La esperada decisión del Pontífice llegó tras la investigación de Scicluna y escuchar personalmente a las víctimas de Fernando Karadima
Día histórico para los fieles de la diócesis de Osorno y las víctimas de abusos en Chile, quienes pedían a gritos la renuncia del obispo, Juan de la Cruz Barros Madrid, acusado de encubrir al sacerdote Fernando Karadima en sus abusos sexuales, de poder y de conciencia, cuando era su pupilo en la parroquia de “El Bosque”.
La oficina de prensa de la Santa Sede informó este lunes 11 de junio de 2018, que el Papa Francisco aceptó la renuncia del obispo de Osorno y nominó al Administrador Apostólico de la sede vacante a monseñor Jorge Enrique Conchua Cayuqueo, O.F.M., Obispo Auxiliar de Santiago de Chile. Barros Madrid había presentado su renuncia en dos ocasiones, hasta hoy.
Sin caer en justicialismos y con discernimiento, la esperada decisión del Pontífice llegó tras el viaje a Chile en febrero de sus enviados especiales; el obispo maltés Charles J. Scicluna y el sacerdote español Jordi Bertomeu, oficial de la Congregación para la Doctrina de la Fe, quienes en las actas de la misión especial papal recogieron 2300 hojas que contenían 64 testimonios del caso.
Asimismo, el Papa Francisco escuchó personalmente a las víctimas del cura Karadima recibidas en su residencia en Santa Marta del 28 al 30 de abril y les pidió perdón: Juan Carlos Cruz, James Hamilton, José Andres Murillo. Además, de 1 al 3 de junio abrazó a cinco sacerdotes chilenos víctimas de abusos.
Antes, los 31 obispos activos de la Conferencia Episcopal fueron convocados a Roma (14-18 de mayo), más tres eméritos, a quienes en su gran mayoría no se les permitió alojar en Santa Marta y el Papa no celebró misa con ellos y siempre mantuvo encuentros en grupo. Fue en esta instancia, en el último día del encuentro, donde en un gesto sin precedentes los obispos renuncian, ponen ‘libremente’ sus cargos en las manos del Papa.
El trabajo de limpieza en la Iglesia de Chile continúa. Una nueva misión especial papal llegará a Chile, encabezada por Scicluna y Bertomeu, del 12 al 19 de junio, con el objetivo de “restablecer la confianza” por los errores y pecados cometidos y ayudar a “sanar las heridas de la sociedad chilena”.
Esta nueva misión tiene dos lugares de asentamiento: las diócesis de Santiago y Osorno, donde justamente se han concentrado las denuncias contra el obispo Barros, con cuatro días para cada una.
La futura valoración jurídica y pastoral también hace mover el piso a tres obispos chilenos que integraban el llamado ‘círculo de hierro’ del cura Karadima: Andrés Arteaga, enfermo de Parkinson, Horacio Valenzuela, obispo de Talca y Tomislav Koljatic, obispo de Linares.
Medidas de corto, mediano y largo plazo. Eso fue lo que prometió el Papa, el 11 de abril, cuando le envió una carta a los obispos de Chile, diciendo que sentía “dolor y vergüenza” por el deficiente tratamiento que la Iglesia le había dado a las víctimas de abusos y, en general, a las denuncias de esos casos.
Entre los objetivos, el Papa destacó “restablecer la comunión eclesial en Chile, para reparar, en lo posible, el escándalo y restablecer la justicia”.
También se anunció hoy el cese de otros dos obispos chilenos, ambos mayores de 75 años: El Papa ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la archidiócesis de Puerto Montt (Chile), presentada por monseñor Cristián Querido Cordero y la renuncia al gobierno pastoral de la diócesis de Valparaíso (Chile), presentada por monseñor Gonzalo Duarte García De Cortázar.
En su carta al pueblo de Dios, dirigida al estilo de la carta de Benedicto XVI a los fieles de Irlanda en 2010, el papa Francisco dijo nunca más a la “cultura del abuso” y el “encubrimiento”.
El 31 de mayo de 2018, escribió: “El ‘nunca más’ a la cultura del abuso, así como al sistema de encubrimiento que le permite perpetuarse, exige trabajar entre todos para generar una cultura del cuidado que impregne nuestras formas de relacionarnos, de rezar, de pensar, de vivir la autoridad; nuestras costumbres y lenguajes y nuestra relación con el poder y el dinero”.
El 18 de febrero de 2011, el sacerdote Fernando Karadima, ex párroco de la parroquia El Bosque, fue hallado culpable por la Congregación para la Doctrina de la Fe de “abuso de menores y abuso del ministerio sacerdotal”. En abril de 2012, el arzobispo de Santiago, R. Ezzati, firmó el decreto que ponía fin a la Pía Unión Sacerdotal, la estructura jerárquica y de influencias montada por el cura Karadima.