La mirada a los últimos, el sufrimiento como camino espiritual, la cercanía al Papa Francisco. Se ha ido el 7 de mayo uno de los más grandes directores de cine italianos
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Tenía un último deseo: viajar a Tierra Santa para visitar los lugares de Jesús. Quería hacerlo antes de dejar este mundo. Pero Ermanno Olmi no lo logró. Falleció el 7 de mayo a los 87 años, tras una enfermedad que le probó duramente. “Pero en la vida hay que probar también el sufrimiento”, había dicho en una entrevista (Corriere della Sera, 7 mayo).
Italia llora a uno de los más grandes directores del siglo XX. Un hombre de profunda fe y de valores auténticos. Un creyente que nunca escondió su amor por el Señor, hasta el punto de mostrarlo en sus obras cinematográficas.
Olmi era también un fan del Papa Francisco. “Es como el pan hecho en casa”, decía de él en una entrevista a la revista Rolling Stone (Aleteia, 8 marzo 2017).
Había expresado también el deseo de encontrarle. Otro de los sueños que quedaron en el cajón. Dice monseñor Dario Viganò, asesor en la Secretaría para la Comunicación (SpC) de la Santa Sede: “Me entregó una carta para el Santo Padre, junto a sus últimas películas, en particular Villaggio di cartone“.
Precisamente sobre Villaggio di Cartone, Viganò añade: “Ermanno Olmi tenía una sintonía espiritual con el Papa, por su atención a los últimos, a los refugiados. Olmi quería que el papa Francisco viera justamente este film, capaz de captar esa imagen de Iglesia en salida, de Iglesia hospital de campaña, dispuesta a la acogida, muchas veces pedida por el Santo Padre” (Agensir, 7 mayo).
Un cristianismo del sufrimiento
Según el cardenal Gianfranco Ravasi – que fue admirador de Olmi desde siempre y finalmente amigo – es justo uno de sus films menos famosos, “Camminacammina“, dedicado a los Magos, donde el gran director “expresa explícitamente la cifra de su poética: la búsqueda, la peregrinación en el absoluto”.
“El otro rostro era el de un cristianismo encarnado, o sea, de los últimos. Un cristianismo marcado en particular particular por el sufrimiento, por la pobreza y por una aspiración que sube de la tierra hasta el Cielo” (Vatican news, 7 mayo).
“A pesar de la forma serena y positiva con que Ermanno Olmi se dirigía a los demás, a sus amigos, el suyo era un cine de espiritualidad atormentada”, añade el cardenal. “Era la representación de la dulzura y de la ternura, pero su cine era provocador – baste pensar en Centochiodi o en Villaggio di cartone – y era también crítico hacia un catolicismo que no reflejaba completamente a sus ojos el “coste” de la redención, el “coste” de la fe, una fe que hay que hacer salir del alma y de la carne”.
“El de Olmi – concluye Ravasi a Vatican News – era sobre todo el cristianismo de la crucifixión. Naturalmente en su cine está siempre el halo de la Pascua, porque era un gran creyente. Pero, para él, “el consentimiento sin sufrimiento dado a Dios es una forma de no responderle” (La Stampa, 7 de mayo).
La Creación
Olmi hablaba al diario italiano Avvenire (15 octubre 2014) sobre su film Genesi, inspirado en el primer libro de las Sagradas Escrituras.
¿Pero cómo habrán hecho para imaginar el relato de la Creación? Los primeros cronistas del nacimiento del mundo eran pastores analfabetos. Pero estaban todas las noches allí, acostados, con una piedra bajo la cabeza, mirando estas linternas del cielo… Creo que intentaban encontrar al Supremo Artífice dentro de su conocimiento objetivo, en este caso los cielos, que narran los orígenes del mundo. Hoy la nueva religión del mundo es la ciencia.
Pero la ciencia, añadía el director, “incluso cuando quiere negarlo, en realidad afirma todo lo que intuían las Sagradas Escrituras. Los primeros once números del Génesis son algo increíble; es un misterio cómo la búsqueda del misterio por parte de aquellos hombres haya logrado tanto!”
El erotismo De Dios
Y tras el Génesis, el maestro confesaba que quería cerrar su carrera con otra película inspirada en un texto bíblico, el Cantar de los Cantares. Otro de sus sueños incumplidos.
El Cantar es un texto erótico. Tiene implícito, perfectamente reconocible, toda una referencia al erotismo amoroso. Por tanto, a la exaltación del cuerpo, del hombre y de la mujer, que se subliman en la relación sexual. Y me gustaría hacerlo, pues lo erótico está predispuesto por la naturaleza para que el hombre y la mujer se busquen; hacer del erotismo una historia de amor, y no algo de usar y tirar. ¡Si alguien lo metió en la Sagrada Escritura, habrá un motivo! Y el motivo es justamente este: no tengan miedo al erotismo, porque está en la Creación. Pero también él, como todo, vale solo cuando es honesto. La honestidad no es la virtud de los necios. La honestidad es quizás el único camino para llevar a cabo nuestras curiosidades legitimas.
Una religiosidad compleja, la de Olmi, que el teólogo Vito Mancuso resumía así, brillantemente en La Repubblica (6 abril 2012):
Hombres como Ermanno Olmi creen y se dicen cristianos porque sienten el llamamiento a su humanidad que está contenido en la figura de Cristo, y porque no encuentran nada más noble y más alto que este ideal de bien, encarnado en gestos y sentimientos humanos. Este es el absoluto del que viven, el absoluto de una humanidad capaz de bien y de gratuidad, superación de la lógica de lo útil y entrada al mundo de la trascendencia que no conoce “voluntad de poder” sino solo deseo de armonía.