Clave de la Tierra Santa durante las Cruzadas, el Crac de los Caballeros es un monumento insignia del patrimonio sirio que conserva intacto su poder de fascinación. Hasta el 14 de enero de 2019, el museo parisino Cité de l’Architecture et du Patrimoine le dedica una exposición inédita
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Elogiado por Lawrence de Arabia como “el castillo más bello del mundo”, el Crac de los Caballeros es considerado la reina de las fortalezas de Oriente. Construida en el oeste de Siria, domina y protege la llanura de Homs y controla la ruta hacia el mar. Este impresionante edificio, que una vez perteneció a Francia, sigue ejerciendo un extraordinario poder de fascinación sobre las generaciones actuales. Con maquetas, copias históricas, fotografías, dibujos y pinturas, la nueva exposición muestra los detalles de este “sueño de piedra”.
Una presencia cristiana en una fortaleza militar
Su historia comienza en el siglo XI. En esta época, los kurdos decidieron construir un castillo fortificado. El nombre de “Crac de los caballeros” deriva de este período: la palabra ‘crac’ se refiere a ‘cratum’, término utilizado por los cruzados para designar “la fortaleza de los kurdos”. Los cruzados asaltaron el Crac en 1099 y de nuevo en 1110 antes de ser cedido a la orden religiosa militar de los Hospitalarios. Durante este período, grandes campañas de construcción hicieron del Crac una fortaleza excepcional por su superficie: 300 metros de alto por 140 metros de ancho.
La dimensión religiosa de la Orden de los Hospitalarios se revela discretamente en la arquitectura, especialmente en la famosa galería de estilo gótico que precede al gran salón y los frescos de la capilla. “Animan la austeridad de esta severa arquitectura de guerra”, explica el historiador medieval francés Paul Deschamps. Fue él quien, a partir de 1927 —cuando era conservador del Museo de Escultura Comparada, del cual la Cité de l’Architecture es heredera—, se interesó por la fortaleza, que había sido relegada desde el siglo XVI a una simple guarnición de importancia secundaria.
Acompañado por un puñado de eruditos y arquitectos, Paul Deschamps se apasionó por esta joya y luchó por hacerla restaurar. También ordenó que se registraran en impresiones la mayoría de los elementos escultóricos (capiteles y motivos decorativos) y también las inscripciones lapidarias. Algunas reproducciones en yeso, a escala, se pueden ver en la exposición y hoy constituyen testimonios inestimables. Y es que, bajo la influencia del tiempo, las decoraciones originales del Crac se han degradado o incluso han desaparecido en algunos casos.
Francia compra el Crac
Pero ¿por qué Francia está tan interesada en esta fortaleza? De hecho, en 1919, después de la Primera Guerra Mundial, el país había creado un “servicio de Antigüedades” en Siria y Líbano, promovido por la Sociedad de Naciones, que había confiado a Francia una misión arqueológica. Entre 1920 y 1940 se estudiaron setenta yacimientos.
Dos misiones sucesivas (entre 1927 y 1929) se establecieron para el Crac de los Caballeros. La primera consistió en despejar el castillo y realizar un estudio exhaustivo del lugar. A esto le siguieron importantes restauraciones facilitadas por la adquisición del sitio por parte de Francia en 1933. Convencido de que Francia debe salvaguardar este castillo, testigo excepcional del patrimonio de las Cruzadas y, por lo tanto, “esencialmente francés”, Paul Deschamps consiguió convencer al Estado para que lo comprara. El sitio se abrió al público y comenzó a darse a conocer en Occidente, como demuestran las postales y los carteles publicitarios visibles en la exposición. En París, la exposición colonial internacional de 1931 y la creación de la “sala de las cruzadas” del Museo de la Escultura contribuyeron a hacer del Crac el testigo más majestuoso del arte francés en el Este.
Hoy día, un lugar en peligro
Desatendido durante la Segunda Guerra Mundial, el castillo del Crac fue finalmente devuelto a Siria en 1949. La fortaleza, que sigue despertando el interés de arqueólogos sirios y europeos, ha sido objeto de importantes campañas de restauración desde los años 90 y está inscrita en la Lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 2006. Desde 2013, se encuentra entre los cincuenta bienes en peligro. Su restauración y conservación son ahora un reto para Siria, que ha quedado devastada después de más de siete años de guerra.