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La pedagogía de los colores del arcoíris, o cómo vivir la caridad fraterna

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Mathilde De Robien - publicado el 12/05/18
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El jueves 10 de mayo, día de la Ascensión, el papa Francisco visitó Loppiano, la primera ciudadela permanente de los Focolares, fundada en 1964 por la fundadora del movimiento, Chiara Lubich. Lubich es la instigadora de la pedagogía de los siete colores del arcoíris, que conjuga las siete tonalidades de amor que estamos llamados a vivir para que Jesús regrese entre las personas

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El movimiento de los Focolares nació en el norte de Italia en 1943, bajo los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, cuando una joven maestra, Chiara Lubich, descubrió con algunas compañeras la fuerza indestructible del Amor de Dios.

A pesar de su futuro incierto, estas jóvenes se esforzaron por vivir según el Evangelio, exaltando el amor al prójimo, y especialmente a los más pobres, como respuesta al amor de Dios. Decidieron dedicar sus fuerzas y su vida a la realización de la oración de Jesús: “Que todos sean uno: como tú, Padre” (Jn 17,21).

Los siete colores de la caridad fraternal

Los colores forman parte de los estatutos canónicos de los Focolares, reconocidos por la Iglesia como “aspectos concretos de la Obra”.

Nacidos de una intuición mística de Chiara Lubich, los siete colores resumen y representan siete facetas de la caridad, alrededor de las cuales se articula el movimiento de los Focolares.

Cada color tiene su fuente en una Palabra de Dios. Chiara Lubich compara el amor con la luz que, al pasar a través de una gota de agua, nos permite admirar los colores del arcoíris. Así como el arcoíris es rojo, naranja, amarillo, verde, azul, índigo y violeta, así la vida de Jesús en nosotros, el Amor, se expresa de varias maneras.

Rojo: el amor obra la comunión

“Busquen primero el Reino y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura” (Mt 6,33).

El color rojo se relaciona con el dinero, el trabajo, la solidaridad. El amor produce la comunión. Es decir, nos empuja a compartir lo que poseemos, tanto los bienes espirituales como los materiales.

El rojo considera el trabajo como una participación en la construcción de la sociedad, generación de bienes para ponerlos al servicio del prójimo.

Naranja: el amor se irradia

“Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo!” (Lc 12,49).

El color naranja llama al testimonio y al resplandor. Jesús en nosotros, el Amor, sería irradiación de amor. Se caracteriza por el amor recíproco como primer apostolado que genera un pueblo nuevo. El naranja también se presenta en la evangelización y la apertura al otro.

Amarillo: el amor eleva el alma

“Una sola cosa es necesaria” (Lc 10,42)

Este versículo hace referencia a la visita de Jesús a Marta y María. Lo único necesario es escuchar la Palabra. Este tercer aspecto evoca la espiritualidad y la vida de oración, la comunión con Dios y con el prójimo.

El amarillo reconoce el amor al hermano como camino directo hacia la santidad, devuelve su valor al sufrimiento como unión con Jesús crucificado y abandonado. Incluye la oración, la meditación, los sacramentos, pero también se expresa en la ética y el compromiso responsable en el ámbito vital.

Verde: el amor sana

“Donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos” (Mt 18,20)

Jesús, el Amor en nuestros corazones, es nuestra salud. Esto incluye la salud espiritual, pero también la salud física y mental. El verde atiende a todo lo que promueve la salud del cuerpo: el clima de amor entre todos, la calidad de las relaciones interpersonales, pero también el descanso, la relajación, la comida, el deporte.

También incluye la enfermedad, la muerte, el cuidado de los enfermos, la resurrección, la relación de amor que continúa con los difuntos. El verde comprende la ecología como garante de la vida de la humanidad y del planeta.

Azul: el amor reúne a las personas

“Fíjense en los lirios…” (Lc 12,27). Jesús, en nosotros, reuniría los corazones. El azul habla de la armonía entre las personas y su manera de vivir según el modelo de la Trinidad. El amor hace de una asamblea una Iglesia.

El azul expresa así la belleza, el buen gusto, la armonía, el arte en todas sus variantes. Encuentra su expresión en el orden, la limpieza, la vestimenta. Abarca la sociología y convivencia armoniosa.

Índigo: el amor es fuente de sabiduría

“El que me ama, yo lo amaré y me manifestaré a él” (Jn 14,21).

El índigo tiene que ver con la sabiduría y el estudio. Hemos recibido dones del Espíritu Santo, él nos ilumina en la búsqueda de la verdad.

El índigo o añil nos empuja a estudiar, a comprender y a conocer para amar mejor. Trata de la educación, los estudios, la cultura y la formación, motivados por el espíritu de la sabiduría.

Violeta: el amor crea unidad

“Que todos sean uno” (Jn 17,21)

El séptimo color expresa la unidad que es posible lograr en la tierra entre los diferentes miembros, en profunda comunión y por diferentes medios.

El violeta engloba todo lo que tiene que ver con la comunicación, los medios para conectarse con los demás, para agrandar el corazón a las dimensiones de la humanidad.

Aquí están todas las características principales del amor según Chiara Lubich, que, cuando se viven en armonía, favorecen la relación con Dios y con el prójimo.

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