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La trampa del evangelio de la prosperidad

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Paul de Maeyer - publicado el 07/08/18
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Los resultados de un sondeo realizado en Estados Unidos por “LifeWay Research”

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Dios nos quiere, nos ama. Es más, quiere colmarnos de sus bienes. Lo enseña la Biblia y lo dice Jesús en el Evangelio: “Les aseguro que todo lo que pidan al Padre, él se lo concederá en mi Nombre” (Jn 16,23). El problema es que en algunas denominaciones o iglesias norteamericanas (y no solo), esta generosidad divina ha asumido una característica particular material y no escatológica, que reduce a Dios a un mero dispensador de bienes, como si fuese una tarjeta de crédito ilimitada.

“Un grupo significativo de iglesias parece enseñar que las donaciones desencadenan una respuesta financiera por parte de Dios”, declara el director ejecutivo de LifeWay Research, en Nashville, en Tennessee, Scott McConnell, con ocasión de la publicación de los resultados de un sondeo sobre el “Evangelio de la prosperidad” realizado del 22 al 30 de agosto de 2017 entre 1.010 americanos adultos que asisten al menos una vez al mes una iglesia protestante o no denominacional.

Aunque “varios líderes evangelistas de alto nivel han condenado la doctrina del Evangelio de la Prosperidad”, “muchas personas entre los feligreses la ha abrazado”, explica McConnell.

Dios bendice a quien dona a la iglesia

El 38%, es decir, un fiel sobre tres, respondió estar de acuerdo con la afirmación de la encuesta de que “su iglesia enseña que Dios les bendecirá si dan más dinero a su iglesia y a sus obras de caridad”. Al respecto, un 22% declaraba estar “bastante” de acuerdo, el 16% declaraba estar “fuertemente” de acuerdo.

Más propensos a estar de acuerdo con la frase (el 53%) son los pentecostales, o quienes asisten a las Assemblies of God (un movimiento evangelista). Más inclinados a estar de acuerdo son las personas practicantes con creencias evangelistas (el 41%) respecto a los que no las tienen (el 35%).


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Aunque cuatro de cada diez participantes en la encuesta (el 40%) declararon estar “fuertemente” en desacuerdo con el contenido de la frase y el 17% respondió estar “bastante” en desacuerdo, un 5% respondió que no estaba seguro.

Prosperar a nivel financiero

Más de dos participantes de cada tres, es decir, el 69%, afirmaron estar de acuerdo con la declaración de que Dios quiere que prosperen financieramente”. Mientras el 31% respondió estar “bastante” de acuerdo, el 38% está incluso “fuertemente” de acuerdo.

Al respecto, el 10% afirmaba no estar seguro, casi uno de cada diez, el 9%, dijo en cambio estar en fuerte desacuerdo con la frase, respecto al 12% que respondió con “bastante en desacuerdo”. Esto implica que solo poco más de uno de cada cinco, el 21%, no está de acuerdo con la afirmación.

La encuesta muestra además que los fieles que asisten a su congregación al menos una vez por semana son más propensos a pensar que Dios quiere que prosperen a nivel financiero (el 71%), un porcentaje que baja al 56% entre quienes participan como mucho dos veces al mes en el culto.

Para recibir de Dios, hay que hacer algo por Él

Finalmente, casi un protestante practicante de cada cuatro, o sea el 26%, se declaró de acuerdo con la frase de que para recibir de Dios bendiciones materiales hay que hacer algo por Él. El 13% dijo estar “fuertemente” de acuerdo y otro 13% “bastante” de acuerdo.

El 70% en cambio no está de acuerdo. Al contrario, el 54% está “fuertemente” en desacuerdo, respecto al 16% “bastante”. Un 5% dijo no estar seguro.

Los miembros de la comunidad afroamericana no hispanos (el 44%) e hispanos (el 34%) son, por los demás, los más proclives a responder positivamente respecto a los blancos no hispanos (el 17%) y otras etnias (el 16%), según revela el sondeo.

La advertencia de la “Civiltà cattolica”

En un artículo publicado en julio bajo el título emblemático Teología de la prosperidad. El peligro de un “Evangelio distinto” en la prestigiosa revista La Civiltà Cattolica, el jesuita Antonio Spadaro y el pastor presbiteriano argentino Marcelo Figueroa analizaron las raíces y los riesgos ligados a esta corriente teológica, la cual atrae un numero creciente de fieles no solo en EE.UU., sino también en algunos países latinoamericanos, entre ellos Guatemala y en particular Brasil, e incluso en África y Asia, donde se ha difundido por ejemplo en Corea del Sur y hasta en China.



