Hablará, mañana viernes, de la crisis nicaragüense con el Papa Francisco
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Cuando el miércoles 18 de abril de 2018, día en el que se publicó la reforma del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS), nadie imaginaba lo que iba a suceder en el país centroamericano.
Ese fatídico día, miembros de la coalición opositora al régimen de Daniel Ortega, el Frente Amplio por la Democracia (FAD), se manifestaron en contra de dicha reforma en la ciudad de León, mientras estudiantes de la Universidad Centroamericana (UCA) hacían lo propio en Managua.
Ambos contingentes –contrarios a Ortega y a su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo—chocaron con miembros de las llamadas Juventudes Sandinistas, grupos de choque afines al Gobierno, produciendo los primeros actos de violencia.
Dos meses y una semana después, según cifras de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), “la acción represiva del Estado nicaragüense ha dejado, al menos, 212 personas muertas hasta el 19 de junio, 1.337 personas heridas y 507 personas privadas de la libertad registradas hasta el 6 de junio.
También hay cientos de personas en situación de riesgo tras ser víctimas de ataques, hostigamientos, amenazas y otras formas de intimidación.
Con ese complicado telón de fondo, el cardenal y arzobispo de Managua, Leopoldo Brenes, acompañado del obispo de la diócesis de Matagalpa, Rolando Álvarez, están Roma para hablar, mañana viernes, de la crisis nicaragüense con el Papa Francisco.
Cabe resaltar que el cardenal Brenes es, también, presidente de la Conferencia Episcopal Nicaragüense, presidente de la Comisión de Mediación y Testigo del Diálogo Nacional, junto con el obispo Rolando Álvarez, quien es miembro de la misma Comisión de Mediación.
Mediar para evitar derramamiento de sangre
Las protestas por la reforma al INSS han derivado hacia otra arena, ésta regada de sangre en Nicaragua: la arena política.
En pocas palabras, las protestas han derivado en la necesidad de una reforma al sistema electoral nicaragüense, el adelanto de las elecciones y la salida del poder de la llamada “pareja presidencial”: Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo.
En éste ir y venir, la Iglesia católica se ha convertido en el fiel de la balanza, es decir, en la mediadora entre el Gobierno y el FAD, entre Ortega y los estudiantes, con un papel difícil, roto por la continua represión en las calles, sobre todo en la ciudad de Masaya y durante la marcha por el Día de las Madres, a fines del mes de mayo.
La arquidiócesis de Managua, mediante un comunicado, indicó que Brenes, acompañado del prelado Rolando Álvarez, ya se encuentran en el Vaticano “para cumplir su agenda de trabajo”.
El cardenal, junto con su obispo auxiliar Silvio Báez, han encabezado, con riesgo de su propia vida, la propuesta de paz y diálogo entre todas las partes. Su objetivo explícito ha sido evitar más derramamiento de sangre.
Sin embargo, la Iglesia no ha escatimado declaraciones de condena a la brutal represión del Gobierno. En un acto histórico, incluso algunos obispos y el Nuncio Sommertag llegaron a Masaya para detener la masacre que estaba perpetrando la policía y fuerzas paramilitares en contra de los amotinados, la mayoría de ellos jóvenes.
Y no solo llegaron revestidos de obispos, sino con el Santísimo en alto, recorrieron las calles de Masaya, arrastrando a la multitud, en un acto sin precedentes en la historia de enfrentamientos que ha tenido Nicaragua desde los tiempos de Anastasio Somoza.
Brenes participa en el Consistorio de los cardenales, convocado por el Papa Francisco, y posteriormente se reunirá en una audiencia privada con el Pontífice, para abordar la situación que vive Nicaragua y el papel de la Iglesia en el Diálogo Nacional con el Gobierno de Daniel Ortega.
Situación “doliente y sufriente”
La violencia de los grupos afines al régimen sandinista también se ha sentido sobre la Iglesia católica de Nicaragua, sobre todo en Masaya, Managua, León y Jinotega.
Por ejemplo, el sacerdote Alfredo García, párroco de la Iglesia San Cristóbal en Managua, en un comunicado dado a conocer por la arquidiócesis de Managua, denunció hace algunos días, serias amenazas en su contra realizadas, según aseguró, por paramilitares ligados al Gobierno.
El secretario general de la CEN, monseñor Juan Mata, explicó que tanto el cardenal Brenes como el obispo Álvarez , “se reunirán con el Papa Francisco en una audiencia privada, en nombre de todos los obispos de Nicaragua, para reiterarle nuestra adhesión y fidelidad a su persona y magisterio, como pastor visible de la Iglesia católica”.
“En dicha audiencia – se lee en el Comunicado de la CEN– informaran al Santo Padre Francisco, la situación doliente y sufriente que vivimos los nicaragüenses y el impulso que le hemos dado al diálogo”.
Detrás de esta audiencia está la preocupación del Papa por los acontecimientos en Nicaragua, misma que ha expresado en numerosas ocasiones desde que comenzó la crisis en el mes de abril.
Y, también, el demoledor informe de la CIDH en el que este organismo, dependiente de la Organización de Estados Americanos muestra que la violencia del Gobierno de Ortega “ha estado dirigida a disuadir la participación en las manifestaciones”.
La represión ha seguido “un patrón común, caracterizado por el uso excesivo y arbitrario de la fuerza policial, incluyendo el uso de la fuerza letal de manera deliberada y sistemática; el uso de grupos parapoliciales con la aquiescencia y tolerancia de las autoridades estatales”.
Brenes lleva a Nicaragua en los hombros. Lo que el Papa conocerá de viva voz será esta realidad. La Iglesia nicaragüense no dejará su labor profética. Ha estado con el pueblo. Y eso emociona a Francisco.