Si valoras la paciencia, los tiempos de espera y la lentitud, estás comenzando a cuidar tu interior más valioso.
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En la esfera privada, la sociedad contemporánea fácilmente se deja invadir por el ruido: las redes sociales no dan un instante de tregua, reclaman nuestra atención cuando recibimos una notificación o cuando alguien nos deja un mensaje. Se ha roto la idea de que alguien debe esperar para recibir una respuesta.
Aunque no nos lo diga abiertamente, un mensaje a la espera es un toc-toc a la puerta que espera ser atendido inmediatamente. Las prisas por hacer que todo sea inmediato nos condicionan y nos llegan a angustiar. Puede que, incluso en momentos en que debemos tomar decisiones importantes, la prisa nos atenace: la compra del piso con su hipoteca, el reparto de una herencia…
Cuando uno lleva años sufriendo una merma en la calidad de vida porque no para de vivir atendiendo los reclamos de los demás y de la publicidad, los mecanismos de la intimidad un buen día nos muestran una señal de alarma: estrés, caída del cabello, piel deshidratada, dermatitis… Son señales de que el cuerpo somatiza la preocupación.
A veces la vida a uno lo para de golpe, pero otras somos nosotros los que vamos observando, madurando y decidiendo, también gracias a los buenos consejos de otros. Es así como muchos descubren el modo de vivir slow, o de desaceleramiento.
Vivir en modo slow es ser conscientes de que nosotros vamos a decidir las cosas en última instancia.
Si vives la paciencia en la educación de los niños, recibirás el agradecimiento cuando sean mayores y vean cuántas veces te mordiste la lengua antes de regañarles.
Si eres paciente con los mayores, les estás aportando seguridad y tranquilidad a su vejez.
Si eres paciente con los ancianos, no tendrás necesidad de dar lecciones sobre el amor en la familia.
Si sabes esperar a que te atiendan en un organismo público, das muestras de ciudadanía. Cuando llegue la hora de exigir, también sabrás vivirla a fondo.
Aprende a desacelerar los procesos que habías comenzado a vivir con estrés: levántate 5 minutos antes y podrás desayunar con más calma, por ejemplo.
¿Se trata de ser lentos?
Ni lentos ni rápidos, el éxito de la vida está en encontrar la justa medida. Muchos hablan de aprovechar el tiempo. Séneca lo dijo de una manera mejor: vive tu tiempo de manera significativa.
- ¿Fue significativo para tus padres el último domingo que almorzaste con ellos?
- ¿Ha sido significativa la celebración de aquel sobrino, en medio de globos y dulces? Porque lo que de verdad importa es otra cosa, no los globos.
Tener en mente que la calidad de tu tiempo está por encima de la cantidad te aportará tranquilidad, seguridad en tu propio ser y la satisfacción del deber cumplido, al acabar cada jornada.