Para los padres una de las mayores preocupaciones a diario es que sus hijos coman bien para que crezcan sanos.
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Muchas veces sucede que nuestros hijos están inapetentes y no quieren saber nada de la comida.
Frente a estas situaciones, estamos intranquilos, ansiosos y podemos dejarnos llevar con más facilidad por el bombardeo publicitario que recibimos a diario en nuestros hogares. Nos ofrecen suplementos alimentarios como falsa “solución” al problema de “mi niño no quiere comer cuando necesita mucha energía para realizar sus actividades”. Nos dicen que con los suplementos “mejorará su apetito” o “crecerá mejor”.
Pero, ¿será cierto que necesitan más comida o que no comen bien? ¿Qué podemos hacer como padres? ¿Cuándo recurrir a los suplementos?
La Food and Drug Administration (FDA)define los suplementos alimenticios como productos elaborados a base de nutrientes y otros componentes presentes en los alimentos con el propósito de satisfacer las necesidades particulares de nutrición determinadas por condiciones físicas, fisiológicas o metabólicas específicas.
¿Estoy seguro que mi hijo no come bien o será normal?
Los padres se preocupan cuando, de un momento a otro, la hora de la comida se convierte en una lucha con pequeños que comían bien y de forma variada antes de cumplir el primer año de vida.
Lo que sucede es normal, porque en el primer año de vida es donde se produce un crecimiento acelerado, y por lo tanto, es una época en la que comen mucho en proporción a su tamaño, pero después, su crecimiento se ralentiza y su apetito disminuye.
Ya en la pubertad, periodo en el que se produce un importante crecimiento y desarrollo, aumentará sus necesidades nutricionales y, por lo tanto, su apetito, ¡Así que no preocuparse!
Es común pensar también que no come bien porque no termina todo lo que le pusimos en el plato. Esto me recuerda una campaña publicitaria de complementos infantiles enfatizaba esto como un problema diciendo: “Uno de cada dos niños deja la comida en el plato”.
Pero esto no es un problema. Primero,porque no hay una evidencia científica lo que avale. Segundo , porque los niños comen conforme a su edad, a su apetito, a lo que necesita su organismo, por lo tanto, no hay que forzarlos a terminar la comida del plato. Y tercero, uno quizás le sirve más de lo que su capacidad le permite en ese momento y no lo sabe.
Por otro lado, tampoco podemos comparar el crecimiento de nuestro hijo con el de otro de su misma edad, porque cada niño tiene un ritmo de crecimiento distinto.
Si te dijeron que “darle un suplemento le va ayudar a aumentar el apetito”, que sepas que es un error. Darle a un niño sano un suplemento con la finalidad de “abrirle el apetito” porque puede provocar el efecto contrario ya que, al aumentarle su aporte calórico con el complemento, el niño se siente satisfecho por más tiempo y come menos comida. Además, se llega a sustituir una dieta equilibrada que no aporta nada diferente a lo que podemos encontrar realizando una alimentación variada en frutas, vegetales, cereales integrales, legumbres, grasas de calidad nutricional.
En otros casos puede desequilibrar la alimentación por su alto valor calórico, trayendo consecuencias para la salud como el sobrepeso u obesidad.
¿Cuándo el médico puede aconsejar recurrir a los suplementos nutricionales?
Los complementos nutricionales no son necesarios en niños sanos y solo debemos usarlos bajo prescripción médica.
1. Cuando hay una deficiencia de nutrientes comprobada, por la realización de dietas especiales sin asesoramiento (veganas, cetogénica, restrictivas) o una situación económica deficiente.
2. Cuando un niño tiene necesidades nutricionales por ser, por ejemplo, prematuro, o haber pasado por politraumatismos, cirugías, infecciones severas, o bien por realizar actividades físicas muy intensas (alta competición, por ejemplo).
3. Si presentan pérdidas aumentadas provocadas por patologías como la fibrosis quística del páncreas, la celiaquía o hepatopatías.
4. Cuando presentan alguna enfermedad crónica o intolerancia alimentaria.
Para estimular el apetito infantil debemos procurar:
- Estimular el consumo de una amplia variedad de alimentos disponibles y enseñarle a valorar sus beneficios del consumo.
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- Priorizar la calidad y no la cantidad de los alimentos que les dejamos a su alcance, que le enviamos al colegio y le damos en casa. Que sea comida sana.
- Disponer un tiempo para organizar un plan semanal de comidas y prepararlas en casa, o juntos.
- Dedicar un tiempo de calidad para sentarse a la mesa, conversar, sin celulares o televisores que distraigan y comer lo mismo.
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- Favorecer la autonomía en la alimentación, desde que empiezan con sus primeras comidas permitir que los niños coman solos, siempre acompañados por supuesto, puede ayudar el método del Baby Leed Weaning (BLW).
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- Si se enferma, es normal que pierda por unos días el apetito, porque el organismo priorizará al sistema defensivo y utilizará todas sus fuerzas para recuperarse. Enseguida volverá a su apetito habitual y recuperará su peso si ha perdido algo.
- Cuando hay un día que el niño no quiere comer, o no tiene apetito porque comió demasiado la vez anterior puede indicar que algo le cayó pesado al estómago o lo que está comiendo no es lo adecuado. Si al cabo de unos días sigue igual se debe consultar con su pediatra.
No es recomendable recurrir a complementos alimenticios cuando el niño está sano. No solo no es necesario sino que provoca olvidarnos del problema de fondo, que en realidad es que muchos niños no saben comer y no le enseñamos correctamente a hacerlo.
Para cambiar el comportamiento de los niños se necesita de tiempo, repetición del hábito, mostrar con el ejemplo y mucha paciencia. Se deben establecer horarios fijos, darles a probar de todo en pequeñas cantidades, recuperar los viejos tiempos de comida, enseñarles a disfrutar de la comida sentándonos con ellos a la mesa y mostrarles seguridad para que se sientan seguros.