Las consecuencias del divorcio, en cifras concretas
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Según los últimos datos disponibles, durante el año 2016 hubo en España 96.824 divorcios, además de 4.353 separaciones y de 117 declaraciones de nulidad de matrimonios eclesiásticos, es decir, en total 101.294 matrimonios disueltos. Lo recuerda un artículo publicado el 12 de agosto por el diario El País y firmado por Miguel Ángel García Vega.
Se trata de un descenso importante respecto a 2006, cuando se registraron en el país unos 145.919 matrimonios disueltos, es decir, 126.952 divorcios, 18.793 separaciones y 174 declaraciones de nulidad.
De los datos se desprende que la media nacional es de 2,2 rupturas matrimoniales por cada 1.000 habitantes, una tasa que aumenta por ejemplo a 2,7 en Ceuta, a 2,5 en Cataluña y en la Comunidad Valenciana, y a 2,4 en las Islas Canarias. La tasa en cambio está por debajo de la media nacional por ejemplo en Extremadura (1,7), Castilla y León (idem), Castilla-La Mancha (1,9) o Galicia (2,0).
Con su media de 2,2, España se coloca en el 21° puesto de la clasificación mundial, que está encabezada por Rusia (4,5 rupturas matrimoniales por cada 1.000 habitantes). Siguen después Bielorrusia (3,7), Dinamarca (3,4), Puerto Rico (idem) y Lituania (3,3).
Tiempos y costes
En lo que respecta a los tiempos, el proceso de divorcio o separación consensuada dura, en aproximadamente dos terceras partes de los casos (el 67,1%) menos de tres meses, en el 21,7% de los casos, de tres a cinco meses, en el 8,5% de seis a once meses y, finalmente, solo en el 2,7% de los casos supera la duración de un año, revela El País, basándose en los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
En lo que respecta en cambio al procedimiento judicial (o contencioso), solo en el 5,5% de los casos, los tiempos bajan por debajo de los tres meses. En la cuarta parte de los casos, o sea, el 25,6%, va de los tres a los cinco meses, mientras que en casi la mitad de los casos, el 43,1%, tarda de seis a once meses. En otra cuarta parte de los casos, el 25,8%, hace falta más de un año.
Mientras que en Estados Unidos, la industria del divorcio representa un negocio de unos 50.000 millones de dólares (más de 42.000 millones de euros), en España el coste del procedimiento depende de la complejidad del caso, escribe el autor. Si se trata de un divorcio consensuado, el precio puede variar de 2.000 a 4.000 euros. Si en cambio hay que pasar por el juez, el coste puede subir incluso a los 16.000 euros.
También el proceso de nulidad de un matrimonio eclesiástico tiene su coste, explica El País. Un abogado experto en derecho canónico puede costar 2.500 euros, después están los peritos que pagar (cuando hay que demostrar por ejemplo la inmadurez psico-afectiva del cónyuge) y finalmente las tasas judiciales. Un sacerdote definió por ello la reforma lanzada por papa Francisco en su Motu Proprio Mitis Iudex Dominus Iesus (2015), que haría gratuitos los procesos de nulidad “una verdadera revolución”.
El “agujero negro” del divorcio
Es por tanto comprensible que muchas parejas busquen soluciones alternativas e intenten prescindir de abogados y jueces, sugiere el diario. “Actualmente, son muy numerosos los cónyuges con problemas que se separan de hecho; cada uno hace su vida, pero siguen casados”, explica Carmen Marcos, abogada y experta en derecho de familia.
Por lo demás, una vez concluido el proceso, los problemas no terminan. La “gran batalla” es el pago de la asignación de manutención o de divorcio. “En muchos casos el padre no afidatario se desinteresa totalmente y paga lo menos posible”, declara siempre la Marcos, que añade: “Aquí la lucha es hasta la muerte”.
El País, que no duda en definir el divorcio como “un agujero negro, que atrae y destruye el patrimonio” de las personas implicadas, recuerda en este punto también el investigador Jay Zagorsky, de la Ohio State University (OSU), en Estados Unidos. Para el autor de Marriage and Divorce’s Impact on Wealth (2005), el divorcio reduce más de tres cuartos, o sea, el 77%, la riqueza de una persona.
El 13° informe sobre la pobreza y la exclusión social en Italia
Que el divorcio abre la puerta a las dificultades económicas y al empobrecimiento, lo demuestra el 13° informe sobre la pobreza y la exclusión social en Italia (se elabora uno similar en España) elaborado por Caritas y difundido en con el título False partenze. De los datos empíricos recogidos en 466 entrevistas a padres separados que asistían por ejemplo a centros de escucha o consultorios familiares, se desprende ante todo lo que el organismo define en la síntesis del informe como una “fuerte dificultad ocupacional”. De hecho, casi la mitad de los entrevistados, o sea el 46,1%, estaba en el paro.
La ruptura de un matrimonio lleva además a una “precariedad habitacional”. Crece, así lo indica el estudio de Caritas, la proporción de las personas que viven con familiares o amigos (del 4,8% al 19,0%), que recurren a dormitorios públicos o estructuras similares (del 1,5% al 18,3%) o que se ven obligadas a vivir en alojamientos improvisados – por ejemplo en el automóvil (del 0,7% al 5,2%).
Además, dos tercios de los entrevistados (el 66,1%) declaraban que ya no eran capaces de comprar bienes de primera necesidad después de la separación, casi la mitad (el 49,3%) tuvo que acudir a centros de distribución de bienes primarios, y más de la cuarta parte a comedores públicos (el 28,8). Y por si no fuera suficiente, dos tercios (el 66,7%) de los entrevistados acusaba también un aumento de los trastornos psicosomáticos.
“El divorcio es un lujo”
El panorama más bien pesimista dibujado por el informe de Cáritas viene confirmado por tres artículos firmados por Elisa Murgese que la publicación italiana Il Fatto Quotidiano dedica a examinar el impacto del divorcio en los diversos miembros de la familia.
“La imagen de la ex mujer arpía y enriquecida es un lugar común falso. La verdad es que el divorcio es un lujo en Italia, y nadie sale rico de él”, declara la presidenta de la asociación Mamme Papà separati, Eugenia Maifredi, en el primer artículo de la serie, dedicada a las consecuencias del divorcio para las madres.
De hecho, en lo que respecta a las mujeres, si tienen un trabajo ganan de normal menos que los hombres, y dependen además de una asignación por parte del otro cónyuge que a menudo no llega. Como explica Bruno Aiazzi, cofundador del grupo de ayuda mutua OneParent, “al menos el 50% de nuestras asistidas no reciben la manutención por parte de los ex maridos”.
Pero no es que los maridos naden en la abundancia. A menudo acaban en una situación de grave dificultad económica, “hecha de pérdida del trabajo, aislamiento y pánico”, escribe Murgese en su segundo artículo. Para salvarse de lo que Tiziana Franchi, presidenta de la Associazione padri separati, define un “torbellino de empobrecimiento total” a menudo “piden ayuda a sus padres, o incluso tienen que volver a vivir en la habitación de su infancia”.
Entre la hipoteca que hay que pagar de la casa, donde los hijos siguen viviendo con la madre, después el mantenimiento y finalmente el alquiler de una casa nueva, “los gastos para el hombre se vuelven insostenibles”, subraya la Franchi.
La situación empeora con la falta de colaboración entre los cónyuges, que a menudo se hablan solo “por mail o a través de un abogado”, explica a su vez la psicóloga clínica y jurídica de Padri Separati, Chiara Soverini, una falta que además corre el riesgo de pesar gravemente en el desarrollo y el futuro de la prole.