La apertura del proceso de canonización de un médico que se opuso al aborto llena de júbilo y expectativa Médico y político, casado y padre de siete hijos. Así resumen su perfil las personas y medios que por estas horas tienen la tarea de explicar quién es Salvador García Pintos, el hombre que desde este miércoles comienza a integrar la lista de los posibles santos uruguayos.
Nacido en Montevideo en agosto de 1891, García Pintos desde muy pequeño estuvo vinculado a los salesianos en Uruguay. Con el paso de los años se dio cuenta que su camino no era la vida religiosa y la pasión por la medicina fue lo que imperó.
Fue esta decisión la que a la postre le permitió dar testimonio en medio de una época donde se logró liberalizar el aborto en Uruguay (1934). Salvador García Pintos formó parte de una intensa campaña en su contra. Una de sus obras, por ejemplo, publicada en 1936, se ha titulado “El derecho a nacer y el niño concebido como persona jurídica”. En el año 1937 el aborto en Uruguay se volvió a tipificar como delito, aunque con posibilidad de suspender la condena, tal cual recuerda una reseña elaborada por la Arquidiócesis de Montevideo.
Su férrea defensa en este ámbito, incluso, lo llevó a tener un reconocimiento más que especial, la del papa Pío XI, quien le confirió la Orden de San Gregorio Magno.
Recién en el año 2012 la despenalización del aborto dentro de los primeros 12 meses de gestación se volvió a habilitar a través de la aprobación de una ley, pero la huella de García Pintos gracias a su constancia en defensa de la vida a esta altura ya es indeleble.
El protagonismo de García Pintos también se dio en otros ámbitos de la vida pública. Además de médico y presidente del Círculo Católico de Obreros, organización integrante del sistema de salud de Uruguay, estuvo también vinculado a la vida política a través de la Unión Cívica del Uruguay y se desempeñó como periodista en medios de comunicación ahora desaparecidos como El Bien Público (prensa escrita) y Radio Sarandí (radiofonía), aún vigente, entre otros.
La muerte de García Pintos, padre de siete hijos y casado con María Esther Baracco, llenó de consternación a todos, algo que derivó que una multitud fuera a darle el último adiós. Sucedió mientras pescaba junto a un grupo de amigos en el balneario uruguayo La Floresta en el año 1956. Desde ese mismo instante ya muchos hablaban de su “fama de santidad”, indica una crónica del diario El País en base al libro publicado en 2010 “Doctor Salvador García Pintos (Papapo)” escrito por uno de sus hijos de nombre Pablo.
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¿La santidad llega a la persona o es esta la que se hace santa?
Este miércoles, de la mano del cardenal Daniel Sturla, la Iglesia de Uruguay vive con júbilo la apertura de este nuevo proceso de canonización impulsado desde hace tiempo por un grupo de fieles integrado principalmente por varios familiares. El camino puede ser arduo y debe atravesar los debidos procesos para que el Papa lo pueda declarar venerable.
Esta noticia también llena de expectativa a una iglesia pobre, “partera de la patria”, pero a menudo silenciada, tal cual suele recordar de forma continua Sturla al hacer referencia a los efectos del largo proceso de secularización que vivió el país hace más de 100 años y que de alguna manera ha generado que la fe se viva más bien en el ámbito privado y que su voz genere cierta molestia cuando interviene en los debates públicos.
Por ahora en Uruguay no hay santos declarados oficialmente, pero sí hay varios integrantes subidos a esa “escalera al cielo” desde hace mucho tiempo. Salvador García Pintos ya es uno de ellos.
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Con información en base a Arquidiócesis de Montevideo, El País y otras reseñas