Los cubanos se lo tomaron con optimismo y sintieron “como que abrieron una ventanita”. Sin embargo, la gente común y corriente todavía tardará mucho en poder conectarse y trabajar desde su casa o desde la terraza de un café.
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Fue una probada de mundo la que tuvieron los cubanos el pasado 14 de agosto. Por nueve horas pudieron conectarse a Internet desde cualquier parte de la isla.
Etecsa, el ente estatal encargado de las telecomunicaciones, puso a prueba ese día la red inalámbrica que cubrirá la isla. Y por ese breve espacio de tiempo, los cubanos no tuvieron que andar adivinando dónde colocarse para poder activar su tarjeta de acceso a Internet, que cuesta casi un dólar, algo que la inmensa mayoría no puede pagar. Pero se trató de una prueba, nada más. Ahora mismo, Etecsa va a ser el monopolio de venta de planes para los teléfonos celulares con Internet incluido.
Desde luego, nadie avisó a los cubanos de esas nueve horas gratuitas. La noticia corrió como reguero de pólvora. Por un momento se olvidaron de la ideología y gozaron de la tecnología. Las redes sociales se encargaron de esparcir la especie desde el primer minuto de prueba.
La blogera y directora de “14ymedio.com”, Yoani Sánchez, escribió en su sitio web: “Ni la página oficial de Etecsa, el monopolio estatal de comunicaciones, ni su servicio de atención al público revelaron que se hacían ensayos para la conexión a la web; solo los sitios de periodismo independientes y las cuentas privadas de las redes sociales destaparon el asunto”.
Más adelante, esta filóloga, mundialmente conocida por su rebelión al régimen castrista, señaló: “Así, con dos décadas de retraso y rodeados por el secretismo institucional, los cubanos se asomaron a la gran telaraña mundial desde sus celulares. La experiencia fue apasionante pero los problemas técnicos generaron más frustración que esperanza”.
¿Por qué? Porque se produjo “una congestión que impedía abrir páginas webs, continuos cuelgues que hacían incluso perder la señal de datos a los teléfonos y no permitían visualizar las imágenes en las aplicaciones con contenido multimedia fueron algunas de las dificultades que más sufrieron los sedientos internautas que esperaban desplegar velas en el mundo virtual y apenas pudieron chapotear en la orilla de la www”.
Pero los cubanos, acostumbrados a vivir al margen de los adelantos tecnológicos del mundo occidental, se lo tomaron con optimismo. La misma Yoani Sánchez declaró que esas nueva horas (de las once de la mañana a las ocho de la noche del 14 de agosto), sintieron “como que abrieron una ventanita”.
Sin embargo, la gente común y corriente, los cubanos de a pie, todavía tardarán mucho en poder conectarse y trabajar desde su casa o desde la terraza de un café, como lo hace ya la mayoría de las personas en el mundo. El gobierno y Etecsa lo han retrasado “por tanto tiempo como sea posible”, dice Sánchez.
Y apunta: “Al final, la torpe empresa estatal -una de las más ineficientes del mundo- ha anunciado que antes de que se acabe el año habilitará el acceso a la web desde los celulares del servicio prepago. Los usuarios postpagos y algunos privilegiados funcionarios o periodistas oficiales ya llevan meses disfrutando de esa posibilidad, pero sus opiniones sobre la calidad de la navegación son muy negativas”.
Si los privilegiados del régimen se quejan, ya se verá qué pasa con la gente del pueblo. Como en el caso del refresco de cola que intentó substituir en los años del Che Guevara a la marca insignia del capitalismo yanqui, a lo mejor el experimento del celular a la cubana les sale espantoso.
Pues, como termina diciendo Yoani Sánchez: “El monopolio estatal de comunicaciones está en problemas. Tiene millones de clientes cansados de esperar y muchos de ellos se asomaron este 14 de agosto a la red a través de sus móviles. Quieren repetir la experiencia con más eficiencia y con toda libertad”.