El sorprendente hallazgo de un astrólogo americano al transformar en música los movimientos de la Vía Láctea
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Hablar de música y armonía hace pensar en el cielo, quizás porque en la tierra estamos algo desafinados. Y ahora, cuando hablamos de “cánticos celestiales”, “notas paradisíacas”, “voces angélicas”, podemos hablar de algo real, porque el astrónomo americano Mark Heyer ha realizado un ejercicio fascinante: ha traducido en música la Vía Láctea, es decir, ha transformado en sonido 20 años de señales recogidas por los radiotelescopios que registran los movimientos de los gases de nuestra galaxia (Ansa.it).
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Explicar cómo lo hizo es complicado para los mortales comunes, pero lo ha logrado con un algoritmo: a cada tipo de gas le ha atribuido un instrumento musical, y ahora nosotros podemos escuchar la música de la Vía Láctea.
Quisiera – de manera sintética – recordar que los genios de la Edad Media tenían un conjunto de estudios llamado Cuadrivio que agrupaba estas cuatro materias: aritmética-geometría-astronomía-música.
Que el orden matemático tiene que ver con el cosmos y con la música, es algo que se ha repetido siempre durante los siglos. Probablemente la palabra armonía sea sinónimo de “voz de Dios”.
En un ensayo bastante complejo, John D. Barrow muestra una verdad en realidad sencilla: no existe cultura en el mundo (desde la era primitiva en adelante) sin música. Y añade:
La música está a nuestro alrededor, en nuestro oido y en la punta de nuestros dedos; nos estimula de la cabeza a los pies. Aunque no aprendamos sus reglas o intuyamos su estructura profunda, podemos reaccionar al ritmo de una canción de cuna, despertarnos con las notas de un conjunto o extasiarnos con la quinta sinfonía de Beethoven. (John D. Barrow, El universo como obra de arte)
Tenemos nostalgia de esta armonía que está al principio del mundo y del tiempo, y que falta en nuestras jornadas de estrés, obstáculos de todo tipo y voces que se anulan unas a otras. Nunca seremos un coro, aquí. Pero si escuchamos uno, sentimos nostalgia de esa armonía, más que nuestras discordancias. Es nostalgia de casa, de ese Paraíso donde los ángeles cantan, los cielos giran y la luz baila: todo perfectamente en sintonía.