El catolicismo siempre ha sido una fusión hermosa y transformadora de la verdad y el amor
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En todos los capítulos de su libro El Orden del día (Tusquets), el escritor francés y Premio Goncourt 2017 Éric Vuillard, hace un recuento fascinante de la cantidad de mentiras en las que se basó el ascenso de Hitler y el bluff que significó la anexión de Austria, previamente a la Segunda Guerra Mundial.
Es cierto, la verdad es una de las más maltratadas especies del siglo XX, y del siglo XXI. “Signo de contradicción para el catolicismo”, dice el obispo de Gary (Indiana, Estados Unidos) Donlad J. Hying, en su artículo publicado por Our Sunday Visitor: “¿Qué es la verdad?”
El prelado estadounidense subraya que estamos experimentando una “crisis de la verdad”. Las noticias falsas, las declaraciones intencionalmente engañosas y erróneas de los líderes mundiales y nacionales, una resistencia cultural a cualquier absolutismo moral “contribuyen a una subjetividad extremista que tiene consecuencias debilitantes”.
Afirmaciones asombrosas
En un entorno como éste, las palabras, las ideas y compromisos ya no necesitan reflejar la realidad, la sinceridad o la resolución. Puedo decir o hacer “lo que conviene en el momento”, pero esto puede no ser, exactamente, lo que diga o haga mañana. Es parte de la “sociedad líquida” (como la explicó, de múltiples maneras, el sociólogo polaco Zygmunt Bauman).
Los católicos –recuerda el obispo Hying– “aceptamos algunas afirmaciones de verdad asombrosas: Jesucristo es el Hijo de Dios, concebido por una Virgen y resucitado de entre los muertos. La plenitud de la revelación divina ha sido confiada a la Iglesia Católica. Jesucristo está sacramentalmente presente en la Eucaristía. La persona humana tiene un alma y vivirá para siempre. La actividad sexual fuera del matrimonio heterosexual es incompleta e incorrecta. La política, la economía y la cultura tienen un propósito y significado espiritual inherente… La lista podría seguir”.
Más adelante, el prelado relata el diálogo entre Jesús y Pilato y cuando éste último pregunta (presagiando el escepticismo de nuestra época) “¿Qué es la verdad?”, nosotros hemos de recordar la premisa dicha por el Maestro en ese mismo encuentro: que todo el que pertenece a la verdad escucha su voz y la sigue.
El relativismo contemporáneo
“Hemos apostado el significado de nuestras vidas y la esperanza de la salvación eterna en la convicción de que Jesús ha dicho la verdad, que, de hecho, Él es la Verdad misma”, apunta el obispo de Gary.
El prelado recuerda que desde la Ilustración, el aumento del ateísmo y el movimiento hacia el pensamiento subjetivo occidental “ha rechazado cada vez más la idea de la verdad objetiva, especialmente cuando se aplica a las creencias religiosas y los valores morales (y) a la ética sexual”.
En resumen, el que haya acciones incorrectas y acciones correctas y que existan absolutos morales es algo que rechaza el relativismo contemporáneo. “En tal contexto, dice el obispo de Gary, las afirmaciones de verdad del catolicismo parecen duras, autoritarias y obsoletas”.
La nueva tensión
En su artículo, el obispo Hying apunta que los problemas complejos como la homosexualidad y la transferencia de género, son hoy mucho más visibles y transparentes. “Vivimos en una nueva tensión entre lo que la Iglesia siempre ha enseñado como la verdad revelada (…) y el rechazo actual de tales enseñanzas como universalmente aplicables”.
Los católicos tienen que enfrentar estos temas con sensibilidad, amor y preocupación. “El primer mensaje que todas las personas deben escuchar de nosotros –dice el purpurado estadounidense– es que Dios las ama, que tienen la dignidad inherente a todos sus hijos y que son dignos de respeto y preocupación por la belleza de su humanidad”.
Es, pues, necesario, escuchar a los demás, entrar en sus experiencias, tratar de comprenderlos y auténticamente preocuparse por ellos. Tal diálogo siempre será fructífero. Esta llamada a la sensibilidad pastoral es necesaria y esencial, especialmente en la cultura contemporánea.
Una hermosa fusión
Más que disminuir las enseñanzas de la Iglesia “para ser vistos (los católicos) como misericordiosos, comprensivos y sensibles”, hay que asumir –en plenitud– la verdad. “En el mejor de los casos, el catolicismo siempre ha sido una fusión hermosa y transformadora de la verdad y el amor”.
Monseñor Hying subraya que Jesús “amó y aceptó a las personas, independientemente de su estado espiritual o moral”. Tras dar una serie de ejemplos del Evangelio, el prelado remata: “La verdad sin amor se vuelve dura, rígida y sentenciosa. El amor sin verdad se vuelve vacío, sentimental y fluido. Fusiona los dos juntos y tienes el fuego y la luz de Jesucristo”.
Sí, los problemas que enfrenta la Iglesia son complejos, desafiantes y difíciles. Se necesita sensibilidad, paciencia, compasión para introducir en la verdad aquellos que luchan para entenderlos. “También necesitamos el valor para llamar a las personas a formar sus conciencias en la verdad, la belleza y la bondad de la fe católica, que nos ha sido revelada” por Dios a través de Jesucristo, termina diciendo el obispo Donald J. Hying.