Conciliar significa poner contrarios de acuerdo. Pero la familia, el trabajo, los amigos y la vida personal no son enemigos entre sí. Integrar es armonizarlos.“Integrar la vida” es el título del libro sobre cómo armonizar el trabajo, la familia, la vida personal y las relaciones sociales. Lo acaba de publicar la profesora del IESE Nuria Chinchilla, junto con Esther Jiménez, decana de la Facultad de Educación de la Universitat Internacional de Catalunya (UIC), y Pilar García-Lombardía, experta en desarrollo de competencias y talento.
Chinchilla es fundadora del Centro Internacional Trabajo y Familia, así como titular de la Cátedra Carmina Roca y Rafael Pich de Mujer y Liderazgo.
Son algo menos de 200 páginas, publicadas por la editorial Ariel, en las que condensa estudios, ejercicios prácticos y propuestas que pueden servir de guía tanto al lector de a pie como a profesionales del coaching que deseen guiar a otros sin olvidar ningún aspecto de su vida.
– ¿A quién va dirigido?
-El libro es para todos, hombres y mujeres, porque todos tenemos que integrar nuestra vida: lo profesional, lo familiar, lo social y lo personal.
-¿Por qué habla de “integrar” y no de “conciliar”?
-Porque conciliar es poner de acuerdo contrarios, y no es eso. Lo profesional no es contrario a lo familiar ni a lo personal. Ocurre que en inglés se habla de work & life balance, pero en España se promulgó en 1999 la Ley de Conciliación de la Vida Familiar y Laboral, y ahí quedó el nombre. Pero trabajo y familia no son contrarios: de hecho, se alimentan mutuamente porque lo que se aprende en un campo sirve para el otro.
-¿Integrar es un reto?
-Es un reto para cualquier ser humano. Porque la cabeza y el corazón no siempre van unidos. Porque en la toma de decisiones hay que integrar todos los ámbitos. Eso es vital porque conforme vas tomando decisiones vas forjando la vida.
-El libro, del que es coautora Pilar García-Lombardía, experimentada coach, puede ser una herramienta para otros coach, ¿no es así?
-Desde luego. Es un manual sencillo y práctico, incluso con ejercicios que cada uno puede realizar para conocerse y mejorar, o bien para que el coach tenga en cuenta todos los “círculos de vida” o las motivaciones a la hora de trabajarlos con una persona. Un 90% de las personas que piden coaching para mejorar en lo profesional acaban recibiendo ayuda para mejorar en lo personal y familiar. La cifra habla por sí sola.
-En el libro hablan ustedes de lo importante que es vivir con un “corazón inteligente”. ¿Qué significa eso?
-Es el deseo de integrar cabeza y corazón. El corazón (las pasiones, las emociones, los sentimientos…) han de estar liderados por la cabeza y a la vez hay un trabajo de “modulación”.
–¿Cuál es nuestro talón de Aquiles?
-Suele ser el mismo en hombres que en mujeres: la adicción al trabajo, el uso excesivo del móvil… Todos tenemos que aprender a decir “no”. A la mujer le cuesta decir “no” porque busca ser querida en lo que hace. Al varón le cuesta decir “no” porque quiere ser admirado. Además, hay personalidades que tienden al exceso de la vida profesional por otros motivos: porque son controladores, o “buenistas”, que se convierten en sobreprotectores.
–Dice usted que la familia reduce el estrés y mejora el rendimiento laboral.
-Si eres capaz de desconectar, sí. Pero no hablo de desconectar por abandonar, sino más bien conectar con lo siguiente. No es fácil pero hay que intentarlo.
-Ustedes dicen que la familia es el núcleo de la sociedad. ¿No es el individuo?
-No. Nos han hecho creer que el individuo es el núcleo pero eso es una equivocación. No somos islas. Lo primero, somos hijos, y por ahí tenemos una responsabilidad antes que la profesión. El ámbito familiar y las responsabilidades que genera (padres, hermanos, abuelos…) deben tenerse en cuenta a la hora de legislar. Por este motivo soy partidaria de que crear un ministerio de la Familia.
“Hombres y mujeres se necesitan para enriquecerse mutuamente”
-¿Los hombres y las mujeres nos complementamos? ¿Nos necesitamos en la sociedad?
–Nos han hecho creer que hombres y mujeres somos iguales y no lo somos. Las diferencias nos complementan y nos sinergizan. Visto desde cualquier óptica, es un enriquecimiento.
-¿Cómo han de verse hombres y mujeres?
-Siempre como aliados. Si se enfrentan, pierden los dos. Cada uno es bueno en lo suyo y eso enriquece al otro.
-¿Son distintos varón y mujer?
-Sí. Y no solo es una diferencia cultural o voluntaria. Hay una diferencia biológica, desde el día 15 del embrión. Desde ese momento se produce un baño de hormonas que van conformando el cerebro. Eso hace que el hombre emplee más la parte izquierda (la más racional) mientras que la mujer presente un mayor número de conexiones entre los dos hemisferios (combina lo racional con la parte emocional).
-¿Cómo se complementan?
-La mujer, así, es más capaz de anticipar consecuencias, y eso tiene que ver con su capacidad para ser madre. El hombre es más de números y datos. Ambos se necesitan y se enriquecen mutuamente.
-¿También se ayudan en el trabajo en equipo?
-Por supuesto. La mujer pregunta y construye. El hombre aporta ideas desde su “yo” solitario.
–¿Ocurre en todos los ámbitos de acción?
-Sí. El hombre es capaz de generar alternativas de acción mientras que la mujer es más capaz de evaluar esas alternativas. Uno sin otro no funcionarían bien.
-¿Por qué no le gusta hablar de carrera profesional?
-Porque es mejor hablar de trayectoria. La carrera implica competitividad, y en lo profesional lo que hay que tener en cuenta son las distintas etapas de la vida.
-En el capítulo dedicado a la familia, marca usted 8 habilidades para que las ejerciten tanto él como ella.
-Sí. Son habilidades que el hombre y la mujer han de trabajar de manera distinta, y así se logra el equilibrio.
-¿Podría citarlas?
-Son la comunicación, la asertividad, la paciencia, la empatía, la creatividad, la flexibilidad, management del hogar y ganar-ganar.