Una historia de martirio apalache en la Florida española del siglo XVII
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Si alguien le dijera a usted que un grupo de nativos apalache del noroeste de Florida (actual territorio de Estados Unidos) podrían llegar a ser santos, ¿qué pensaría? Seguramente, que usted estaba equivocándose de lugar y de nativos.
Porque persecución, lo que se dice persecución, de católicos en Estados Unidos, solamente se circunscribe a la que se llevó a cabo en contra de inmigrantes italianos e irlandeses en el siglo XIX. De ahí en fuera, nada. Y menos, persecución y asesinato de indígenas apalache por ser católicos.
¿Qué los Apalaches no son una larguísima cadena de montes, una cordillera que va desde la isla de Terranova, en Canadá, hasta el sur de Alabama, en Estados Unidos? Sí, pero también es cierto que los apalache eran, a la llegada de los españoles al actual territorio estadounidense, en el siglo XVI, la cultura más avanzada de Florida.
La gente del otro lado
Apalache, (*Apalachee*) significa “la gente en el otro lado”, vocablo de la tribu Hitchiti (Creek), también podría derivar del término *choctaw apelachi*, “el ayudante”. Su hábitat era (y es) el noroeste de Florida, entre los ríos Aucilla y Ochlockonee, lo que hoy es la frontera el estado de Georgia y el Golfo de México. Hablan el muskogeana, aunque tenían un dialecto cercano a los Choctaw y los Creek.
A la llegada de los españoles se estima que la población apalache llegaba a 50.000 personas. La comunidad apalache más grande estaba en Lago Jackson, al norte de la actual Tallahassee (Alabama), pero a la llegada del conquistador español Hernando de Soto y sus hombres en 1539, se trasladaron a Anhaica (hoy el Parque Myers en Tallahassee).
En el año 1607, a pesar de las dificultadas encontradas en Florida, los misioneros franciscanos comenzaron a fundar misiones en los territorios apalache y ya para 1630 habían fundado nueve misiones, multiplicando las conversiones y mezclándolas con prácticas religiosas que incluían parte de sus tradiciones ancestrales.
Los pasos de Moore
Anhaica se convirtió, entre 1656 y 1704, en la misión principal, cambiando el nombre a San Luis de Talimali. Vivían allí unos 1.500 apalache, junto con una guarnición de veinte soldados españoles. Era el comienzo de una comunidad española de rancheros y comerciantes.
La Provincia de Apalache tenía otras trece misiones dirigidas desde la misión de San Luis. Como centro comercial atraía visitantes de tribus vecinas.
En 1702 España e Inglaterra estaban oficialmente en guerra. A principios de 1704, el coronel inglés James Moore (1650-1706) ex gobernador de Carolina, lideró una expedición al este de la Florida formada por cincuenta ingleses y mil indios aliados, principalmente creek, expedición que provocaría lo que se conoce como “la Masacre de los apalache”.
Arrasaron con todo
Los enfrentamientos comienzan el 25 de enero de 1704, cuando invaden la Misión Concepción de Ayubale.
Los apalache eran los últimos aliados a los españoles en la región. Algunos pueblos se rindieron sin luchar, mientras que otros fueron destruidos. Moore volvió a Carolina con 1.300 apalache que se habían rendido y otros mil tomado como esclavos. San Luis fue quemado y abandonado por sus habitantes el 31 de julio de 1704, antes que llegara James Moore.
Hasta 1706 los ataques continuaron, las misiones españolas en la Florida fueron destruidas. La mayoría de los sobrevivientes apalache fueron a vivir a Mobile, lugar controlado por los franceses. En 1763 fueron reubicados en la Parroquia de Rapides (Luisiana). En la actualidad unos 300 descendientes viven allí, son los únicos de todas las poblaciones nativas de Florida que pueden documentar su origen.
Protestantes buscando nuevas tierras
En fecha reciente, este martirio de los apalache por su fe católica fue recuperado por la serie original de la cadena Eternal Word Television Network (EWTN) “They Might Be Saints” (“Ellos podrían ser santos”), producida y dirigida por Michael O’Neill.
“Esta es una situación en la que los ingleses, que eran protestantes y buscaban establecer nuevas tierras, alistaron a otras tribus que se sintieron ofendidas por esta conversión, en un esfuerzo por matar a los misioneros españoles y a los indios apalache”, dice O’Neill.
“En general, más de 2,000 apalache fueron ejecutados, y 86 han sido identificados como asesinados por odio a la fe católica”, agrega O’Neill en la presentación de este importante documento televisivo.
“Los misioneros españoles registraron estas historias de hombres, mujeres y niños que murieron protegiendo la Eucaristía y defendiendo la fe. En este día y edad, vemos que las personas pierden su fe, pero aquí tienes este increíble ejemplo de personas de todas las edades que dan sus vidas por la fe”, recuerda O’Neill.
Una muerte ejemplar
Entre los asesinados se encuentran Antonio Cuipa y sus compañeros. Cuipa fue un líder católico, evangelizador, músico y mentor espiritual de los apalache.
Cuipa fue “crucificado por su fe”, apunta O’Neill. “En uno de los grandes momentos del episodio [de una hora], Antonio tiene una visión de la Virgen María mientras muere en la cruz”.
“Con gran sacrificio y valentía, dio instrucciones desde la cruz a su pueblo y los animó en su fe”, señala O’Neill, quien también sostiene el sitio web “Miracle Hunter” (“Cazador de milagros”), sobre las apariciones marianas en todo el mundo.