Cambiar de actitud para crecer en el amor
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En una relación afectiva inmadura, la persona no es capaz de tomar las riendas de su propia vida, se siente insegura, carece de iniciativa y autonomía, tiene la sensación de no poder valerse por sí misma y no ser capaz de tomar sus propias decisiones o hacerse cargo de sus propias responsabilidades. Las relaciones donde predomina el temor al puesto del amor no pueden ser positivas ni sanas.
¿Por qué nos puede pasar esto en nuestras relaciones afectivas?
Actualmente aún se debate si la dependencia emocional es una característica disfuncional de la personalidad o un trastorno psicológico. De hecho, no hay mención al fenómeno en el DSM-5 (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders) ni tampoco en la CIE-10 (Clasificación Internacional de Enfermedades 10º).
Una de las hipótesis más aceptadas considera que estas personas se formaron esquemas desadaptativos sobre sí mismos y sobre la interacción con los demás a causa de relaciones afectivas insatisfactorias durante etapas tempranas de la vida. Los esquemas constituyen nuestra forma de entender o interpretar el mundo (“nuestras gafas para verlo”) y se aprenden a través de experiencias de la infancia.
Los esquemas se activan sin que nos demos cuenta y determinan de forma nçotable cómo sentimos y cómo nos comportamos.
¿Se puede madurar un estado de infantilismo emocional?
1. Un primer paso importante es que la persona tome conciencia y comprenda con plena claridad su problema y responda a estas cuestiones:
- qué le ocurre
- por qué motivo
- cuándo y con qué personas se originó el autoconcepto negativo sobre sí mismo y su baja autoestima
- en qué consisten sus pautas de interacción disfuncionales
- por qué las mantiene, etc.
Esta información puede tener en sí misma el efecto de empezar a producir una cierta mejoría.
2. Un cambio de actitud es imprescindible para acabar con las interacciones disfuncionales. Conviene empezar por las relaciones más fáciles: amigos, compañeros de trabajo… Y, poco a poco, abordar este cambio en las relaciones más complejas como la familia o la pareja. Por ejemplo, con la pareja hay que apostar por reducir la necesidad de posesión en exclusividad o la alta demanda de escucha por parte del otro.
En este sentido es necesario un entrenamiento en empatía, ya que la persona inmadura emocionalmente puede por ejemplo pasar horas hablando sobre sus problemas sin pararse a pensar en cómo estará la persona que tiene a su lado mientras escucha. La parte más importante tiene siempre que ver con la forma de relacionarse con la pareja.
3. Fortalecer la autoestima de la persona. De forma indirecta, si la persona ha conseguido mejorar sus habilidades sociales y ha logrado iniciar con éxito una relación sentimental más equilibrada, estas circunstancias ya actúan como nutrientes para una mejor autoestima externa, que es algo que no venía funcionando.
No obstante, lo más importante es que persona aprenda a quererse y a valorarse por lo que es, cosa que probablemente no hicieron en el pasado quienes le rodeaban. Con una mayor madurez afectiva se podrá desarrollar una amor cada vez más verdadero y estable, cualidades que son esenciales para la estabilidad en las relaciones afectivas y para la sana vida en familia.