Su misión era servir a la humanidad y por eso no dudó en llevar la Cruz Roja a los Estados Unidos y ayudar al mundo entero
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Clara Barton vivió una vida de compasión y servicio. No sólo fue quien fundó la Cruz Roja en los Estados Unidos, también fue profesora, enfermera y activista por los derechos civiles.
Nació en el estado de Massachusetts en 1821 y era la menor de cinco hermanos. Desde muy pequeña supo que quería dedicarse a cuidar a los enfermos, revelación que tuvo cuando tenía tan sólo 11 años y se dedicó a cuidar por varios meses a su hermano David ulego de quedar gravemente lesionado tras caerse del tejado de un granero.
Sin embargo, sus padres la convencieron de estudiar educación. Así lo hizo y con tan sólo 17 años logró pasar un examen y empezó a dar clases. Se negó a castigar físicamente a sus alumnos (práctica que era muy común en aquella época) y seis años después abrió su propia escuela.
En 1850, Barton se mudó a Nueva York para profundizar su propia educación. Estando allá, se le ocurrió la idea de recolectar dinero en la comunidad donde vivía para abrir una escuela pública gratuita. Lo logró, pero ella se sorprendió que escogieran a un hombre para dirigirla y pagándole mucho más que a ella. Esta decepción la hizo mudarse a Washington D.C, donde se convirtió en la primera empleada mujer de la oficina de patentes.
Su vocación despertó nuevamente cuando estalló la Guerra Civil norteamericana. De forma independiente, comenzó a recolectar suministros para los heridos. Se dio cuenta que había demasiada burocracia y faltaba organización a la hora de repartir comida y medicinas a las tropas. Le pidió ayuda a amigos y familiares; además, se ofreció de enfermera en el campo de batalla y en 1864 ya era jefa de enfermería y nutrición.
Un año después, el mismo presidente Abraham Lincoln le pidió buscar a los prisioneros de guerra desaparecidos. Clara usó su propio dinero y le pidió ayuda a amigos y familiares para crear la organización Friends of the Missing Men of the United States Army (Amigos de los Hombres Desaparecidos del Ejército de los Estados Unidos). Recibieron más de 63 mil cartas que reportaban soldados perdidos, publicaron sus nombres en distintos periódicos, recolectaron información entre los veteranos y lograron encontrar a unos 22 mil. Años después, la Cruz Roja establecería un servicio de rastreo, que sigue siendo una de sus actividades más valiosas incluso hoy en día.
Mientras Barton viajaba por su país contando sus experiencias en la guerra, conoció a las líderes sufragistas Elizabeth Cady Stanton y Susan B. Anthony, con quienes colaboró en varios eventos.
Su agitada agenda le pasó factura a nivel de salud, por lo que su doctor le aconsejó irse a Europa para una cura de reposo. No obstante, estando en el Viejo Continente, lejos de descansar, se reunió con el Comité Internacional de la Cruz Roja y colaboró con la organización en varios conflictos.
Fue entonces cuando se le ocurrió llevar la Cruz Roja a los Estados Unidos y, aunque el gobierno se resistió por un tiempo temiendo una intervención europea, finalmente el Congreso lo aprobó en 1882 y Barton se convirtió en su presidenta.
Entre las primeras actividades de la Cruz Roja norteamericana estuvo ayudar a las víctimas de un incendio forestal en Michigan, entro otros desastres naturales. Igualmente, se involucraron en conflictos internacionales, brindando asistencia médica y suministrando alimentos de ser necesario.
Clara Barton falleció el 12 de abril de 1912 a sus 90 años, luego de dedicar su vida a la construcción de un mundo mejor, primero desde la educación, pasando por el sufragio y hasta la medicina. Sin duda, su legado sigue vive cada vez que en medio de una guerra o conflicto humanitario se iza una bandera con una gran cruz roja que, para muchos, es sinónimo de ayuda y alivio.