Este maravilloso templo católico, único en el mundo, fue tallado íntegramente en roca salina. Durante el año es visitado por más de 600.00 turistas de 145 países. Descubre este lugar en imágenes.
Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
El recorrido por cualquiera de sus fantásticos escenarios produce en el visitante ―cristiano, ateo o agnóstico― sensaciones diversas, desde recogimiento, admiración y misticismo, hasta reverencia, paz interior y gratitud.
Es necesario visitar este lugar ubicado en el centro de Colombia para entender por qué una obra construida por segunda vez en las profundidades de la tierra es considerada una joya arquitectónica de la modernidad o cuál fue la razón para que la organización Ripley Entertainment la certificara como único templo subterráneo del mundo y la incluyera en 2017 en su libro Believe it or not! (¡Aunque usted no lo crea!).
La historia de la Catedral de Sal de Zipaquirá está ligada a la vida de los muiscas o chibchas, un pueblo indígena que mucho antes de la llegada de los conquistadores españoles, empleaban la sal extraída de las minas de la región para su alimentación y el intercambio comercial. Años después, contó a Aleteia el gerente de la Catedral de Sal, Raúl Alfonso Galeano Martínez, esas minas fueron explotadas artesanalmente, pero solo fue hasta 1932 ―debido a la devoción cristiana de los campesinos mineros― cuando se construyó una capilla en un socavón y se hicieron los diseños para una catedral.
Desde el día de su inauguración, el 15 de agosto de 1954, la primera iglesia fue calificada como una obra “monumental e indescriptible que solo pudo ser inspirada por el poder de Dios”. Los datos lo demuestran: una excavación a 80 metros de profundidad, debajo de una montaña de 400.000 metros cuadrados; seis columnas salinas de soporte, de 80 metros cuadrados cada una; cuatro naves de 120 metros de largo, 13 de ancho y 22 de altura y un área de 5.500 metros cuadrados en donde cabían 8.000 personas. En sus lugares más notorios fueron ubicadas imágenes como la de Nuestra Señora del Rosario de Guasá, patrona del lugar, más conocida como la Virgen Morenita.
Problemas estructurales generados por la explotación industrial de la mina obligaron en 1992 al cierre de la Catedral y a la construcción de otro templo que no afectara la producción minera y garantizara la plena seguridad de los visitantes. De las 44 propuestas examinadas se escogió el diseño del arquitecto colombiano Roswell Garavito Pearl quien retomó figuras de la iglesia vieja e incluyó otros elementos arquitectónicos, místicos y religiosos que le imprimieron un aire más majestuoso y ceremonial.
Esta segunda Catedral tallada a 180 bajo tierra e inaugurada en 1995, tiene 8.550 metros cuadrados de extensión. Uno de sus lugares más sobrecogedores es el Viacrucis, un recorrido de 386 metros durante el cual se puede orar recordando 14 momentos de la pasión y muerte de Jesús. Sus tres fascinantes naves de 80 metros de longitud evocan el nacimiento, vida, muerte y resurrección de Cristo, aunque es en la parte central donde emerge la cruz tallada en roca más grande del mundo, una escultura de 16 por 8 metros que se puede admirar desde diferentes ángulos. En ese lugar también se erigieron cuatro columnas que representan a los evangelistas Lucas, Juan, Marcos y Mateo y se esculpió La creación, una escultura que recuerda a Miguel Ángel y la Capilla Sixtina.
Otros monumentos admirables tallados por colombianos son La Piedad, la Sagrada Familia, una cúpula interior que se eleva hacia el cielo, el arcángel, la capilla del Santísimo y el nártex, unos laberintos que representan las penitencias de los no bautizados.
Más atractivos
El Parque de la Sal, donde está ubicada la ‘primera maravilla de Colombia’, tiene múltiples atractivos, entre ellos, el Sendero Ecológico que exhibe la riqueza verde de la región; el Museo de la Salmuera, en el cual se muestra el proceso de formación de la sal, y la Ruta del Minero, una excitante actividad que permite familiarizarse con la extracción de la roca salina. Además, hay visitas a Zipaquirá, una histórica ciudad con arquitectura colonial y en la que estudió el nobel Gabriel García Márquez.
Según cifras oficiales, además de los colombianos, más de 600.000 personas llegadas de 145 países ingresaron a la Catedral de Sal en 2017. Ese notable flujo de turistas hizo que Trip Advisor, un portal digital especializado en reseñas de viajes, reconocieran su importancia cultural, arquitectónica y religiosa y le otorgaron por quinto año consecutivo un certificado de excelencia.
Su trascendencia religiosa, además del nombre, las figuras existentes y los símbolos del catolicismo, también se refleja en las eucaristías celebradas masivamente, las ceremonias de Semana Santa y Navidad y los conciertos de música religiosa. Sin embargo, para muchos católicos que la han conocido, la fe de los visitantes y la magnificencia de la Catedral se pueden sintetizar en una frase que repiten los habitantes de Zipaquirá: “¡Un encuentro con Dios bajo la tierra!”.