Peina a la niña, le abotona la blusa y prepara las comidas ¡con los pies!
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Seguro que muchos de nosotros hemos tenido la experiencia de andar trajinando por casa y de repente hacernos un pequeño corte en el dedo o dar un respingo porque hemos acercado demasiado el brazo a la plancha.
Enseguida buscamos el botiquín, nos curamos la herida y seguimos, pero alguna que otra queja sale de nuestra boca. Porque nos parece molesto tener que cortar alimentos en la cocina cuando uno lleva el dedo vendado, o trabajar con una quemadura, aunque esté protegida, porque parece que tiene un imán para darnos golpes con ella en todas partes.
No digamos nada si alguien es hipocondríaco. Necesita ventilación, casi se marea por cualquier cosilla, cree que un corte puede derivar en enfermedad mortal y necesita (sobre todo) que le cuiden y (más que sobre todo) que le hagan caso.
Pero va y un día uno por internet encuentra imágenes de una mujer joven de origen chino, madre de una niña, que no tiene brazos. Eso no es obstáculo para que desempeñe las más variadas funciones de su vida ordinaria.
Pongamos que se llama Chen. Chen peina a su niña y le hace coletas, prepara la comida y corta la cebolla como lo haría un concursante de MasterChef, abotona la blusa de la pequeña, se maquilla con detalle…
La fortaleza y el amor
Es impresionante ver todo lo que es capaz de hacer esta mujer a pesar de una limitación física tan grande. Solo se explica que ocurra un fenómeno así por dos motivos: la fortaleza y el amor.
Fortaleza para salir de uno mismo y encontrar nuevos recursos que suplan las carencias.
Amor porque la mayoría de las habilidades que se han aprendido eran necesarias para cuidar de otras personas (su hija, en este caso).
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La próxima vez que nos salpique el aceite hirviendo de la sartén o nos cortemos con el cristal de un vaso roto, recordar a Chen nos servirá para no dar a esos problemas más importancia que la que tienen.
Quizás Chen no ha recibido ninguna medalla por lo que hace. No la necesita. Cada día ve crecer a su hija y seguro que siente un orgullo sano al comprobar que puede acompañarla en todas las tareas.
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