucho menos entre las autoridades políticas.
Tal es el caso de la empresa Uber y el gobierno del Estado sureño de Arizona, en Estados Unidos. Cuando Uber y otras empresas del sector tecnológico comenzaron a hacer pruebas con automóviles autónomos, pensaron que les iban a quitar muchos dolores de cabeza (por ejemplo, con el empleo a los choferes de taxis), o con los accidentes de tránsito.
Arizona permitió el uso de algunas de sus vialidades, con la sola obligación de que, en principio, las prueba llevaran un monitor humano frente al volante autónomo.
Sin embargo, el pasado domingo 18 de marzo por la noche, un vehículo autónomo operado por Uber atropelló y causó la muerte de una mujer, Elaine Herzberg (49), en la ciudad de Tempe (Arizona). Podría ser la primera muerte de un peatón atropellado por un vehículo autónomo en lo que va de las pruebas en Estados Unidos.
Hay algunas informaciones en el sentido que la mujer que la señora Herzberg cruzó la calle en un lugar inadecuado. El monitor humano tampoco pudo reaccionar a tiempo y los detectores del vehículo autónomo no funcionaron correctamente ante la contingencia. Nada de esto atenúa la decisión de Uber de suspender, de inmediato, las pruebas no solo en Tempe, sino también las que se estaban realizando en ese momento en Pittsburgh, San Francisco y Toronto (Canadá).
La policía de Tempe de inmediato dio a conocer, debido a “la magnitud gráfica del impacto”, el vídeo que muestra el momento del accidente. La cámara enfocada hacia la parte exterior del coche autónomo, muestra cómo una mujer aparece caminando, con su bicicleta, a mitad de la carretera en un tramo muy oscuro. Otra cámara enfoca al monitor humano dentro del auto.
El conductor ha declarado que “fue como un destello, la persona salió delante de mí” y cree que el accidente era “completamente imposible” de evitar aunque hubiera conducido una persona.
El auto no rebasaba los 63 kilómetros por hora y el monitor humano, según ha dicho la policía de Tempe, no se encontraba ni bajo los efectos del alcohol ni bajo el efecto de alguna droga.
Este accidente demuestra que la tecnología de los vehículos autónomos aún está en período de pruebas y que las compañías de entrega de pizzas o las farmacéuticas, o las que contratan “Uber Eats”, entre otras muchas que ya están pidiendo estos vehículos a empresas que los están produciendo, tendrán que esperar más tiempo.
La fase en que se encuentran es experimental y los gobiernos todavía tendrán que trabajar mucho para reglamentar el uso de vehículos autónomos en las calles de las ciudades. Aunque las compañías digan que estos autos reducirán el número de accidentes al evitar los errores y las distracciones de los humanos, la tragedia de Tempe abre muchas interrogantes sobre su seguridad.