Se enfrentaron al peor mal imaginable, y salieron victoriosasLas historias sobre personas que sufren heroicamente me impresionan, pero también me asustan. Me da miedo no poder ser nunca tan valiente. ¿Te has preguntado alguna vez, por ejemplo, si lo habrías arriesgado todo para esconder a un judío de los nazis o si habrías muerto en una cámara de gas para proteger a otra persona, como hizo Maximiliano Kolbe?
Me gusta mucho mi vida sencilla y libre de dolor. Cuando la peor parte del día es cuando se acaba el café en la oficina, sé que tengo una existencia notablemente cómoda. Hace que me pregunte de qué estoy realmente hecho y si de verdad tengo el carácter y la fortaleza que creo (¿espero?) tener. ¿Qué pasaría si tú y yo fuéramos a perderlo todo…? ¿Cómo responderíamos?
Existe un fenómeno psicológico conocido como “crecimiento postraumático” que significa que, a veces, el sufrimiento es bueno para nosotros. Lidiar con el trauma, de hecho, estimula el desarrollo personal y crea cambios vitales positivos. Esto implica que vivir la vida fácil, aunque tenga la ventaja de que es, bueno, fácil, no es siempre la mejor situación para encontrarnos a nosotros mismos. Los héroes solo se hacen en circunstancias desafiantes y las cualidades que demuestran quizás solo puedan nacer del sufrimiento.
La difunta Madre María Angélica de la Anunciación, fundadora de la televisión Eternal World Television Network (EWTN), explicó esto desde una perspectiva espiritual, escribiendo: “Todo dolor que soportamos con amor, toda cruz cargada con resignación, beneficia a todo hombre, mujer y niño…”. Continúa diciendo que el sufrimiento confiere curación y crea crecimiento interior.
Aunque quizás no sea tan sano desearnos directamente el sufrimiento o buscarlo, puede ser alentador leer sobre los ejemplos de cómo otras personas, aparentemente corrientes como nosotros, no cedieron al miedo, sino que se fortalecieron ante el sufrimiento. Quizás estas cualidades estén ocultas en nuestro interior también, esperando a manifestarse.
Estas cinco mujeres se enfrentaron tal vez al peor mal imaginable, el Holocausto, y surgieron victoriosas: