La próxima vez que quieran pedir un juguete, o bajar otro videojuego, los niños sabrán que gastar no supone solo presionar el botón de comprar. Hay una realidad detrás de esa compra que supone sacrificio, esfuerzo y voluntad
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Cada vez es más difícil educar en el uso del dinero. Con la proliferación de dinero “intangible” en aplicaciones y videojuegos, los niños y adolescentes tienen poca capacidad de comprender el uso práctico del dinero.
Atrás se están quedando los pequeños trabajos que eran remunerados con algunas monedas, o el llevar algunos billetes para pagar el almuerzo del colegio. Hoy en día todo se maneja remotamente a través de pagos electrónicos y los niños tienen poca oportunidad de aprender a manejarlo.
¿Cómo enseñar entonces a nuestros hijos el valor del dinero?
Una hucha (alcancía) que le regalaron a nuestros hijos podría ser la clave. La hucha consta de tres recipientes:
- uno con la palabra ‘ahorrar’,
- otro con la palabra ‘compartir’,
- y el último con la palabra ‘gastar’.
La idea principal es reconocer que, aunque nos gustaría que nuestros hijos ahorraran la mayoría del dinero que reciben, esta es una expectativa irreal. Con esta hucha ellos dividen el dinero que reciben según sus gustos y necesidades, pero siempre colocando algo en los tres recipientes.
Por un lado, disfrutan de la gratificación rápida: una parte del dinero la pueden gastar en lo que necesiten y quieran, que es parte importante de la motivación de trabajar por su dinero.
Por otro lado, incorporan una variable que es más importante aún: la de compartir. Ya sea a través de donaciones, en la colecta de la Iglesia, o comprando un helado a su hermano pequeño, nuestrso hijos aprenderán la satisfacción que produce la generosidad y dar algo que es valioso para él para ayudar a alguien más.
Finalmente, el recipiente les ayuda a ahorrar y a fomentar la paciencia y la perseverancia. Este dinero puede ser utilizado para metas más altas o simplemente puede luego ser depositado en una cuenta bancaria a su nombre.
Es importante darles la oportunidad de ganar ese dinero. Es decir, el dinero que va para la alcancía no debe provenir solo de regalos o del Ratón Pérez o el hada de los dientes.
Hay que darles la oportunidad de ganarse algunas monedas realizando trabajos en nuestra casa o para algunos vecinos o amigos. Estos trabajos no pueden ser sus deberes, y tampoco encargos que les correspondan como miembros de la familia, deberían ser labores distintas que puedan hacer en su tiempo libre.
Tampoco se debería dar dinero como premio por buen comportamiento o buenas calificaciones, ya que se mercantiliza nuestro sistema de recompensas.
A veces es necesario volver a lo tradicional para enseñar a nuestros hijos cuestiones básicas de la vida cotidiana.
El aprender los conceptos de gastar, ahorrar y compartir les ayudará a poner en perspectiva los gastos que hacemos diariamente y también les ayudará a comprender mejor que el dinero cuesta y que tiene un valor por el esfuerzo que se ha realizado para conseguirlo.