Incluso desde las profundidades de una inmensa fragilidad puede nacer una determinación y una fuerza insospechadas. Tres grandes figuras históricas, Frida Kahlo, Helen Keller y Demóstenes, han dado prueba de ello. Cada uno, a su manera, ha sacado provecho de lo más hondo de su vulnerabilidad para crear una obra que les ha trascendido.Charles Gardou, antropólogo, profesor universitario y especialista en temas de discapacidad, expone en su libro Pascal, Frida Kahlo et les autres… (Ed. Erès) ocho retratos de artistas y escritores que, aunque sufrían enfermedades o discapacidades, superaron su debilidad y crearon una obra colosal. Entre ellos, la pintora mexicana Frida Kahlo, la escritora estadounidense Helen Keller y el orador griego Demóstenes.
Frida Kahlo: el dolor de vivir, la fiebre de pintar
El destino no le trató con deferencia y, sin embargo, pintó más de 200 lienzos a lo largo de su vida, lo que la convierte en una de las creadoras más originales y poderosas del arte moderno.
A los 6 años, sufrió poliomielitis, que le agarrotaba siempre la pierna y le provocaba renquera, lo cual era motivo de múltiples burlas. A los 18 años fue víctima de una colisión entre un tranvía y el autobús en el que viajaba: una vara de metal la atravesó literalmente desde la espalda hasta el útero. Desde este momento, el dolor no la abandonó.
Se sometió a 32 operaciones quirúrgicas y llevó 28 corsés ortopédicos. Pintar, para ella, significaba sobrevivir. “No estoy enferma, estoy rota, pero estoy feliz de estar viva mientras pueda pintar”, afirmó.
Helen Keller: el milagro de la comunicación
Sorda, muda y ciega a causa de una escarlatina contraída a los 19 meses de edad, Helen Keller, gracias en particular a una profesora excepcional, aprende el alfabeto, el braille y la lengua de signos, recupera gradualmente el habla y a los 19 años entra en el prestigioso Radcliffle College de la Universidad de Harvard.
“Una fuerza interior, más fuerte que los consejos de mis amigos, incluso más fuerte que los argumentos de mi propia debilidad, me empujaron a medirme contra los que ven y oyen”, escribió en su diario.
Más tarde se convirtió en embajadora mundial de los oprimidos, se inició en varias fundaciones y escribió numerosos libros sobre discapacidades sensoriales, la condición de la mujer y otras cuestiones sociales.
“Fue su deseo de vivir, de comunicarse, de saber, de realizarse, lo que triunfó sobre su discapacidad”, resume Charles Gardou.
Demóstenes: el arte de la elocuencia a pesar del obstáculo de las palabras
Débil y enclenque, farfulla, cecea y tartamudea por nerviosismo. A pesar de sus carencias locutivas, logró convertirse en uno de los mayores oradores atenienses. Sus primeras intervenciones en público fueron desastrosas.
“Tiene la voz débil, la lengua embrollada, la respiración corta, lo cual impide comprender el sentido de sus palabras, distorsionadas por una dicción entrecortada. Al final, abandona la Asamblea”, cuenta Plutarco.
Decidido a superar su discapacidad, trabaja con su amigo Sátiro, actor cómico, que le enseña el arte de la dicción, de la entonación, de la acentuación. Se ejercita durante meses en la declamación.
Recita discursos enteros con piedritas en la boca. El resultado: gradualmente se impuso como uno de los líderes de la escena política y militar del mundo antiguo.
Pascal, Frida Kahlo et les autres… Ou quand la vulnérabilité devient force, Charles Gardou, éditions Érès, janvier 2014, 221 pages, 21 euros.
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