El valioso documento había sido reemplazado en secreto por una falsificación
Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
Si la vida del descubridor de América, Cristóbal Colón, estuvo llena de vicisitudes, a su muerte –y no sólo por el Testamento—no ha sido diferente. Incluso hasta su estatua en algunas ciudades del mundo ha sufrido el embate de quienes consideran que antes que “el revelador del globo”, como lo llamó Léon Bloy, fue un aventurero del imperio español.
El descubrimiento (o la “invención”) de América, aquel 12 de octubre de 1492, fue registrado minuciosamente por el propio Colón en un Diario y, al mismo tiempo, en una serie de cartas dirigidas a los reyes católicos de España –doña Isabel y don Fernando— en las que describe las islas descubiertas (sobre todo Cuba y La Española) y exagera en serio sobre su tamaño, sus riquezas, la bondad de sus habitantes…
Cinco meses después del descubrimiento, en marzo de 1493, apareció impresa en Barcelona una carta redactada en castellano –quizá la primera de todas las que dirigió a los reyes— y dirigida al “escribano de ración”, cargo que ocupaba Luis de Santángel (por lo que se le conoce como la carta de Santángel).
La carta, fechada el 15 de febrero y postdatada en Lisboa el 14 de marzo, pudo ser impresa en los talleres de Pere Posa, en Barcelona, en abril de ese mismo año de 1493.
Muy pronto llegó a Roma: el 18 de abril de 1493 y para finales de abril ya estaba traducida al latín, traducida (y en ocasiones traicionada) por Leandro Cosco. Esta es la versión que circuló profusamente en Europa y, dado que el latín era la “lengua franca” de la Baja Edad Media, fue reimpresa en numerosas ocasiones, y traducida, después, al italiano y al francés. En 1497, en Valladolid, se realizó una nueva edición de la versión castellana.
Esa carta había sido robada (o, mejor, “sustituida”) de su auténtico dueño: el Vaticano. Sin embargo, y con ayuda del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos, el documento de cuatro páginas, valuado en 1.2 millones de dólares, ha vuelto a casa.
En la carta, Colón les dice a los reyes españoles: “en veinte días pasé a las Indias con la armada que los ilustrísimos Rey e Reyna, nuestros señores, me dieron, donde yo hallé muy muchas islas pobladas con gente sin número, y de ellas todas he tomado posesión por Sus Altezas con pregón y bandera real extendida, y non me fue contradicho”.
El valioso documento había sido reemplazado en secreto por una falsificación, mientras que el documento verdadero finalmente terminó en manos de un coleccionista estadounidense, Robert Parsons de la ciudad de Atlanta (Georgia). Éste la había adquirido por 875.000 dólares y “de buena fe” –es decir: sin saber que había sido robada de el Vaticano– en 2004.
Calista Gingrich, embajadora de los Estados Unidos ante la Santa Sede, y representantes del Departamento de Seguridad Nacional y su división de investigaciones presentaron la copia original durante una ceremonia el 14 de junio en la Biblioteca del Vaticano. “Es una pieza preciosa de la historia y me siento honrada de devolverla a su legítimo propietario”, dijo Gingrich.
Te puede interesar:
El misterio de la carta de Cristóbal Colón robada del Vaticano
El documento original podría ser el que se encuentra en la Biblioteca Pública de Nueva York, sin embargo hay 80 traducciones y versiones en latín que todavía existen. La copia del año 1493 que había pertenecido al Vaticano, una versión latina impresa por el impresor con sede en Roma, Stephan Plannck, es una de ellas.
El documento había sido adquirido a principios del siglo XIX por un coleccionista de Roma, que luego lo donó al superior general de los jesuitas, según documentos judiciales de los Estados Unidos obtenidos por el Wall Street Journal. El jefe de los jesuitas luego entregó la colección al Papa Benedicto XV en 1921, con la carta de Colón en la Biblioteca del Vaticano.
No se sabe cuándo se robó (o se “sustituyó”) la carta, pero los agentes especiales del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos recibieron un aviso en 2011 de que el documento en la biblioteca vaticana era falso. Sus investigaciones, finalmente, los llevaron a creer que el documento en la colección de Parsons era el original.
Compararon las dos piezas y descubrieron que la letra falsa de la Biblioteca del Vaticano tenía en realidad la encuadernación original 1493, cuyas dimensiones y “estaciones de costura”, o los agujeros hechos para el hilo de encuadernación, coincidían con la carta real de Parsons.
Cuando los investigadores informaron a la viuda de Parsons, Mary, del crimen, ella acordó renunciar a todos los derechos e intereses en la carta, siempre y cuando fuera devuelta al Vaticano, dijo la embajada de Estados Unidos en un comunicado. Gingrich le dijo a los reporteros que Mary Parsons también escribió una carta al Papa Francisco que había sido entregada.
La carta de Colón termina diciendo: “*En conclusión, a hablar de esto solamente que se ha hecho este viaje que fue así de corrida, que pueden ver Sus Altezas que yo les daré oro cuanto hubieren menester con muy poquita ayuda que sus altezas me darán ahora, especias y algodón cuanto Sus Altezas mandaran cargar*, (…) *y esclavos cuantos mandaran cargar, e serán de los idolatras. Y creo haber hallado ruibarbo y canela, e otras mil cosas de sustancia hallaré, que habrán hallado la gente que yo allá dejo; porque yo no me he detenido ningún cabo, en cuanto el viento me haya dado lugar de navegar: solamente en la villa de Navidad, en cuanto dejé asegurado e bien asentado”*.
Con información de CNS