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El Papa recuerda a dos ancianos sacerdotes: Sus maestros de Misericordia 

POPE FRANCIS GENERAL AUDIENCE
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Ary Waldir Ramos Díaz - publicado el 11/04/18
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El padre José Aristi y el padre Luis Dri, que perdonaba “demasiado” en el confesionario

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El papa Francisco contó las anécdotas de dos sacerdotes ‘veteranos’ que le enseñaron la misericordia en el confesionario en sus tiempos en Buenos Aires. Palabras muy personales las del Papa; a uno de ellos le “robó” el ‘crucifijo del Rosario’ y es un objeto sacro que aun custodia en su bolsillo y con el que reza para tener misericordia con personas poco agradables. 

Lo contó este martes 10 de abril de 2018, en la Sala Regia del Palacio Apostólico del Vaticano ante más de 550 Misioneros de la Misericordia de los cinco continentes convocados para el segundo encuentro con el Papa, organizado del 8 al 11 de abril por el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización. 

Al final de su discurso y sin papeles en la mano, el Obispo de Roma reflexionó sobre el legado que le ha dejado el padre José Aristi y el padre Luis Dri, que ‘perdonaba’ demasiado en el confesionario. 

Sobre el padre Aristi sostuvo que a pesar de haber tenido siempre “un trabajo importante en su congregación, era Provincial, pero siempre encontraba tiempo para ir al confesionario”. 

“No sé cuántos, pero la mayoría del clero de Buenos Aires iba a confesarse con él. Incluso cuando San Juan Pablo II fue a Buenos Aires y pidió un confesor, lo llamaron de la Nunciatura. Era un hombre que te daba el valor para seguir adelante”. 

Jorge Mario Bergoglio también se confesaba con padre Aristi, cuando era Provincial y confiesa para “no hacerlo con mi director jesuita …” 

Le sorprendía que siempre le animaba a ser mejor: “Cuando empezaba “bueno, bueno, está bien”, y te animaba, ”Adelante, Adelante”. ¡Qué bueno era! Murió a los 94 años y confesó hasta un año antes, y cuando no estaba en el confesionario, llamabas y bajaba”. 

Francisco conserva un objeto sacro de padre Aristi hasta la actualidad: “Fui a almorzar a la residencia de los sacerdotes ancianos para pasar Pascua con ellos y al regreso fui a la iglesia que estaba en el centro de la ciudad, donde estaba la capilla ardiente…Había un ataúd y dos viejecitas rezando el rosario. Me acerqué, y no había flores, nada. Pensé, ¡pero este es el confesor de todos nosotros! Esto me llamó la atención. Sentí lo mala que es la muerte”. 

Bergoglio dijo haber salido para comprar flores y a su regreso hace un acto inesperado: “Y mientras estaba poniendo flores allí en el ataúd, vi que tenía el rosario en las manos … El séptimo mandamiento dice: ‘No robarás’. El rosario estaba allí, pero mientras fingía arreglar las flores, hice así y tomé la cruz. Y las viejecitas miraban, esas viejecitas. Esa cruz la llevo aquí conmigo desde ese momento y le pido la gracia de ser misericordioso, siempre la llevo conmigo. Esto habrá sido en el año 96, más o menos. Le pido esta gracia”. 

Sucesivamente, contó su encuentro con padre Luis Dri que hoy tiene 92 años. “Es un capuchino que tiene una cola de  penitentes, de todos los colores, pobres, ricos, laicos, sacerdotes, algún obispo, monjas … todos, nunca termina. Es un gran perdonador, pero no una “manga ancha”, un gran perdonador, un gran misericordioso”. 

El Papa encontró hoy a los sacerdotes de la misericordia y les rememoró el regalo del perdón de padre Dri. “Y lo sabía, lo conocí, fui dos veces al santuario de Pompeya, donde confesaba en Buenos Aires, y lo saludé. Ahora tiene 92 años. En ese momento, cuando acudió a mí, tendría unos 85”. 

Se trata de un encuentro que tiene lugar en Roma dos años después de la institución de este Ministerio especial durante el Jubileo de la Misericordia, y el Papa hizo memoria de lo que le dijo el padre Dri: “Quiero hablar contigo porque tengo un problema. Tengo un gran escrúpulo: a veces siento deseos de perdonar demasiado “. 

Y me explicó – continuó – : “No puedo perdonar a una persona que viene a pedir perdón y dice que le gustaría cambiar, que hará de todo, pero no sabe si lo logrará … ¡Y sin embargo, lo perdono! Y a veces me viene una angustia, un escrúpulo … “. 

Y le dije: “¿Qué haces cuando tienes este escrúpulo?”. Y me respondió así: “Voy a la capilla, la capilla del convento, delante del sagrario, y sinceramente pido disculpas al Señor: “Señor, perdóname, hoy he perdonado demasiado. Perdóname … ¡Pero fíjate bien, fuiste tú quien me dio un mal ejemplo! Así rezaba ese hombre”, agregó. 

El Papa consideró apropiado prologar por un tiempo más la labor de los misioneros de la Misericordia, especialmente, por el bien que han ofrecido a muchos creyentes a través de la predicación y el sacramento de la Reconciliación. “He recibido muchos testimonios de conversiones que han surgido a través de su servicio”.

Bajo el signo de este especial ministerio, el papa Francisco consideró que la misericordia de Dios “no conoce fronteras” y por eso no se pueden crear “barreras o dificultades que impidan el acceso al perdón del Padre”. 

De hecho, los misioneros se encuentran en Roma durante estos días para rezar y reflexionar sobre esta especial labor. Asimismo, manifestó su agradecimiento a aquellos que vinieron desde países lejanos. 

En tiempo de Pascua, el Pontífice recordó el mensaje del profeta Isaías sobre la consolación, la cercanía, la promesa de amor eterno que expresa la misericordia divina. 

“Nuestro apostolado es un llamado a buscar y recibir el perdón del Padre. Como podemos ver, Dios necesita hombres que traigan su perdón y misericordia al mundo. Es la misma misión que el Señor resucitado dio a los discípulos después de su Pascua”, expresó. 

Destacó que se trata de una responsabilidad  que “requiere un estilo de vida coherente con la misión que hemos recibido”. Y recuerda las palabras del apóstol Pablo: ”Por nuestra parte, no causemos ningún escándalo a nadie, para que nuestro ministerio no sea criticado” (2 Cor 6: 3). 

“Ser colaboradores de la misericordia, por lo tanto, presupone vivir el amor misericordioso que experimentamos por primera vez. No podría ser de otra manera”. 

El Papa citó de nuevo a Pablo que dice ser un hombre “blasfemo, un perseguidor y un violento”; que sin embargo, ha recibido la “misericordia” (1:13). En este sentido, invitó a “reconocer la misericordia de Dios” sobre todo en la propia existencia personal. 

“Un verdadero misionero de misericordia se refleja en la experiencia del Apóstol (Pablo): Dios me ha elegido; Dios confía en mí; Dios ha puesto su confianza en mí llamándome, a pesar de ser un pecador, para que sea su colaborador y lo haga real, eficaz y deje que su misericordia me toque”.

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