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Como ejemplo, los dos autores, que la el verano pasado firmaron un artículo difundido en la revista de la Compañía de Jesís, mencionan la Miracle Center Cathedral en la capital ugandesa Kampala, fruto de la predicación del pastor Robert Kayanja, y también la Igreja Universal do Reino de Deus, fundada en 1977 por el pastor brasileño Edir Macedo, propietario de la segunda emisora televisiva del país sudamericano, RecordTV, y del grupo mediático Grupo Record.

Los orígenes del “Evangelio de la prosperidad”

Para Spadaro y Figueroa, los orígenes de la corriente del “Evangelio de la prosperidad” y de su promesa de bienestar financiero y material hic et nunc se remontan al EE.UU. de finales del siglo XIX, y especialmente al pensamiento del pastor neoyorquino Esek William Kenyon, el cual “sostenía que a través del poder de la fe se pueden modificar las realidades materiales concretas”, no solo para bien sino también para mal, en el sentido de que la pobreza, la enfermedad y la infelicidad eran el resultado directo de la falta de fe.

Fue también fundamental la contribución del pastor y “profeta” Kenneth Hagin, que señalaba en dos versículos del Evangelio de Marcos el núcleo vital de lo que después se convertiría en el “Evangelio de la prosperidad”: “Porque yo les aseguro que si alguien dice a esta montaña: “Retírate de ahí y arrójate al mar”, sin vacilar en su interior, sino creyendo que sucederá lo que dice, lo conseguirá. Por eso les digo: Cuando pidan algo en la oración, crean que ya lo tienen y lo conseguirán” (Mc 11,23-24).

Otros elementos que caracterizan la corriente son el vínculo — aunque distorsionado — con la idea del “sueño americano” o American Dream, y también el uso de la comunicación masiva para difundir el mensaje, un elemento que habían intuido tanto Kenyon como Hagin y que encuentra su culmen en el fenómeno de los “telepredicadores”, comoe Oral Roberts, Pat Robertson y Joel Osteen, fundador de la más grande Megachurch o mega-iglesia de Estados Unidos, la Lakewood Church en Houston, Texas.

Un Evangelio distorsionado

En su ensayo, el jesuita y el pastor presbiteriano recuerdan que el “Evangelio de la prosperidad” no solo está muy lejos del mensaje y “sueño” predicado por figuras proféticas como Martin Luther King [1], sino que también fue criticado fuertemente “por sectores evangelistas tanto tradicionales […] como más recientes”, que acusan a la corriente de anunciar “un evangelio distinto”.

De hecho, según explican Spadaro y Figueroa, la corriente teológica del “Evangelio de la prosperidad” es fruto de una “hermenéutica reduccionista”, la cual minusvalora por ejemplo el papel de Dios Padre a una especie de “botones cósmico” y lo vuelve también “prisionero” de Su propia palabra.

Además, subrayan los autores, por parte de los fieles de estas iglesias hay “una total falta de empatía y de solidaridad” hacia los que sufren, están mal o tienen dificultades. “No hay compasión por las personas que no pueden prosperar — observan –, porque claramente no han seguido las ‘normas’, y por tanto viven en el fracaso y no son amadas, por tanto, por Dios”.

El verdadero Evangelio es factor de cambio real

“En definitiva, aquí se habla de un dios concebido a imagen y semejanza de las personas y sus realidades, y no según el modelo bíblico”, continúan Spadaro y Figueroa. “Este ‘evangelio’, que pone el acento en la fe como ‘mérito’ para subir en la escala social, resulta injusto y radicalmente anti-evangélico” y además tiene un “efecto perverso sobre la gente pobre”, advierten.

“No sólo exaspera el individualismo y borra el sentido de solidaridad, sino que empuja a la gente a tener una actitud milagrera, por la que solo la fe puede procurar la prosperidad, y no el compromiso social y político”, escriben los autores, que advierten en este contexto del riesgo de que los pobres que sean fascinados por este nuevo evangelio queden “enredados en un vacío político-social que permite con facilidad a otras fuerzas que plasmen su mundo, volviéndoles inocuos e indefensos”.

Papa Francisco ha puesto en guardia varias veces contra los peligros de la “tentación de la prosperidad”, recuerdan los autores al final de su ensayo, como con ocasión de su encuentro con los obispos de Corea del Sur, en agosto de 2014, cuando advirtió a los prelados sobre el riesgo de “una iglesia  acomodada y para los pudientes, una iglesia del bienestar”. De hecho, un evangelio donde no hay sitio para los pobres y los enfermos, ¿qué clase de evangelio es?

 

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1] Son famosas sus palabras I have a dream (“Tengo un sueño”), pronunciadas el 28 de agosto de 1963 ante el Lincoln Memorial de Washington al final de una marcha de protesta por los derechos civiles.

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