Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, nuevo presidente de los Consejos de Estado y de Ministros
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Hace apenas siete años, el 19 de abril de 2011, Fidel Castro renunciaba como primer secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC). El hermano de Fidel, combatiente en la Sierra Maestra, Raúl Castro, era elegido como su reemplazo.
Ayer fue Raúl el que dejó su paso al primer presidente cubano que no es comandante, que no es militar, que nació después de la Revolución (hoy, 20 de abril, cumple 58 años) y que no se apellida Castro Ruz: “el compañero Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez”, nuevo presidente de los Consejos de Estado y de Ministros.
La toma de posesión de un nuevo gobierno en Cuba “hace evidente en las más altas esferas de dirección del país, la continuidad de las nuevas generaciones con el legado de la generación histórica que fundó la Revolución cubana”, dijo ayer el periódico oficial Granma.
Díaz-Canel, en su discurso inaugural dejó muy en claro que la línea trazada por Raúl Castro no va a ser modificada; que han quedado atrás “los oscuros intentos por destruirnos” de quienes no han podido echar abajo “el templo de nuestra fe” y que este proceso electoral “ha contribuido a la consolidación de la unidad en Cuba”.
En un discurso lleno de figuras y metáforas, el ingeniero electrónico, funcionario del PCC desde su juventud y trabajador callado e incansable de la política interior de Cuba, refrendó su responsabilidad de continuar con el legado de los hermanos Castro Ruz, “con la convicción de que todos los revolucionarios, desde cualquier trinchera, seremos fieles a Fidel y a Raúl, líder actual del proceso revolucionario”.
Para que no hubiera ninguna duda de la continuidad, Díaz-Canel subrayó la presencia de Raúl Castro en su mandato. “Raúl se mantiene al frente de la vanguardia política. Él sigue siendo nuestro Primer Secretario como el referente que es para la causa revolucionaria, enseñando y siempre presto a enfrentar al imperialismo, como el primero, con su fusil a la hora del combate”.
El 25 de noviembre de 2016 moría Fidel. Con su desaparición, dejaba en la figura de Raúl la herencia de ser el líder moral de la Revolución, una vez que se retirara del poder visible. Ha seguido el guión y lo reconoce el nuevo presidente: “Al dolor humano (de la pérdida de Fidel), antepuso el sentido del deber”, comentó Díaz-Canel en su discurso.
“Conozco de las preocupaciones y las expectativas de un momento como este, pero sé de la fuerza y sabiduría del pueblo, el liderazgo de Partido, las ideas de Fidel, la presencia de Raúl y Machado, y conociendo el sentir popular, le afirmo a esta asamblea que el compañero Raúl, encabezará las decisiones para el presente y futuro de la nación”, puntualizó Díaz-Canel.
La política exterior cubana se mantendrá inalterable, según ha dicho en su toma de protesta el presidente de este país. “Cuba, abundó, no aceptará condicionamientos. Los cambios que sean necesarios los seguirá haciendo el pueblo cubano”. E hizo un guiño al pueblo al decir: “Tendremos que ejercer una dirección cada vez más colectiva”.
Resumió su postura con el pasado y con el futuro diciendo: “No vengo a prometer nada, como jamás lo hizo lo Revolución en todos estos años. Vengo a cumplir el programa que nos hemos impuestos con los lineamientos del Socialismo y la Revolución”.
Retomando la retórica castrista, Díaz-Canel advirtió “a los enemigos del proceso revolucionario” que en Cuba “no hay espacio para una transición que desconozca o destruya la obra de la Revolución. Seguiremos adelante sin miedo y sin retrocesos; sin renunciar a nuestra soberanía, independencia, programas de desarrollo, e independencia”.
Y, finalmente, en un discurso político a la usanza cubana resaltó: “A quienes por ignorancia o mala fe dudan de nuestro compromiso, debemos decirles que la Revolución sigue y seguirá”, pues “el mundo ha recibido el mensaje equivocado de que la revolución termina con sus guerrilleros”.