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Esta joven madre de familia murió a los 28 años a causa de un cáncer y tras tomar una valiente decisión para proteger a su hijo
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Chiara Corbella Petrillo murió en 2012 después de negarse a recibir un tratamiento médico que atentaría contra la salud de su hijo por nacer.
Su causa de beatificación empezó en Roma el 21 de septiembre de 2018 con una ceremonia presidida por el cardenal Vicario, Angelo De Donatis, en la Basílica de San Juan de Letrán, sede episcopal del obispo de Roma.
En la misma fecha en que Chiara y su marido Enrico celebrarían 10 años de matrimonio, empezaba el proceso.
Y estos años se está estudiando a fondo si Chiara Corbella Petrillo vivió las virtudes cristianas en grado heroico.
Virtudes cristianas heroicas
En el nuevo modo para que se compruebe la santidad, a la luz del Motu Propio “maiorem hac dilectionem” sobre el ofrecimiento de la vida, promulgado por el Papa Franciscoel 11 de julio de 2017, se debe establecer que la persona vivía las virtudes cristianas en modo normal.
Y su heroicidad se manifiesta en el momento de arriesgar la propia vida según el ejemplo de la caridad de Cristo.
“La causa de la beatificación de Chiara también podría abrirse según el caso del ‘ofrecimiento de la vida’, pero en cambio elegimos abrirla de acuerdo con la naturaleza heroica de las virtudes, porque esto permitirá resaltar mejor el camino normal de crecimiento en la fe y de la santificación en las diversas fases de su vida de juventud, de tal manera que su vida entera se presente como un modelo de santidad que es posible para todos”, explicó el padre Romano Gambalunga.
Precisamente, Chiara, laica y madre de familia, muere a los 28 años, el 13 de junio 2012, en Pian de la Carlotta, Manziana, Italia.
Un cáncer y una valiente decisión
Después de su matrimonio enfrentó la muerte de dos hijos al nacer. Durante el tercer embarazo, a la joven mamá le fue diagnosticado un cáncer.
Ella prefirió seguir adelante y no aceptó la curas que hubieran podido causar graves daños al niño, y postergar el tratamiento hubiera también reducido la eficacia del mismo.
“La mujer decidió completar el embarazo. Su oblación permanece como un faro de luz de esperanza, testimonio de fe en Dios, Autor de la vida, ejemplo de amor mayor que el miedo y la muerte”, se lee en el edicto que anuncia la próxima apertura de la causa por parte de la diócesis de Roma.
Asimismo, se argumentó que la “fama de santidad” que gira alrededor del testimonio de Chiara ha motivado a las autoridades eclesiales a iniciar la causa de canonización de la hoy ‘Sierva de Dios’.
El Tribunal Diocesano del Vicariato de Roma (Plaza de S. Giovanni in Laterano, 6 – 00184 Roma) está a disposición de las personas que tengan noticias para instruir la causa.
El milagro de la vida: Francisco
Chiara Corbella que por un periodo perteneció a la Renovación en el Espíritu y a partir de su noviazgo compartió junto con los frailes franciscanos de Asís, cuenta en un testimonio escrito de enero de 2011, las dificultades de su vida, el noviazgo con Enrico y luego su matrimonio:
“En el matrimonio el Señor quiso donarnos unos hijos especiales: María Grazia Letizia y Davide Giovanni pero nos pidió acompañarlos solo hasta el nacimiento y nos permitió de abrazarlos, bautizarlos y entregarlos en las manos del Padre en una serenidad y alegría”.
Y luego el momento definitivo:
“Ahora nos ha confiado este tercer hijo, Francisco que está bien y nacerá dentro de poco tiempo, pero nos pidió también de seguir confiando en Él a pesar de un tumor que he descubierto pocas semanas atrás y que intenta ponernos miedo en el futuro pero nosotros seguimos creyendo que Dios nos conserve grandes cosas para nosotros”.
Chiara Corbella se reunió con el papa Benedicto XVI (2005-2013), en mayo de 2012 antes de su muerte y llevaba consigo en sus brazos, un milagro: Francisco su pequeño hijo que sigue creciendo sano y fuerte.
En declaraciones a Aleteia, el postulador de la Causa, el padre Romano Gambalunga, señaló que la vida de Chiara Corbella transcurrió con normalidad hasta sus 28 años, pues no nació santa, sino que se convirtió en el cotidiano, con sus gestos que mostraban un persona iluminada por la presencia de Jesús y María “buscada y amada”, compartida con familiares, amigos y con todo al que encontraba dando testimonio.