12 balas para asustar a la comunidad de la parroquia María Reina
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En Rosario, provincia de Santa Fe, Argentina, una parroquia y su escuela parroquial amanecieron el domingo con orificios de bala en sus fachadas. Al menos 12 balas fueron disparadas desde una pistola 9 milimetros, para amedrentar a la comunidad de la parroquia María Reina y su escuela Pablo VI por su labor contra las drogas.
Fue pasadas las 3.20 de la mañana que el párroco Juan Pablo Núñez escuchó los disparos, aunque no salió a la calle y siguió la escena por cámaras de seguridad. Los atacantes estaban esperando que salga, según estimó a un programa radial. Vio las consecuencias de los disparos recién a la mañana, cuando fue a abrir las puertas del templo para celebrar la Misa. Uno de los proyectiles perforó la puerta y llegó hasta el altar.
Las principales sospechas sobre los autores de los ataques recaen sobre grupos dedicados al narcotráfico. Se habría tratado de una intimidación por la labor que se realiza de María Reina para alejar a los jóvenes de las drogas. Según expresó el párroco al programa Radiópolis, de Radio 2, de Rosario, cuando llegó al barrio Larrea hace cuatro años la zona era “un hervidero”. La comunidad, erigida como parroquia en 2014, había creado un centro para ayudar a los jóvenes con adicciones pero los narcos, según contó, amedrentaban a los asistentes para que no asistan, y el centro tuvo que cerrar. Ahora quiere volver a abrirlo. “Miedo no tengo. No porque sea corajudo; sé que estoy haciendo lo que Dios me está pidiendo, por amor a la gente del barrio”, expresó, según recoge el portal Rosario3.com.
Hace un tiempo ya que el sacerdote viene denunciando el incremento de la violencia en la zona. No es la primera vez que lo amenazan. E hizo saber a la comunidad y ante las autoridades de las intimidaciones que venía recibiendo. Según contó al diario La Capital, los narcotraficantes usan jóvenes de entre 15 y 18 años para que hagan las entregas, los extorsionan diciendo que si hablan los matan, y les regalan dinero y motocicletas para vender cocaína. Con otros, como con él, intentan comprar el silencio también a cambio de dinero.
La ciudad de Rosario, una de las tres ciudades más pobladas del país, se ha convertido en sede de algunos de los más cruentos enfrentamientos entre bandas narcotraficantes, y centro de sus operaciones dentro del país. La situación es crítica, y se hace presente en los barrios en bunkeres que, pese a ser descubiertos y desmantelados por las autoridades, reabren permanentemente en los barrios más humildes.
El Arzobispado de Rosario se solidarizó con la comunidad parroquial y exhortó a las autoridades a trabajar en contra del narcotráfico: “Si bien se están dando pasos en orden a ofrecer a los adolescentes y jóvenes de nuestros barrios oportunidades reales para crecer y para descubrir el sentido de la vida, como así también en la búsqueda de políticas públicas de prevención y de un sistema de salud adecuado, este Arzobispado exhorta a las autoridades a trabajar no sólo sobre los eslabones más débiles del narcomenudeo, sino además sobre el circuito financiero que sustenta el narcotráfico y la distribución masiva de armas, que tantas muertes causa en nuestra ciudad”.