¿Un italiano que no ame la buena mesa? No existe. ¿Y un italo-argentino? Tampoco. Ahí está el papa Francisco como ejemplo ilustre. Aclaremos, no obstante: la relación del actual pontífice con la comida va mucho más allá de la degustación exquisita y placentera. Para él, los alimentos, su preparación y consumo constituyen un medio ideal para transmitir acciones y valores.
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Acaba de publicarse un nuevo libro que lleva en su portada al Papa Francisco. Fenómeno bibliográfico, las biografías y reseñas del Papa comenzaron a editarse y publicarse inmediatamente fue elegido. Con el tiempo, fueron buscando nuevas aristas, y nuevas aproximaciones al primer papa latinoamericano de la historia. Surge una ahora bastante original, un intento de Roberto Alborghetti de acercarse al Sumo Pontífice desde la cocina.
En España bajo el título de “En la Mesa con Francisco, los alimentos y las recetas en la vida del Papa”, y en América Latina bajo el de “Comiendo con el Papa, la Vida de Francisco y sus recetas favoritas”, se trata de una obra editada por editorial Larousse que en las librerías bien puede pasar por un libro de recetas más.
Pero más allá de la descripción de platos con los que podría identificarse al Papa, se escriben en el libro grandes trazos de su vida, en especial aquella que tiene que ver con sus raíces italianas y cómo se han arraigado en la Argentina durante su infancia.
Y, acompañando las recetas y su vida, el valor que el Papa da a la comida en sus catequesis y alocuciones, tanto en lo que tiene que ver con la mesa como punto de encuentro de la familia, como en la mirada que evita su innecesario descarte.
En cuanto a las recetas, el libro ofrece 36 platos en los que no sólo abundan aquellos comunes en las casas argentinas, sino también aquellos que remiten al origen piamontés de la familia del Papa.
Tenemos platos sencillos como el pollo al horno, que el Papa Francisco, dice el libro, cocinaba para los residentes del Colegio Máximo los domingos, cuando no había cocinera. También, revela, como buen argentino ha hecho buenos asados, como el pollo, ideales para grandes cantidades de comensales.
El libro también cita a la hermana del Papa Francisco María Elena recordando los platos familiares en los que nada se descartaba, y aquellas recetas que a su hermano “les salen muy bien”, como los calamares rellenos y el risotto, según cuenta.
La cocina mediterránea también se refleja en los agnolottis, la polenta, y otros platos que remiten al origen de la familia Bergoglio.
Aborghetti también revela que los antepasados de Bergoglio fueron dueños de un restorante en Montechiaro, donde los panaderos aún elaboran un exquisito bizcocho de avellanas con una masa sin harina.
En la vida de Jorge Bergoglio, entre Italia y la Argentina, se va revelando una cultura gastronómica que hace de los alimentos algo mucho más rico, valga el adjetivo, que una simpe fuente de energía.
La comida servida en la mesa es una experiencia de encuentro que el Papa ha propuesto desde el inicio del pontificado, con su predicación y también con su ejemplo.
Esta obra, más allá de las recetas que bien pueden intuirse o aprenderse en otros lugares, propone una mirada más integral a ese momento sagrado con el que el mismo Cristo nos ha querido legar su más grande regalo: el pan compartido en la mesa con la familia, con amigos.
El asado, el risotto, las milanesas a caballo, las pastas rellenas, las empanadas, la misma sopa, son todos platos cuya preparación es imposible de concebir pensando en un solo comensal. El Papa, lo muestra, lo predica, no come solo.
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Si estás interesado en el libro, aquí podrás encontrarlo.
