Aquí ciertos consejos para no educar “víctimas”
Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
Lo vemos mucho a nuestro alrededor: padres que educan a sus hijos con la mentalidad del “pobrecito yo”. Para ellos, sus hijos han tenido que sufrir momentos muy duros y su labor educativa consiste en reparar este daño y salvarlos de cualquier otro que pueda presentarse. Normalmente estos padres educan desde sus propios complejos, y no con el bien objetivo del niño en mente.
Así nuestros hijos, hayan tenido que sufrir o no, lo importante es la intencionalidad con la que los educamos de cara al futuro.
Aquí ciertos consejos para no educar “víctimas”:
- No trates de quitar todos los obstáculos que le toca vivir: deja que él se enfrente a situaciones incómodas, que sea él quien llame si tiene que pedir un favor u ofrecer una disculpa. Deja que se enfrente a las consecuencias de sus actos y que pueda resolver problemas sin tu ayuda. Todas estas habilidades le ayudaran a crecer en fortaleza y a desarrollar su capacidad de resolución de problemas.
- No caigas en la frase: “tengo que darle lo que yo nunca tuve”: normalmente esta frase viene de la emocionalidad y de algunos complejos personales que arrastramos, y la mayoría de las veces se refiere a cosas materiales que nos faltaron en la infancia. Cuando educamos no debemos traspasar estos complejos a nuestro hijo, somos personas muy diferentes, y lo que a ti te faltó, tal vez él no lo eche en falta.
- No sientas lástima por lo que le ha tocado vivir. No todos los sufrimientos son exageración de los padres: a algunos les ha tocado crecer en crisis, guerras o han sufrido enfermedades. Sin embargo, la lástima nos empuja a sobrecompensar y a tratar de borrar esas malas experiencias con abundancia de cosas que creemos que son buenas. En vez de sentir lástima hay que ayudarle a ser conscientes de lo que ha vivido, y a estar orgulloso de sus esfuerzos, sus luchas y de todo lo que ha podido superar.
- No le escondas lo que pasa: la película “La vida es bella” de Robero Begnini es hermosa y demuestra todo lo que puede hacer un padre para que su hijo no sufra. Pero en muchos casos, esta no es la respuesta. Si tratamos a nuestro hijo con respeto tenemos el deber, (siempre de acuerdo a su edad), de decirle la verdad sobre lo que está viviendo. No es cuestión de hacerlo sufrir sin necesidad, ni de ser exageradamente crudo, pero sí debemos tener la delicadeza de confiar en él y de ayudarlo a crecer en la realidad que le tocó vivir.
- No le conviertas en el centro del universo: un niño que cree que el mundo da vueltas alrededor de él, es incapaz de salir al encuentro de los demás y siempre será una víctima. El mejor antídoto contra la cultura del “pobrecito yo” es enseñarlos a pensar en los demás, a saber compartir y a poder entender que la felicidad es una puerta que abre hacia afuera.