Mientras custodiaban las catacumbas de san Calixto, los monjes trapenses idearon una receta secreta…
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A los italianos les encanta el chocolate. Pregúntale a un siciliano y te dirán que Módica, un pueblo en el sureste de Sicilia, es el lugar indicado para encontrar la mejor versión de esta exquisitez de color oscuro. Para un toscano, los fabricantes de chocolate de referencia son los Steiner.
Pero en la capital, Roma, es el chocolate “trapense” el que se lleva todos los halagos. Los monjes trapenses comenzaron a producir tabletas de chocolate, mermeladas y digestivos en la década de 1880 y sus productos icónicos son ahora una parte inseparable de la identidad gastronómica de Roma.
En 1883, el papa León XIII llamó a una delegación de monjes trapenses a Roma para concederles la custodia de las catacumbas de San Calixto. Poco después de establecerse en la capital, los monjes comenzaron a fabricar productos de chocolate que resultaron muy populares entre los lugareños. Los monjes trapenses utilizaban principalmente granos de cacao importados de la República Dominicana, Ecuador, Perú y Uganda, y seguían una receta secreta que aún a día de hoy nunca ha sido desvelada.
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En 1896, las tabletas de chocolate trapense, envueltas en papel de colores con el logotipo del Coliseo y una santa cruz, fueron seleccionadas para la Feria Europea del Chocolate, en Burdeos, Francia, y en 1906 ganaron varios premios en la Exposición Universal de Milán.
Durante los años 1940, los mismos monjes decidieron que también fabricarían turrón, un manjar dulce navideño típico para los romanos, siguiendo otra receta secreta.
A principios del siglo pasado, Angelo Rugghia, que trabajaba como portero del monasterio trapense, comenzó a supervisar la producción y la venta de chocolate y otros dulces. Hoy en día, la familia Rugghia continúa dirigiendo el negocio, siguiendo la misma antigua receta inventada por los trapenses hace casi 140 años.
Cuando visites Roma, podrás encontrar las icónicas barras de chocolate, una selección cremas de chocolate y el famoso turrón trapense en una pequeña tienda dentro de la impresionante abadía de Tre Fontane.