Mientras se encontraba postrado por una lesión grave, san Ignacio de Loyola comenzó a preguntarse sobre el estado de su propia alma y los diferentes sentimientos que experimentaba al tomar decisiones. Escribió la siguiente revelación en su autobiografía (escrita en tercera persona).
Esta revelación le acompañó durante el resto de su vida y fue desarrollada más extensamente en sus Ejercicios espirituales.
En esta obra pudo ofrecer una serie de normas concretas para llevar una vida espiritual que ayude a un alma perturbada a discernir los movimientos o “mociones” de su corazón y descubrir si vienen influidos por un espíritu maligno o benigno.
Desde entonces muchos han encontrado consuelo en sus reglas y las revisan regularmente para comprender mejor los movimientos de Dios en su alma. Aquí están las ocho reglas que san Ignacio da en sus Ejercicios espirituales.