Un plato muy sencillo para una santa que vivió sencilla y humilde hasta el fin de sus días
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Santa Bernardita vivió en el seno de una familia numerosa, era la mayor de 9 hijos. Su padre era al principio molinero y le iba muy bien, hasta que en un accidente de trabajo pierde un ojo, y a causa de la “revolución industrial” y debido a que la región padeció años de graves sequías que provocarían las pérdidas de las cosechas, el molino no llegó a producir los ingresos necesarios para sustentar la familia, lo pierden todo y fueron desalojados.
En esos tiempos difíciles, desgraciadamente Bernardita también pierde sus hermanos menores, solo 4 llegarán a la vida adulta. A causa de toda esta situación familiar, la santa tuvo que dejar la escuela y quedarse a cargo de sus hermanos.
En 1854, Bernadita cae enferma de cólera. Sobrevivirá pero su salud quedará severamente dañada.
Por un tiempo se queda en casa de su nodriza y se encarga de las tareas domésticas y de cuidar a las ovejas.
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Y es de allí que hoy te traemos esta receta de la zona de los Pirineos, muy popular entre los campesinos y pastores como santa Bernardita. Un plato a base de pimientos, pobre pero muy proteico y gustoso, con productos apenas cosechados de la tierra. Se trata de la “piperade”.
Ingredientes:
3 pimientos verdes y uno rojo
300 gr de tomates maduros
2 cebollas
2 dientes de ajo
2 cucharadas de aceite de oliva
hojas de laurel
tomillo
azúcar
sal y pimienta
Preparación:
En una sartén con aceite de oliva dorar los tomates cortados en cubos, las cebollas cortadas en gajos y el tomillo.
Agregar los pimientos cortados en tiras y salpimentar a gusto.
Incorporar el laurel, los dientes de ajo aplastados, y el azúcar.
Cocinar por 30 minutos, si es necesario agregar un poco de agua a la cocción para que no se seque.
Muchos sirven este delicioso plato con huevos batidos cocidos en el resto de salsa que quedó en la sartén y una feta de jamón cocido.
Santa Bernardita, seguramente en su infancia, saboreó este plato tan sencillo sólo en ocasiones especiales, ya que muchas veces, debido a la pobreza extrema, se tuvo que alimentar solo de pan. Una pobreza alimentaria, pero no de espíritu, hasta el punto de ser elegida para una gran misión encomendada por la Santísima Virgen María, la cual se encargó de conservarla sencilla, humilde y modesta.
Fuente: Wikipedia, evangeliodeldia.org, marmiton.org