Nueve familias temen el derrumbe de sus viviendas y prefieren dormir a la intemperie por temor a la tormenta Alberto
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El destartalado inmueble puede no resistir las intensas lluvias de la tormenta subtropical Alberto que previsiblemente pueden provocar el desplome de la vivienda.
Una cuna, una cama amplia y un cochecito de bebé son los primeros objetos con que se topan los transeúntes que caminan por los portales de la calle Zulueta en La Habana Vieja. En el número 105, los más desesperados de entre las nueve familias que viven en el ruinoso inmueble -declarado inhabitable por las autoridades- han preferido pasar los últimos días a la intemperie por temor a que las intensas lluvias de la tormenta subtropical Alberto provocaran el desplome de su vivienda.
Entre los afectados hay un bebé de dos meses. Algunos vecinos se han sensibilizado con la situación y ayudan dejando que la bebé, que aún tiene algunos problemas de salud debido a su nacimiento prematuro, pase las noches en su casa.
“El ir y venir por el portal es incesante en una zona muy poblada de La Habana Vieja, cercana a la Estación Central de Ferrocarril. En la cama que está en medio del portal, cubierta con una frazada de colores llamativos, pasa las noches la familia, en especial la abuela, la madre y la niña mayor”, describen los reportes desde la isla.
Las noches en el portal también pueden ser peligrosas. Cuando alguien se acerca mucho en la madrugada, la preocupada abuela piensa que le quieren robar y “así no se puede dormir con tanto sobresalto”.
“El jueves me desperté porque tenía a una persona delante de mí tirándome fotos”, cuenta la mujer. “No me molesta que venga la prensa porque quiero contar lo que me ocurre, pero despertar así a las tres de la madrugada es terrible”.
“Aquí no han venido el Gobierno ni el Partido (Comunista)”, explica la jefa de familia, a la que la policía exigió no alterar el orden y se quedarse en el portal, donde “no hay tráfico”. Los únicos representantes de alguna entidad oficial que han pasado por el lugar son los encargados de Albergues de La Habana, unos alojamientos temporales para damnificados de huracanes y derrumbes.
Sin embargo, Iraida Alberto sabe que trasladarse hacia esos lugares es un camino sin salida en muchos casos. Para ella, lo más difícil de aceptar es la indefensión en que se siente. “El Gobierno no nos ha brindado ningún apoyo, ni siquiera algo de comida para los niños”. “A veces tengo que entrar a la vivienda a pesar del peligro de derrumbe para poder cocinar”, aclara.
Cuando una familia sufre la pérdida o el derrumbe de su vivienda es a menudo recolocada en un albergue. La permanencia en esos sitios es de un promedio de 20 años y en los 120 de estos alojamientos ubicados en la capital, la mayoría de ellos en antiguas posadas o naves industriales, viven hacinadas más de 126.000 personas, mientras otras 34.000 luchan por hacerse con un lugar dentro de ellos.
Iraida Alberto conoce la experiencia: pasó tres lustros de su vida en uno de esos lugares. “Aquí me trajeron hace dos años engañada, después de vivir por quince años en un albergue con mis hijos”, recuerda. La falta de privacidad y las malas condiciones de aquel alojamiento aumentaron el desespero de la familia por abandonar el lugar.
En una entrevista publicada este domingo, el historiador de La Habana, Eusebio Leal Spengler, advertía de que “es tan importante recuperar el tejido social como la ciudad misma”.
Con información de Luz Escobar y el Comité Internacional de expresos políticos cubanos