La desinhibición es saludable en cierta medida. ¿Hasta dónde buscas tú romper con los once meses anteriores?Oí decir hace poco de un fichaje importante en el fútbol que “la noche lo confunde”. Se referían a que, a pesar de las cualidades para el balón, se deja llevar por el ocio y la bebida. Veremos quién puede más, si sus ganas de permanecer en la Primera División y entre los grandes, o su gusto por el alcohol y las mujeres.
Cuando uno está de vacaciones, parece que el ocio le tira mucho más: no tiene obligación de madrugar ni de ir al trabajo y cumplir con esas obligaciones.
Pero, ¿eso significa que puedo emborracharme y no pasa nada? ¿Tengo barra libre para llevar la vida contraria a la que llevo en mis días de trabajo?
Las noticias nos dejan imágenes de personas que dejan atrás su imagen “oficial” y formal, y sacan su peor cara en vacaciones. Creen que nadie les va a reconocer, están lejos de su casa y de su país, pueden hacer cosas ilegales sin que nadie se lo impida, con dinero pueden comprar todo: sexo, bebida, drogas… Luego su comportamiento a veces queda grabado y compartido en las redes sociales: en el avión, en la playa, en la discoteca…
¿Acaso vivimos los valores para once meses del año y el de vacaciones nos olvidamos de ellos?
El descanso se obtiene al desinhibirnos, pero eso no puede implicar que nos olvidemos de los valores. La coherencia es para los 365 días del año.
La desinhibición es saludable en cierta medida: vestimos más informales, relajamos el horario, prolongamos las horas de sueño, buscamos nuevas experiencias, queremos conocer a otras personas… Pero la parte frontal del cerebro (la encargada de controlar la desinhibición) ha de seguir trabajando y valorando el interés de cada propuesta.
Cuando estemos de vacaciones es lógico que nos tiente el dejar la vida monótona y rutinaria en casa. Es normal pensar “voy a hacer cosas que no hago ordinariamente”. Pero seguimos siendo nosotros, ese “yo” con sus valores.
La madurez conlleva una reflexión sobre quiénes somos y quiénes queremos ser. A partir de ahí, también conlleva una decisión: queremos ser auténticos, ese “yo” que no es Doctor Jekyll y Mr. Hyde, sino siempre los mismos se nos mire por donde se nos mire.
¿Por qué no podemos aparcar los valores en vacaciones y volver a retomarlos a la vuelta a la vida normal? Porque cada acto deja huella en nosotros.
- Si soy perezoso durante un mes, a la vuelta me costará madrugar.
- Si me emborrachado con frecuencia, me habré vuelto más flojo.
- Si he sido infiel a mi novia, ya no será lo mismo con ella (aunque a ella la engañemos y no se dé cuenta).
Cada acto deja huella en mí
Cada acto me marca, para bien o para mal. Me hace subir un escalón o bajarlo.
Entonces, ¿es un aburrimiento vivir con valores las vacaciones porque te limitan la diversión? En absoluto, los valores nos indican las mejores rutas, como el GPS. El resto, quizá en apariencia son buenas opciones pero acaban en precipicios. Me refiero a la droga y al alcohol, por ejemplo.
En vacaciones, escoge bien tu destino turístico y escoge mejor a tus compañeros de viaje, porque son importantes para que te cuides por dentro y por fuera.
Sé astuto: no te metas en situaciones de las que no sabes cómo podrías acabar.
Sé previsor: entérate por internet de cómo es tu lugar de vacaciones y qué perspectivas tienes de poder vivir tus valores allí.
Sé creativo: genera alternativas para tus amigos y para ti si lo que ofrece ese lugar no va con vuestros valores.
Al final, haber superado un reto así puede convertir unas vacaciones en una experiencia magnífica.