Un insólito acto penitencial en la misa conclusiva del Encuentro Mundial de las Familias en el Phoenix Park de Dublín: “Que el Señor mantenga y acreciente este estado de vergüenza y de convulsión”
“Quisiera poner delante de la misericordia del Señor estos crímenes y pedir perdón por ellos”, dijo el papa Francisco en un insólito acto penitencial en la misa conclusiva del Encuentro Mundial de las Familias, esta tarde en el Phoenix Park de Dublín.
“Que el Señor mantenga y acreciente este estado de vergüenza y de convulsión y nos dé la fuerza para comprometernos en trabajar para que nunca más sucedan y para que se haga justicia“, rogó.
Fue una petición de perdón en forma de oración en un rito de introducción de la misa, antes de las lecturas bíblicas, con el que quienes participan en la celebración reconocen sus pecados ante Dios para disponerse a “celebrar dignamente los santos misterios”.
“Pedimos perdón por los abusos en Irlanda: abusos de poder, de conciencia, abusos sexuales por parte de miembros cualificados de la Iglesia”, dijo.
“De manera especial pedimos perdón por todos los abusos cometidos en diversos tipos de instituciones dirigidas por religiosos y religiosas y otros miembros de la Iglesia. Y pedimos perdón por los casos de explotación laboral a que fueron sometidos tantos menores”, añadió.
“Pedimos perdón por las veces que como Iglesia no hemos brindado a los sobrevivientes, de cualquier tipo de abuso, compasión, búsqueda de justicia y verdad con acciones concretas”.
“Pedimos perdón por algunos miembros de la jerarquía que no se hicieron cargo de estas situaciones dolorosas y guardaron silencio“, prosiguió.
Francisco también pidió perdón en nombre de la Iglesia católica por no ayudar a las madres solteras a las que se les había retirado a sus hijos a encontrarlos o a los hijos que buscaban a sus madres solteras, por decirles que esta búsqueda era pecado mortal. “Eso no es pecado mortal, es cuarto mandamiento, pedimos perdón”, dijo.
Algunas víctimas de abusos con las que el papa Francisco se encontró este sábado por la tarde le habían confiado la injusticia que sufrieron al menos 100 mil madres menores obligadas a separarse por la fuerza de sus hijos en los institutos religiosos, según informó Vatican Insider.
Allí les decían que era pecado mortal “tratar de ponerse en contacto con sus hijos” y allí murieron más de seis mil niños y también algunas jóvenes madres.
La respuesta, las palabras de Jesús
En la homilía, el Papa destacó que el origen de todo bien y respuesta a todo mal se encuentra en las palabras de Jesús, palabras de vida eterna.
“Nos reunimos como familia alrededor de la mesa del Señor -empezó-. Agradecemos al Señor por tantas bendiciones que ha derramado en nuestras familias”.
“Queremos comprometernos a vivir plenamente nuestra vocación para ser, según las conmovedoras palabras de santa Tersa del nIño Jesús, el amor en el corazón de la Iglesia”.
“En este momento maravilloso de comunión entre nosotros y con el Señor, es bueno que nos detengamos un momento para considerar la fuente de todo lo bueno que hemos recibido”.
Francisco señaló que el origen de estas bendiciones aparece en el Evangelio de hoy, cuando Jesús dice: “las palabras que os he dicho son espíritu y vida”.
Indicó que estas palabras, con su promesa del don del Espíritu Santo, rebosan de vida. Ellas indican la fuente última de todo el bien.
Un pentecostés doméstico
“Cada nuevo día, cada nueva generación trae consigo la promesa de un nuevo Pentecostés, un pentecostés doméstico, una nueva efusión del Espíritu, el Paráclito, que Jesús nos envía como nuestro abogado, nuestro consolador y que verdaderamente nos da valentía”, animó.
“Cuánta necesidad tiene el mundo de este aliento que es don y promesa de Dios”, constató.
Y animó a los asistentes a convertirse en fuente de ánimo: “Vuestras familias son un lugar privilegiado y un importante medio para difundir sus palabras como buena noticia para todos, especialmente para aquellos que desean dejar el desierto y la casa de esclavitud para ir hacia la tierra prometida de la esperanza y de la libertad”.
Al mismo tiempo, reconoció que “vivir en el amor, como Cristo nos ha amado, supone la imitación de su sacrificio”, implica morir a nosotros mismos para renacer un amor verdadero.
Sólo ese amor puede salvar el mundo del egoísmo que no permite atender las necesidades de los menos afortunados, advirtió.
“No nos dejemos desanimar”
“La tarea de dar testimonio de esta buena noticia no es fácil -continuó-. Sin embargo los desafíos que los cristianos de hoy tienen delante no son más difíciles que los que tuvieron que afrontar los primeros misioneros irlandeses”.
“Su testimonio de fidelidad a Cristo y entre ellos fue lo que conquistó” a las personas de aquel tiempo, aseguró. “Ese testimonio permanece como una fuente peremne de renovación espiritual y misionera para el pueblo santo de Dios”.
“Siempre habrá personas que se opondrán a la buena noticia, que murmurarán contra sus palabras duras”, dijo, “pero no nos dejemos desanimar ante la mirada fría de la indiferencia o los vientos borrascosos de la hostilidad”.
“Si somos honestos con nosotros mismos, también nosotros podemos encontrar duras las enseñanzas de Jesús”, reconoció.
“Qué difícil es perdonar siempre a quienes nos hieren, qué desafiante es acoger siempre al emigrante y al extranjero, qué doloroso es soportar la desilusión, el rechazo, la traición, qué incómodo es proteger los derechos de los más frágiles, de los que aún no han nacido o de los más ancianos, que parece que obstaculizan nuestro sentido de libertad”, explicó.
“Sin embargo es justamente en estas circunstancias en la que el Señor nos pregunta: ¿también vosotros os queréis marchar?”, planteó.
“Con la fuerza del Espíritu que nos anima y con el Señor siempre a nuestro lado podemos responder: nosotros creemos y sabemos que Tú eres el santo de Dios”, invitó.
Según el Papa, “toda la Iglesia en su conjunto está llamada a salir para llevar las palabras de vida eterna a las periferias del mundo”.
“Que podáis compartir el Evangelio de la familia como alegría para el mundo”, dijo a los miles de familias que llenaban el parque de la ciudad irlandesa.
Y concluyó con una oración de san Patricio: “Cristo en mí, Cristo detrás de mí, Cristo junto a mí” y animando a decir a Cristo: “Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna”.
El próximo encuentro mundial de las familias, según anunció el prefecto del dicasterio para los laicos al final de la misa, se celebrará en Roma el año 2021.