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¿Por qué hay monstruos enigmáticos en el arte cristiano medieval?

GANAGOBIE MOSAICS

Un sagittaire et deux poissons. Mosaique de pavement, detail. 1124. Prieure de Ganagobie, Ganagobie ©Jean Bernard/Leemage

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Caroline Becker - publicado el 29/03/18
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Descubierto en el monasterio benedictino de Notre-Dame de de Ganagobie (Alpes franceses) un extraordinario mosaico del siglo XII perfectamente conservado

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El arte románico, rico en imágenes, se basó en gran medida en los textos difundidos durante la Edad Media (evangelios, himnos, poemas, bestiarios, etc.) para realizar sus decoraciones ilustradas. Son símbolos a menudo enigmáticos, difíciles de descifrar para nosotros contemporáneos.

El monasterio de Ganagobie tiene la suerte de conservar vestigios de mosaicos medievales en el coro de la iglesia, lo que supone un testimonio fabuloso del pensamiento simbólico medieval. Pero, ¿qué significan estos seres reales e imaginarios, animales a veces exóticos, salvajes e incluso aberrantes?

Abbaye_Notre-Dame_de_Ganagobie_by_Mikani

© Wikimedia
Monastère de Notre-Dame de Ganagobie.

El redescubrimiento de los mosaicos

El monasterio de Ganagobie, situado sobre una meseta aislada, vivió una historia accidentada. Este monasterio se fundó en el siglo X por el obispo de Sisteron y los mosaicos se crearon durante el siglo XII. A lo largo del tiempo, el monasterio ha vivido numerosas vicisitudes, como guerras de religión, mala gestión o la Revolución francesa, pero fue en 1794 cuando el coro y el crucero de la iglesia se destruyeron.

Los mosaicos, escondidos entre los escombros, desaparecieron y quedaron en el olvido. No sería hasta casi un siglo más tarde cuando se destacó el valor artístico del monasterio, y en 1886 los restos de la iglesia se consideraron monumento artístico. En 1893 comienzan las obras de limpieza de la cabecera, lo que provocó la aparición de los mosaicos prácticamente intactos.

GANAGOBIE MOSAICS

Michel Wal I CC BY-SA 3.0

En 1975 se envían a Périgueux para su completa restauración, para más adelante devolverlos a su lugar de origen, en la cabecera del coro. Estos mosaicos, que cubren una superficie de 72 metros cuadrados, se encuentran en un estado excelente de conservación, si bien faltan algunas partes debido al derrumbamiento de la cúpula cuando se destruyó la iglesia.

Con un bordado minucioso de las piedras, Pierre Trutbert, el artista de Ganagobie (una inscripción latina indica su nombre), combinó tres colores para realizar sus composiciones: rojo (gres), blanco (mármol) y negro (piedra caliza).

¿Un elefante en una iglesia?

Ganagobie_805

© Wikimedia

La decoración más impactante de los mosaicos es, sin lugar a dudas, la realizada para el ábside central. Se trata de un conjunto de ocho animales de grandes dimensiones (seis cuadrúpedos y dos peces) dispuestos alrededor del altar mayor, en el centro de la escena. Con una mezcla de animales reales y fantásticos, las bestias aluden, por turnos, al bien y al mal.

Entre los animales que aparecen, el elefante ocupa un lugar principal. Símbolo de la fuerza apacible, lleva en su espalda un boceto del monasterio. Aunque su presencia pueda parecer sorprendente, se trata de un animal muy conocido en la iconografía medieval. En Francia, una veintena de iglesias románicas cuentan con representaciones de elefantes.

El bien contra el mal

El enlosado del ábside sur contrasta con el resto. La decoración es abundante y la puesta en escena más simétrica. El conjunto, que ilustra a la vez animales reales como el venado y el cervatillo y animales imaginarios como la arpía y el grifo, se encuentra integrado en un marco de follaje de un gran refinamiento.

GANAGOBIE MOSAICS

Michel Wal I CC BY-SA 3.0

Una hermosa cruz de San Andrés cubre el penúltimo panel del mosaico. A su lado, un jinete sobre su caballo lucha contra un dragón, el mejor símbolo de la destrucción del mal. Imitando esta batalla, el crucero norte ilustra igualmente la lucha entre un jinete y una quimera. La quimera, con sus tres cabezas (león, cabra y serpiente), simboliza todas las posibilidades de agresividad del animal y, por tanto, ilustra perfectamente la figura del diablo.

Este amplio mosaico, repleto de numerosos detalles, no deja de fascinar a los historiadores medievales. Como expresión de la batalla eterna entre el bien y el mal, esta obra, que ha llegado hasta nosotros por suerte, ilustra de maravilla la riqueza simbólica de la espiritualidad medieval.

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